Por Ivonne Monterroso

Hace casi un año que no estoy en una relación sentimental. En realidad podría decirse que poco más del año por los problemas que habíamos tenido con mi entonces pareja. El ciclo terminar-regresar-peleas-distanciamientos-regresar, me afectó muchísimo.

Mis amistades siempre me aconsejaban terminar la relación porque notaban mi estado anímico por los suelos, sin embargo ahí estaba yo, siempre queriendo encontrar una solución para los problemas que teníamos. Estuve así meses y meses, en total depresión, pero aún con el pensamiento que yo (como mujer) debía cuidar lo que tanto me había costado, debía buscar una solución a todo eso. Me costó tanto desapegarme de esa persona, hablamos y tratamos de regresar, pero nada era igual, entonces decidimos que todo estaba bien así, que debíamos seguir con nuestras vidas y distanciarnos por el bien de ambos.

Mis estados de ánimo en los siguientes meses eran muy desequilibrados, así como podía estar triste por días también podía sentir alivio y serenidad. Me sentía en paz conmigo misma aunque tenía miedo, miedo porque después de varios años me había quedado sola. Poco a poco, uno de mis propósitos era recuperarme sentimental y emocionalmente, mis amigos y familia fueron clave para que lo lograra. Cambié totalmente de rutina y me alejé de las personas que, de cierta forma, les agradaba verme mal y lograban hacerlo al mencionarme o contarme historias sobre mi ex.

Seguían pasando los meses, mis actividades se volvían más interesantes y los amigos nuevos cada vez eran más. Siempre he tenido dos amigos a los que les cuento de todo, hombres, claro. Siempre me identifiqué un poco más con el sexo masculino que con el femenino. Es curioso porque desde siempre a una le inculcan que por ser mujer, se deben tener amistades femeninas; salir, hablar de chicos, arreglarse, peinarse, salir a comprar ropa, etc., pero no, esa no era mi situación.

Empecé a abrir un poco más la mente, a quitarme esos prejuicios que te implantan en un típico hogar conservador, ideas sobre el qué pensarán de vos por andar siempre con hombres, por salir a las fiestas de noche –total pecado, porque una “niña bien” no anda fuera de casa más allá de las 8:00 de la noche- salir a beber con mis amigas y amigos, irme de viaje sola, etc.

En casa pegaron el grito en el cielo, yo no debía hacer nada de eso por ser la menor de cuatro hermanos y menos por ser mujer. Al volver de cada salida mi casa se convertía en una zona de guerra, todos estaban en mi contra, me sentía súper mal al principio porque me inculcaron que no era correcto pero conforme pasaban los días y yo salía cada vez más me hacía a la idea de que ya le iban a “bajar el mosh” en mi casa y se iban a relajar, y así fue pero costó. Mi papá se oponía rotundamente a que yo saliera a hacer mis cosas, pues era una excusa más para que yo viera a tanto hombre y que pudiera pasarme algo. Él siempre me iba a ver como su nena, y por ende, indefensa, inocente o hasta pensar que le “hacía la vuelta” –término coloquial para decir que yo hacía de las mías cada que salía-.

Cómo lo mencioné, ya había pasado algún tiempo soltera y de repente conozco un chico, bueno, siempre conozco chicos pero él en especial me gustó, me llamó bastante la atención. Comenzamos a conversar, pero siempre sentí esa inseguridad pues llevaba casi 6 años sin coquetearle a alguien, ya se me había olvidado cómo hacerlo. Las dudas comenzaron a llegar y mis preguntas eran recurrentes y algo tontas: ¿Será que la cago si le digo esto?, ¿Cómo lo saludo hoy?, ¿Le digo que se mira bien hoy?, ¿Le propongo que salgamos?, ¿Cómo inicio la conversación hoy? Y si él me hablaba primero ¿y ahora qué le respondo?, ¿Qué le digo..?

Sentía la necesidad de hablar con alguien y compartirle las dudas que me llenaban, entonces le conté a un amigo que tengo desde hace años sobre este chico en particular, cómo me empezó a gustar y que quizás era mutua la atracción. Él inmediatamente me dice que probablemente yo le he llamado la atención a este chico pero no para algo serio. No entendí y le pregunté a qué se refería; me dice que yo ya no me veo como una mujer para algo serio porque salgo con hombres, me voy de fiesta y regreso muy tarde en la noche, que me gustaba beber, que hablaba de sexo como si nada, que fumaba, entonces que así jamás podría proyectar que soy una mujer seria y que por lo mismo yo no he podido estar en una relación desde la última que tuve. Mi reacción fue confusa, no sabía ni qué decir al respecto, yo sólo quería su opinión sobre este chico del que le había estado contando algunos días atrás.

