Por redacción Cultura

Los dibujos que integran esta exposición aportan las coordenadas de uno de los temas que fue central en las primeras etapas del artista: el realismo mágico, como narrativa y vivencia personal. También hay ecos de la obra de Roberto Cabrera, uno de sus primeros y más importantes mentores, y de la pintura metafísica de Giorgio De Chirico. Precisamente, de la obra del artista italiano, Barrios tomó el sentido escenográfico para recrear su universo personal y emocional, habitado por monumentos de gobernantes derribados por caballos furiosos, organizado a través de micro plazas públicas, de ambientes extraños, rodeadas por plantas, animales y objetos simbólicos.

La exposición corresponde a una etapa de revisión de los archivos personales del artista. Es un recorrido sobre una década antes de su regreso a Guatemala y una confirmación sobre la importancia que ha tenido el dibujo en todo su trayecto artístico.

Artículo anteriorEduardo Mendoza se pone serio: «Se está perdiendo la literatura»
Artículo siguienteLos de la foto