Por Werner Herpell
Berlín
Agencia/dpa

En un año de dolorosas pérdidas en el mundo de la música, la mayor conmoción se vivió un 10 de enero de hace 12 meses con la muerte de David Bowie. Ayer esta gran estrella de la música habría cumplido 70 años.

«Lo lamento mucho y es muy triste tener que decir que es verdad». Con esta frase su hijo Duncan Bowie confirmaba el 11 de enero la triste noticia. La desaparición de las figuras más importantes de la historia de la música pop llegó por sorpresa, ya que pocos sabían del cáncer que lo estaba consumiendo.

En todo el mundo hubo tributos al músico. Horas después de conocerse la noticia se podían ver flores, recuerdos y mensajes de condolencia en Londres, donde nació, en Berlín, donde vivió una de sus etapas musicales más fructíferas, o en Nueva York, su último hogar.

Resulta difícil ponderar su lugar en la música rock ya que los expertos lo consideran un genio universal de la cultura pop. El periodista y escritor alemán Tobias Rüther, que ha indagado en el periodo en el que Bowie vivió en Berlín (entre 1976 y 1978), destacó en entrevista con dpa sus múltiples talentos. «Era polifacético, tanto desde el punto de vista musical como visual, en sus puestas en escena y en su forma de actuar. Era mucho más que sólo rocanrol», dijo. Con su verstatilidad, Bowie fue un precursor para otros músicos.

David Robert Jones nació un 8 de enero de 1947 en el barrio londinense de Brixton. Según el recuento oficial, publicó 25 álbumes, desde su fracasado debut en 1976, en plena era del «flower power», hasta su monumental «Blackstar» (de 2016), que lideraba en diciembre la mayoría de las listas de los mejores discos del año.

En vida Bowie vendió más de 140 millones de discos y por ello fue uno de los músicos más exitosos en todo el mundo, así como uno de los más ricos.

El joven británico consiguió el éxito en 1969 con un trabajo próximo al folk, «Space Oddity», con un conmovedor tema sobre un astronauta ficticio, Major Tom. Siguieron trabajos que marcados por el glamrock como «Hunky Dory» y «The Rise And The Fall Of Ziggy Stardust», con los que a principios de los 70 jugaba con extravagancia a la ambigüedad de género.

Fue en esa década cuando tuvo su fase más creativa, con trabajos que marcaron estilo como la adaptación soul de «Young Americans», el clásico del rock «Station To Station» o los celebrados temas «Low» y «Heroes». Este último, que fue grabado en Berlín, está considerado un himno inmortal del músico a la ciudad alemana.

En los años 80 Bowie pasó de ser uno de los favoritos de la crítica a superestrella con su álbum de funk y blues «Let’s Dance». El artista llenaba estadios en todo el mundo. Siguió sondeando géneros sin rumbo fijo hasta que un ataque al corazón en 2003 le apartó de ese camino.

Entonces se retiró a Nueva York, donde vivió con su segunda esposa Iman Abdulmajid, y su hija Alexandra nacida tres años antes, disfrutando del anonimato que le ofrecía la Gran Manzana.

Durante años se escuchó y se vio poco a Bowie, hasta que a sus 66 años regresó con el disco «The Next Day» (2013) y la melancólica balada «Where Are We Now?», que conectaba con anteriores éxitos.

Bowie ya no daba conciertos ni entrevistas, pero seguía activo en la música. Conectó viejos y nuevos temas en su musical «Lazarus», que se estrenó antes de su muerte en Nueva York. Y volvió a conseguir un trabajo brillante con su audaz álbum «Blackstar», en el que converge el rock, el jazz y sonidos de vanguardia.

Para el saxofonista Donny McCaslin, que trabajó en el último disco de Bowie, el británico era «un artista (…) que no tenía miedo a arriesgarse, que dinamitó fronteras y que atrapaba al público. La calidad de su trabajo pervivirá durante generaciones».

Y eso se puede decir sobre todo sobre su música, a pesar de que Bowie también tuvo éxito con el cine («The Man Who Fell to Earth», «Merry Christmas Mr. Lawrence» o «Basquiat») y en el teatro («El hombre elefante»).

Fue además el primer artista pop al que un museo le dedicó una retrospectiva. La exposición «David Bowie is…» en el Victoria and Albert Museum de Londres en 2013 mostró su gran influencia en videos, moda, arte y cultura. Millones de personas acudieron a ver esta exhibición, que también viajó a Berlín, París y Melbourne.

A la hora de comercializar su arte, Bowie también fue un precursor. En 1997 fue el primer músico rock que convirtió en activos financieros sus canciones al acudir a la Bolsa de Nueva York con un catálogo de sus temas. Además, en los años 90, una época de poco interés musical para él, adquirió obras de arte de forma entusiasta y con conocimiento artístico. Parte de esa colección se subastó en noviembre en Londres consiguiendo cifras récord.

En los meses que siguieron a su muerte, su música volvió a ganar impulso con las ediciones póstumas de grandes éxitos.

Era polifacético, tanto desde el punto de vista musical como visual, en sus puestas en escena y en su forma de actuar. Era mucho más que solo rocanrol.
Tobias Rüther, periodista y escritor alemán.

Líder en ventas

más de 140 millones
de discos vendió en vida David Bowie.

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