Yo proyectaba ser una chava fácil por la “reputación” que yo misma había creado, según él. No comprendía lo que me decía. Luego me dice que definitivamente yo llamaba la atención pero que no me fuera a extrañar si alguna vez me salen con que no quieren nada serio conmigo. Le pregunto por qué y me dice que el hombre lo que quiere es una mujer que sea “bien”, que no beba, que no salga con diferentes hombres (poniendo de ejemplo las amistades de sexo masculino que tengo) porque se puede malinterpretar con que yo “ando” con ellos. Cada vez estaba más confundida porque, desde mi perspectiva, los hombres fantasean con tener como pareja a una mujer libre, que no esté atada a prejuicios impuestos por la sociedad, que se vista como quiera, que sea capaz de andar sola, entre tantas cosas, pero él menciona que siempre la mujer debe tener la necesidad de una figura masculina a su lado, que pueda estar en casa por las noches para servirles la cena, que pueda “atenderlos” como corresponde y un montón de mamadas más.

Con esa duda aún más latente, voy con una figura femenina que en algún punto de su vida hizo lo que quiso y yo admiré en ese momento, mi hermana. Le comenté sobre lo que me decía mi amigo y no me dice ni sí, ni no. Me responde que en parte tiene razón, porque hago publicaciones de imágenes eróticas, que hablo de temas de sexualidad como si nada, que yo proyectaba una imagen como de “aquellas feministas…”, que tener la mente muy abierta era un problema. Le digo que yo no le veo ningún problema a tener la mente abierta, al ir y venir sin rendirle cuentas a nadie, al desaparecerme de ciertos escenarios cuando me es posible, de no querer una pareja para casarme porque no me llegan los tradicionalismos.

Conflictuada por lo que había dicho empiezo a cuestionarme muchas cosas, cómo ella cambió su forma de pensar al momento de casarse y lograr ser aquello que se supone una mujer debe ser según la sociedad. Sin duda eran pensamientos machistas con los que me había topado y que también yo estaba implementando de cierta forma, empecé a dudar de las decisiones que había tomado de un tiempo para acá. Mi libertad le daba miedo a los hombres y yo tenía miedo a que ellos me tuvieran miedo. En realidad son nimiedades, cómo diría Salazar, me estaba ahogando en un vaso de agua, pero en realidad ni vaso había. Caí en cuenta que yo tenía ese pensamiento antes, me limitaba de muchas cosas por complacer a otros, a los que no les importa en realidad mi vida, por ser aquello que se considera correcto o en su defecto, de aparentarlo.

Ahí me di cuenta que no soy la típica mujer con la que los hombres se quieren casar, no sé cocinar, no sé ser sumisa, no sé decir “sí” todo el tiempo, no sé cómo no ser libre. Desaprendí tanto durante el tiempo que me di para mí, para estar soltera, para salir conmigo, para descubrir qué me gusta y que no, que consideré tonto pedir una segunda opinión respecto a algo que nadie más está viviendo, sólo yo.

He sido conservadora en algún momento, he sido bochinchera en la transición y en esos procesos he conocido a tantas personas que me han enseñado a tener una mente más abierta, al no ponerle importancia el qué dirán de mí, a realizar lo que a mí me gusta, de aquellas personas que te alientan a descubrirte, a ser vos misma. Así como me lastimaron en cierto punto esos comentarios, hay un montón de personas por la calle lastimando a otras, haciéndolas dudar de lo que son, imponiendo y reproduciendo un pensamiento que se supone debe ser el “correcto”, sí, así funciona el machismo.

Está bien si no soy una mujer para algo serio, no es mi objetivo algo serio en este momento, no lo estoy buscando, porque si algo serio significa tener que unirme en matrimonio con alguien sólo para aparentar, tener hijos porque se supone que es lo que debe hacer un matrimonio, tener una linda casa, cocinar, limpiar, dedicarme a los hijos, dejar mis ambiciones académicas por un lado, bajar la cabeza a todo lo que me diga mi marido, dudar de mi valor como mujer, no levantar la voz, etc., entonces definitivamente no quiero ser una mujer para “algo serio”.

En casa pegaron el grito en el cielo, yo no debía hacer nada de eso por ser la menor de cuatro hermanos y menos por ser mujer. Al volver de cada salida mi casa se convertía en una zona de guerra…

Ivonne Monterroso. (Guatemala 1994 – …) Morena de ojos grandes, melómana, «tía cosa» por las noches, cantante de ducha, inquieta por naturaleza, astral nebulosa, soñadora y amante de todo.

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