Por Salazar Ochoa

Quizá lo que más me dolió de mi ausencia en la inauguración de “En los prósperos días” es no haber probado las hamburguesas que iban a regalar ese día. Cuando me enteré, un sentimiento combinado de hambre y tristeza se apoderó de mí.

Lo único que me hace mantener el ánimo hoy (después de tan lamentable pérdida) es que ese sábado en la tarde en lugar de agarrar camino rumbo a Proyectos Ultravioleta, nos reunimos en el Granada con el jefe de jefes de la música experimental en Guatemala, sí, hablo de Joaquín Orellana, un hombre de esos que le hacen sentir a uno que a pesar de tanta podredumbre humana, vale la pena vivir estos días violentos en ciudad de Guatemala.

Ya habrá espacio más adelante para describir esa legendaria charla, ahora a lo que nos interesa: En La Hora constantemente nos llegan invitaciones para asistir a las más diversas muestras de arte contemporáneo; prácticamente todas las semanas del año tiene lugar un cóctel para inaugurar una exposición y cualquiera podría considerar impresionante la producción de arte guatemalteco, pero tampoco es para dejarse apantallar.

Dentro de toda esa maraña y fauna de artistas que habitan las galerías de la ciudad, se encuentran muy pocos que tengan algo importante qué decir más allá de los lindos paisajes y bodegones. Por fortuna, una amiga de pelo amarillo me puso al tanto de lo que se estaba fraguando…

El discurso visual de “En los prósperos días” difiere de la tendencia general, es incisivo y sarcástico. Al observar las obras de Jorge rápido se nota ese guiño provocador. De León huye del conformismo que parece embargar a la mayoría de por estos lares. No tengo nada en contra de quienes se dedican a pintar paisajes y figuras geométricas, al contrario, me agrada que tengan el tiempo y la inspiración suficiente para producir sus obras, es solo que a veces me gustaría que no le hicieran el feo a salir de lo abstracto, de la burbuja y retratar la realidad.

ES TIEMPO DE VER OTRO TIPO DE POSTALES

Las miniaturas de Jorge de León propician la reflexión y análisis de lo compleja que puede resultar la cotidianeidad en Guatemala. Los medios de comunicación se han empeñado en no hacernos perder la capacidad de asombro, porque saben que eso sería verdaderamente lamentable.

Las páginas del periodismo amarrillo y rojo siempre encuentran dedos sedientos y presurosos de correrse sobre sus páginas y obtener una buena carga de morbo que les alivie los síntomas de abstinencia. La cruda después de vivir una jornada intensa de injusticias y desesperación se alivia con unas oportunas imágenes que nos recuerdan que siempre hay gente que la pasa peor que nosotros. No se trata de decir que este país está acabado pero casi.

Siempre hay formas de escupirle la cara a la impunidad, la hipocresía, la mojigatería y reafirmar nuestro compromiso con honestidad e intentar desembrocarnos de esta tragedia.

No recuerdo la última vez que dejé escapar carcajadas tan fuertes en una galería de arte. Proyectos Ultravioleta se convirtió en el escenario de una experiencia sinigual junto a don James (piloto de La Hora), quien ese día me acompañó a conocer la obra de Jorge.

El día que decidí reivindicar mi ausencia confirmé que hay gente que no busca desentenderse del problema y que el arte es algo más que un paisaje cool.

Guatemala es ausencia, suicidio, pobreza y racismo. Es un país feo y muy inspirador. Jorge es parte de esa fealdad, es sincero con su trabajo, le preocupa la violencia, pero también se burla de su entorno…
Ameno Córdova


Jorge de León (Guatemala, 1976). Entre 1999 y 2003 se la rifó estudiando en la Escuela Nacional de Arte Rafael Rodríguez Padilla. Entre 1996 y 2002 se puso a hacerle tatuajes a varios personajes en áreas marginales de ciudad de Guatemala. Tiene en el bolsillo izquierdo varias exhibiciones personales. Su obra se encuentra en colecciones privadas de Guatemala, Nicaragua y Estados Unidos, en las colecciones de Blanton Museum of Art, University of Texas, Austin, Estados Unidos, Fundación Paiz Guatemala y Fundación Ortiz-Gurdian, Nicaragua.


Salazar Ochoa (ciudad de Guatemala, 1985). Es editor del Suplemento Cultural del Diario “La Hora”, un tipo arrogante y sin escrúpulos. En el año 2020 tiene contemplado abandonar el país definitivamente.

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