Por Leonel Juracán
No se ha dictado sentencia todavía contra los funcionarios públicos que protagonizaron los actos de corrupción de la última década, y los que no fueron alcanzados por el escándalo, o sencillamente se «presumen» de inocentes, ya están hablando de reformas a la Constitución. ¿Se trata nada más de un llamado de atención para que las malas prácticas sigan, pero con estrategias diferentes?
Aceptémoslo, Guatemala es un país donde los valores éticos que se proclaman deben ajustarse periódicamente a los intereses y conveniencia del grupo social o partido político en el poder, deben emplearse con mucha cautela y escogerlos cuidadosamente, para que sean valores que tanto enorgullezcan a los abusadores como brinden consuelo a los abusados, ninguna palabra que llame a culpabilidad o resentimiento. ¿Hay rapiña en las oficinas del Seguro Social? Conviene entonces hablar de Solidaridad. ¿Quebró un banco y dejó a los inversores en la calle? Es justo que hablemos de Respeto. ¿Lo pueden matar a usted lo mismo por cinco quetzales que por diez mil? Ahora tenemos Igualdad.
Y es de este modo, que la terminología con que nos referimos a crímenes en los que todos somos cómplices o víctimas, está cuidadosamente planificada. No es nada extraño que la palabra que esté de moda sea «corrupción» y no sencillamente robo, nepotismo, enriquecimiento ilícito y abuso de poder. Éstos son términos que sí podemos asociar a la administración pública, mientras que «corrupción», así a secas, pertenece ese lenguaje bíblico con que vienen idiotizando a la población desde hace siglos.
Cooptación se dice ahora, y no tráfico de influencias, o traición a la patria, porque así parece un término técnico, especializado, ajeno al contexto internacional de la Guerra Fría, evitando así que una gran cantidad de analfabetos funcionales puedan entenderlo.
No son siquiera las seis de la mañana, y en la radio cristiana que «de facto» me obligan escuchar, la voz sigue repitiendo: Somos una tierra con orgullo. Queremos conservar nuestro orgullo, ¡Consuma Café Quetzal! Y de ahí en adelante: seamos buenos guatemaltecos, contribuyamos con nuestro esfuerzo a construir un mejor país; y el largo etcétera al que ya estamos habituados: que recen, que acepten las dificultades como «pruebas» de Dios, ¡Esfuérzate y sé valiente!
Y así, como quien no quiere la cosa, el discurso va vinculando el consumo al nacionalismo, la exhortación al trabajo con la tolerancia pasiva, y para que parezca irrebatible, lo terminan sustentando en la obediencia al dogma. Pues bien, me parece que un cristiano medianamente instruido podría rebatir dichas prédicas citando algunos proverbios, por ejemplo, Eclesiastés y Jeremías; pero aquí es donde radica la inmoralidad de los predicadores: saben muy bien que no es a cristianos instruidos a quienes se dirigen, sino a trabajadores analfabetos, o analfabetos funcionales, que escasamente tendrán el tiempo para leer la Biblia, un libro de por sí bastante complicado, no digamos otros. Para los otros fieles, que cuentan con un capital más allá de su fuerza de trabajo, el discurso se concentra en otros temas: la familia, la obligación de tributar a la Iglesia y al Estado, y ahí sí, «come y bebe» que es lo que Dios quiere.
Puede que parezca pesimista, pero es muy difícil creer en que haya una verdadera intención de transparentar la administración pública, sobre todo, cuando los corruptores siguen libres y todavía no conocemos a quienes vinieron en sustitución de los capturados. Más bien, toda la campaña mediática en torno al escándalo pareciera servir para encubrir a los mandos medios implicados (y que seguramente vendrán al relevo), a la vez que darle una lavado de cerebro y de conciencia a la clase media.
Un cambio auténtico empezaría por la educación, pero ahí todo queda intacto, basta con ofrecer ante la dizque «indignación ciudadana» al esbirro de Joviel Acevedo. ¿Y las escuelas que están cayéndose, cuya condición empeora con el invierno?
Recordemos que básicamente el ser humano es un animal inadaptado, debe “aprender” de sus semejantes a sobrevivir y comportarse dentro del colectivo, pues la naturaleza ha sido trasformado ya por las generaciones que le antecedieron. De su adaptabilidad al colectivo depende no sólo su sobrevivencia, sino la conciencia, que como individuo, tenga del mundo.
La “Conciencia” es por lo tanto, un estado en el que un individuo puede servirse de los conocimientos del colectivo para mantenerse en comunicación con sus semejantes y adaptarse a la sociedad en la que vive.
