Por Ivonne Monterroso
¿Han escuchado un sintetizador? ¿No? Pues yo estaba en las mismas hasta que en días recientes vi un evento en el Facebook que me intrigó.
Se trataba de un taller de sintetizadores hechos a mano. No tenía ni idea de lo que eran así que me puse a googlearlo y para mi sorpresa, caí en cuenta que se trata de un instrumento musical electrónico. Según la enciclopedia virtual más consultada del planeta, los sintetizadores generan señales eléctricas que producen diferentes sonidos, dicen las malas lenguas que también imitan los sonidos de otros instrumentos. A mí inmediatamente la mente se me llena de imágenes con maquinitas, circuitos y su montón de luces, todo así muy tecnológico, y ¿por qué no? también me vino una idea de instrumentos o música de los años 80.
El taller se llevaría a cabo por varios días en casa YAXS, allí en el Centro Histórico. El objetivo principal con él, es aprender desde cero a realizar tu propio sintetizador, desde el diseño, el ensamblaje, la reproducción y la travesía para descubrir nuevos sonidos.
Hace aproximadamente un mes, me topé con Ameno y Pepe -dos personajes ilustres muy amigos míos- y decidimos ir por unos shucos. Mientras esperábamos nuestro pedido, Pepe sacó unas pequeñas bocinas, yo pensé que me iba a pedir el iPod para poner música o algo, pero en lugar de eso, saca un recipiente de plástico pequeño con forma de manzanita de un verde muy llamativo, de este sobresalen unas pequeñas roscas metálicas, como las partes con las que se cambiaba de canal en un televisor viejo de tubos que todavía sobreviven en las casas de nuestros abuelos. Le pone una batería cuadradita de nueve voltios y así como por arte de magia, comienzan a salir sonidos medio futuristas de las bocinas que estaban conectadas, la intensidad y velocidad las controla con esos pequeños trocitos de metal, que más tarde sabría que se llaman “potenciómetros”.
Intrigada por el evento decidí ir. Ya había pasado la primera clase, creí que no agarraría el hilo o el ritmo, pero tenía curiosidad de ver el proceso. Al llegar, toqué el timbre y nadie abrió la puerta, pensé que ya no había nadie para entonces, pero quise seguir insistiendo, al cabo de unos minutos una chica abre la puerta y me hace pasar. Atravesando el pequeño pasillo veo una mesa llena de cables y varios chicos y chicas sentados alrededor con la vista pegada a unos pequeños trozos de plástico, eso llama más mi atención y me acerco. Casi nadie habla, todos están concentrados en lo que hacen, saludo algunos sólo levantan la mirada y asienten con la cabeza, supongo que se trató de un tipo de bienvenida.
En la mesa había de todo, reconocí alguno de sus materiales e instrumentos para trabajar, así como reviví la historia de mi cicatriz en la pierna después de andar jugando con un cautín caliente a mis 3 añitos. Estaño, luces led, chips y cables aparecen regados por todos lados. El silencio, algunas risas y palabras queditas de los participantes comparten con el ruido del barreno y martillazos que una pareja hace en una esquina sobre varias cajas de metal y plástico.
Lester de Diéresis se acerca a conversar y nos pregunta si alguna vez habíamos visto algo parecido, con Chuy, mi camarada de la cámara en esta batalla respondemos que no, nada de eso se nos hacía familiar. Le comento que todos me daban la impresión de ser ingenieros en sonido o en electrónica, Lester ríe y me dice que unos pocos lo son, pero que en realidad la mayoría se dedican a otras cosas totalmente diferentes. Entre los que participaban hay fotógrafos, diseñadores gráficos, administradores de empresas, abogados e instrumentistas que andaban en busca de nuevos sonidos o están allí por curiosidad. Menciona algo de circuitos compuestos -lo admito, me sentí ignorante de la temática- y cuando nota mi mirada de perdición decide explicarnos más detenidamente. Mientras eso sucedía, yo veía hacia todos lados, en las paredes hay pegados algunos pliegos de papel craft, con líneas rectas y en zigzag que parecen sacadas de un laboratorio o taller profesional. Ese material fue utilizado en la inducción, donde la mayoría llegó como yo, sin tener mayor conocimiento de todo eso.
En el proceso, todos aprenden algo nuevo, aunque unos ya tenían nociones de circuitos y cosas por el estilo, porque son cuestiones que enseñan a los varones en la clase de Prácticas o Educación Industrial en la secundaria, sin embargo, cada vez se involucran más mujeres en esto y ya no se quedan únicamente en las clases de Educación para el Hogar que nos obligan a llevar y de las cuales aún me pregunto cómo las aprobé si se me quemaba el arroz todo el tiempo. A las chicas las vi soldando, martillando y sin miedo a esas extrañas piezas tecnológicas, todos estaban trabajando en pareja, y conforme pasaban los días del taller se iban rotando y cambiando para hacer más interesante el trabajo en equipo.
Los minutos siguen pasando mientras con Chuy los vemos a todos tan concentrados como en el momento en que llegamos, habían pasado ya horas así y no era el único día en el que se reunirían, le estaban poniendo huevos y ovarios a ese nuevo proyecto en el que se habían encaminado. Poco a poco todo va tomando forma, algunos comienzan a probar su sintetizador, aún sin producir sonido, sólo verificando que las luces led enciendan correctamente. Me doy cuenta de que las cajas de metal y recipientes de plástico serán desde donde van a poner y controlar lo que estaban haciendo. Me resultó bastante curioso que casi todos los materiales se pueden conseguir fácilmente en una ferretería, la cajita se puede adquirir al comprar galletas navideñas o en el mundo de a 3.
La tarde se estaba apagando y yo tenía que irme, aún no veía un sintetizador completamente armado, así que decidí seguir esperando unos minutos más, pero comprendí que es un proceso largo, de mucha paciencia y tiempo, por lo que ahora esperaré a ver la presentación final, donde todos van a mostrar el resultado de su trabajo, con muchas ansias claro. Bien podría buscar un video en YouTube acerca de cómo hacerlos, pero es preferible ver uno en vivo, aunque sea pequeño, es el inicio de algo que puede llegar a engazar a muchos. Sé que la mayoría no se quedarán sólo con lo que aprendieron en un taller, buscarán las maneras de ir más allá, de adquirir más conocimientos, buscando más alternativas musicales, que fue lo primero que los motivó y originó la materialización de estos “nuevos instrumentos”.
Ivonne Monterroso. (Guatemala 1994 – …) Morena, de ojos grandes, melómana, “tía cosa” por las noches, cantante de ducha, inquieta por naturaleza, astral nebulosa, soñadora y amante de todo.
El silencio, algunas risas y palabras queditas de los participantes comparten con el ruido del barreno y martillazos que una pareja hace en una esquina sobre varias cajas de metal y plástico.