Pero si en lugar de ciencia y conocimientos, transmitimos religión, si en lugar de arte y cultura, farándula, o competencias deportivas, y el único ejemplo con que cuentan las nuevas generaciones es la contradicción entre el discurso oficial y su precaria forma de sobrevivencia, ya sabemos a dónde irá a parar ese «instinto»: a vivir una doble moral, donde en el ámbito privado se utiliza el discurso religioso, moralista y políticamente correcto, mientras que en el ámbito social, donde esto no se aplica, se debe actuar astutamente, emplear con cuidado el resentimiento, la venganza, manipular estratégicamente las necesidades de los demás, o en última instancia, servirse de la violencia.
Guatemala es un lugar ahistórico porque las condiciones que vivimos son resultado de un conjunto de vicios, que se vienen repitiendo desde tiempos de la Colonia, y en lugar de hacer un esfuerzo colectivo para enseñar algo nuevo a las generaciones siguientes, se glorifica la traición llamándole astucia, o «viveza», se confunde la lealtad con la complicidad del crimen, y se promueve la discriminación llamándole orgullo.
Es algo que todos podemos reconocer, pero son las instituciones que se encargan de esa repetición las que ni siquiera cuestionamos.
«En 1838, entonando La Salve como himno de guerra, una enorme masa campesina, acompañada de dos o tres mil mujeres con sacos y alforjas para llevar los productos del saqueo prometido, y armados con mosquetes oxidados, viejas pistolas, escopetas, algunas con gato y otras sin él, palos en forma de fusil atados, se hizo entonces dueña de la ciudad, sembrando el pavor entre sus habitantes. […]
Si para el movimiento campesino la ocupación de la ciudad no tuvo mayor significación política, para el grupo oligarca sucedería lo contrario; con ello se presentó finalmente la oportunidad para desalojar al adversario del poder y revocar una a una todas las reformas que amenazaban un status de privilegios, que cuidadosamente se venía construyendo desde tres siglos atrás. Sin embargo, la situación no era fácil de manejar, si bien es cierto la oligarquía se aprovecharía de sus frutos, el levantamiento no había sido obra suya, sino respuesta espontánea a la explotación secular agudizada en los últimos años. Antes de tener al movimiento totalmente bajo su control, la élite vivió momentos de verdadero pavor en que «las masas salvajes» con «la hacha de los bárbaros» amenazaba con barrer con todo. Fue en ese trance difícil donde empezó a destacar la figura de Rafael Carrera, como posible hombre de la oligarquía, quien no sólo podía mediar en el levantamiento, sino brindaba la posibilidad de poder encauzarlo a favor de los propios intereses oligarcas».
[…] Carrera cayó de inmediato bajo control de los curas enemigos de la causa campesina, que utilizaron astutamente el fanatismo religioso como arma política. El fanatismo religioso sería también uno de los elementos fundamentales en el tipo de dictadura que encabezó por tres décadas. Incapaz de vislumbrar una solución en la redistribución de tierras, como ya lo habían planteado caudillos agraristas americanos desde los años 1810, Hidalgo y Morelos en México, Artigas en Uruguay vio siempre en el embrutecimiento religioso el único paliativo posible de las ingentes necesidades populares.» 1
El 22 de abril de 2016, llega a la ciudad «La marcha por el agua». En algunos casos, patrocinada por la Cooperación Noruega, pero en muchos otros, por esfuerzo de las comunidades mismas; y aunque hoy no existe una figura clara de caudillo (¿?), algunos dirigentes mentían diciéndole a los campesinos movilizados que la reciente renuncia del Presidente y Vicepresidenta era obra suya. Curiosamente, muchas de las organizaciones todavía utilizaban frases bíblicas como consigna, promovidos por la «Acción Católica» y diversas iglesia evangélicas. Pero tal como en 1838, la marcha no tuvo ningún significado político para las comunidades perjudicadas, pero sí para las ONG’s implicadas, la CICIG, y para darle nuevo aire a las marchas organizadas por los capitalinos.
Casi un año antes, había vuelto a presentarse como iniciativa de ley en el Congreso la necesidad de dar un curso de estudio bíblico en las escuelas públicas. Pero esto no es nada nuevo, los conservadores siempre han querido atentar contra la libertad de culto, pues temen que otras iglesias puedan restarle poder al monopolio moral que ejercen sobre la población más pobre. Ya durante la Asamblea Nacional Constituyente de 1879, hubo diputados que se opusieron al Estado Laico. Hago aquí la cita, pues la claridad con que Rafael Arrollo expone su punto de vista, y sus argumentos es mucho más lúcida que la forma en que la revelación divina a que apela hoy en día Marvin Osorio:
«Ahora, señores, tengo el sentimiento de confesar públicamente que no estoy de acuerdo con la enmienda, propuesta, porque no acepto la libertad de cultos»[…]
Señores Representantes: ¿Entre nosotros la libertad de culto qué significa? ¿Cuáles son los cultos que hay entre nosotros? ¿Qué secta protestante, qué reunión de filósofos, de voluntarios, de racionalistas, de cualesquiera de la multitud de sectas filosóficas y cristianas que existen, hay entre nosotros como religión, es decir, como sociedad organizada? Ninguna, si no es la religión Católica, o lo que es lo mismo, el culto católico. ¿Qué quiere pues, el culto católico entonces? Quiere y debe reclamar la protección de los emperadores, de los reyes, de las autoridades todas; porque el deber de los ministros del culto católico bien entendido es predicar a los pueblos, paz, orden, progreso, respeto a las autoridades, obediencia a las leyes; predicar contra las tenebrosas maquinaciones de los que se quieran insurreccionar, falseando el nombre de la religión contra las autoridades legalmente constituidas. Y si el ministerio de la Iglesia, si el ministerio del culto católico se ha de ejercitar como es deber nuestro ejercitarlo, en el progreso social ¿No merecemos la protección de la sociedad? […]Busquemos señores, la libertad bajo la mirada de la ley: busquemos la ley: busquemos la ley bajo la mirada de Dios».2
Pero ¿Qué es lo que atemoriza a nuestras autoridades, a tal grado de pedir la protección de la iglesia? ¿Acaso es bajo «la ley de Dios» que las autoridades guatemaltecas se mantienen en el poder? Una lectura breve de la historia nos da las pautas para entender que el nepotismo y las plazas fantasma representan la ampliación y extensión de ese vicio por parasitar de los cargos públicos, entendiéndolos como una fuente de dinero fácil, fuente de poder y nunca como una forma de servicio. Abusando de los indefensos, comprando la voluntad de los mandos medios, y otorgando beneficios a quienes considere «superiores», con la ambición de aumentar ganancias personales.
«Por este medio se ha visto muchas veces que los individuos del Consulado se han excusado de asistir a las juntas y atenciones de este, por estar en las del Cabildo, y otras precisamente, han faltado a las del Ayuntamiento por hallarse en las del Consulado… Vea Vuestra alteza que aquí por lo que en Guatemala se adelanta tan poco. Se quiere un corto número de personas que sirvan todos los empleos públicos aunque sea reuniendo un individuo varios».3
Y claro, la actitud del funcionario público es deplorable, pero también lo es la del empleado que acepta el soborno o amenazas de su jefe, la culpa es también del así llamado «líder comunitario», que con el ánimo de enriquecerse llega a robar y explotar a su propia gente. El problema es que para el primero hay sanciones penales, que fácilmente puede evadir con el dinero así obtenido, pero para el subempleado de la burocracia, sólo existe una sanción moral, que se disimula bajo el «orgullo» de ser clase aparte. Mientras que, en el caso del alcalde municipal y alcaldes auxiliares del interior, no hay manera de hacerlo, su actuar está siempre a la vista de los vecinos de su comunidad, y si los abusos sobrepasan cierto límite, ellos mismos pueden llegar a la violencia para tomar venganza. Así el caso suscitado en octubre de 2015, cuando una turba enardecida linchó al Alcalde de Concepción, en Sololá, tras el asesinato de Lorenzo Sequec, activista social que promovía una auditoría social en su contra. Según la investigación ulterior, se encontró un desfalco de 20 millones. Pero no fue por el robo que la comunidad quemó al Alcalde, vehículos y vivienda, sino por el atentado contra el activista social que lo impugnaba.
Si bien es cierto que muchos racistas pretenden ver en este suceso un ejemplo de lo mal que se lleva la democracia en las poblaciones indígenas, lo que se pone en evidencia es la forma en que la corrupción del Estado permea las organizaciones ancestrales en las comunidades del interior, el intento de los líderes locales para plantear una solución legal ante dicho problema y finalmente, la respuesta violenta ante un sistema electoral que ignora las bases de derecho en que dice sustentarse.
Pero lamentablemente tampoco es primera vez que ocurre un hecho semejante
Así nos lo relata Severo Martínez Peláez:
“El cronista Ximénez, al referirse a cierto Alcalde Mayor que tuvo problemas con la Orden de Santo Domingo (de ahí la franqueza con que el cronista religioso pinta el cuadro). Refiere cómo el funcionario tenía en Rabinal un alcalde y gobernador indio “cortado a la medida de su deseo”, que le hacía el negocio del reparto de algodón y muchos otros. “El indio era tirano y cruel como el mismo Alcalde Mayor –dice- y a su ejemplo, el indio hacía también su repartimiento…” El pueblo se quejó ante la Audiencia varias veces contra el esbirro y consiguió que ésta ordenase su destitución. Pero el funcionario puso pretextos y dio largas, no solo porque “era el todo de su negocio”, sino porque estando por concluir su plazo, quería dejárselo recomendado al nuevo alcalde mayor (…).
Así pues, cuando vinieron los indios de Rabinal a pedirle al nuevo funcionario la destitución que había demorado el anterior, se toparon con que éste se hallaba aún más resuelto a sostener y defender al odiado esbirro (…).
Encolerizados ante semejante burla y convencidos de que ir de nuevo a la audiencia era perder el tiempo, masivamente cayeron sobre las casas reales del pueblo con intención de ponerles fuego. Era día y momento en que los dos alcaldes mayores se encontraban en el interior del edificio, y la intención era acabar con ambos de una vez. La intervención de los españoles y ladinos del pueblo con armas de fuego salvó a los funcionarios. Este motín en Rabinal ocurrió en el año de 1680. Y aquí podemos ver cómo los corregidores sobornaban a los altos funcionarios antes de entrar a disfrutar de su cargo: Como el corregidor saliente y el entrante se favorecían entre sí, disimulando el segundo los fraudes del primero y vinculando éste al otro con los indios caciques más eficaces en la colaboración para explotar a los pueblos del distrito.”4
Como bien atestigua la investigación de Severo Martínez, las líneas de corrupción en Guatemala tienen ya cerca de 500 años de existir, y más aún si recordamos el pago de impuestos que se menciona en el Rabinal Achí. Visto en perspectiva, podemos notar que se dibuja claramente un ciclo que empieza por:
a) Violencia generalizada: la invasión española, la reforma liberal, el conflicto armado interno.
b) Luego continúa en un momento de relajación, en el cual se otorgan algunos beneficios a la población explotada, con el fin de ganar adeptos, y se procura afianzarla mediante el adoctrinamiento religioso: la encomienda, el corto período que sucedió a la firma de la Independencia, la llegada masiva de iglesias evangélicas tras el conflicto armado.
c) Una vez obtenida la colaboración de los beneficiados, o más valdría decir, sobornados, los intereses se dirigen a conseguir el crecimiento económico, única garantía de que tanto explotadores como esbirros conserven sus posiciones. De modo que la explotación lentamente vuelve a agudizarse, los que ya eran pobres empobrecen aún más, la evasión fiscal y el robo están a la orden del día en la administración pública, aunque fijándonos en las cifras macroeconómicas, parece irónico, porque todo esto ocurre en épocas en que el comercio internacional ha sido benévolo para los grandes latifundistas: La ley de jornaleros en el gobierno liberal, la ley de vagancia en el gobierno de Jorge Ubico, la ley de salarios diferidos que se promovió recientemente.
d) Por supuesto, la desigualdad social, la corrupción en la administración pública, y el aumento de las cargas impositivas, desencadena luchas, en las que la población menos beneficiada se une momentáneamente a la clase media, los primeros por sobrevivencia, pero los segundos, para conservar sus privilegios: la rebelión de la montaña aprovechada por los liberales en 1837; la Revolución de Octubre y la comandancia de la URNG; y actualmente, los grupos neoliberales y los plantones frente a la plaza.
Esa manía por buscar siempre un beneficio colateral de las fechorías cometidas por otros, por disimular nuestras propias ambiciones dentro de la rapiña generalizada, aparentar humildad hasta tener a nuestro alcance las riquezas, y continuar aparentándolo para poder acusar al infractor principal, es el combustible que mantiene funcionando este sistema, y su referente más antiguo podemos encontrarlo en los herederos de los conquistadores:
«Juan tostado portero desta real audiencia de Guatemala por merced de vuestra magestad pidió se hiziese información de su necesidad y de lo poco que le vale el aprobechamyento de su oficio y los provechos del. Está necesitado por no se poder sustentar con el oficio que tiene sirve bien y diligentemente su oficio/…/ lo que vuestra magestad le haga alguna mereced con que sustentar merced de vuestra magestad hazerle ha vuestra magestad la que fuere más servido.
Firmaron este parecer el licenciado Valverde presidente desta audiencia y el licenciado Cristobal de Axcoeta, oydor della. El licenciado Cristobal Axcoeta. […]
«Juan Cisneros Reynoso pidió en esta audiencia de Guatemala que se hiziese información de los méritos de su persona y de la de Juan Sanchez, de xerez, su suegro vezino de la ciudad de qhuya en el piru, parece que el dicho Juan sanchez xerex fue conquistador de la gobernación de Popayán del tiempo del adelantado benalcazar y que sirvió bien en aquella tierra y que aunque fue gratificado con un repartimiento de indios fue poco lo que se le dio».
(Al margen se lee: “Juan tostado portero de esta audiencia anno 1579, Juan Cisneros Reynoso. Anno 1579, Diose segundo parecer año de 79). […]
«El capitán francisco del valle Marroquin ha servido a vuestra magestad en lo que se ha ofrecido con valor y con buena suerte y aunque vuestra magestad le hizo merced de mandarla dar unos yndios fueron para que se pusiesen en cabeza de un hijo suyo, el qual los tiene y posee y esta casado con hija del licenciado Corral que viniendo a servir a vuestra magestad en plaza de oidor desta audiencia murió en el camino y seran hasta quinientos ducados poco más o menos de renta y el fransisco del valle vive pobre, y sin tener sustento sino es el ocuparle esta audiencia en algunos oficios cabe en el que vustra magestad le haga merced de que se le provea alguna renta de yndios hasta en quantidad de quinientos o seiscientos pesos pues que los gasta en vuestro real servicio como lo han hecho en la jornada contra el corsario francisco drac y lo hará siempre que se ofresiere.
(f) El licenciado Valverde. 1581″5
Recientemente se ha dado a conocer que muchos de los empleados del Congreso, desde secretarias, guardias de seguridad hasta los empleados de limpieza devengan un salario varias veces superior al de un médico o un maestro en los hospitales y escuelas nacionales. Habría que considerar cuáles son esos «servicios» que no aparecen en la nómina de empleados, quiénes son esas nuevas majestades que hoy deciden limpiar la administración pública, enjuiciando hasta al Presidente, pues al igual que en 1500, se han convertido ya en porteros fastidiosos que no sirven para lo que cobran. No es la democracia lo que importa, para estos nuevos monarcas, sino el acceso a la riqueza y defender sus particulares intereses.
Notas:
1. Julio Cesar Pinto Soria: «Centroamérica, de la colonia al Estado Nacional». (1800-1840), Ciudad de Guatemala, Editorial Universitaria, 1986
2. Discurso de Rafael Arroyo, durante el debate sobre las relaciones entre la iglesia y el estado, Asamblea Nacional constituyente, 1879
Citada por Jorge Mario García Laguardia, en «Reforma Liberal en Guatemala: un ensayo de interpretación». Guatemala, PDH, 1997
3. Mateo Ibarra, Síndico del Real Consulado de Guatemala. 27 de enero de 1815.
Archivo General de Indias. Ibídem.
4. Severo Martínez Peláez, «Motines de Indios», Ed. En marcha, 1991.Pg.64
5.Álvarez, Lobos Villatoro, Toledo Palomo, Ricardo. “Libro de los pareceres de la Real Audiencia de Guatemala, 1571-1655”. Academia de Geografía e Historia de Guatemala. 1996.
Cooptación se dice ahora, y no tráfico de influencias, o traición a la patria, porque así parece un término técnico, especializado, ajeno al contexto internacional de la guerra fría, evitando así que una gran cantidad de analfabetos funcionales puedan entenderlo.
Recordemos que básicamente el ser humano es un animal inadaptado, debe “aprender” de sus semejantes a sobrevivir y comportarse dentro del colectivo, pues la naturaleza ha sido trasformado ya por las generaciones que le antecedieron.
Guatemala es un lugar ahistórico, porque las condiciones que vivimos son resultado de un conjunto de vicios, que se vienen repitiendo desde tiempos de la colonia, y en lugar de hacer un esfuerzo colectivo para enseñar algo nuevo a las generaciones siguientes…
Leonel Juracán. Un tipo que nació hace como 40 años, salió del IGSS de Pamplona en brazos de su madre. Juracán lee, camina mucho, dizque estudia, a veces ciencias y otras veces pajas humanistas, se embriaga con facilidad y se apasiona por la cultura, sea esta alta o baja. K’aqchikel desclasado, según linaje y racismo guatemalteco.