Por Pablo Rangel

Hay muchas casas donde los dueños tienen imágenes de santos, de Jesús, de la Virgen María, etc. Estas imágenes representan a las personalidades que veneran, en el caso de los cristianos buscan declarar una presencia y reafirmar su creencia. En otras casas tienen imágenes de otras personalidades, Sai Babha, Buda, deidades hindúes. Incluso, hay casas en Guatemala donde tienen una pequeña imagen o representación del Hermano Simón, Maximón o como le llaman en el occidente Ri Laj Mam (el abuelo), al cual dependiendo del lugar donde esté se le pide protección, encargos o por otro lado cosechas y siembras fructíferas. En los últimos años se ha convertido moda de forajidos y gente de la vida bandida la «Santa Muerte». Frente a la imagen de un esqueleto entronado piden las cosas que jamás podrían expresar a una imagen religiosa.

_BCada una de estas imágenes atrae lo que sus portadores desean, más allá de las cualidades sobrenaturales y humanas que les otorgan. Cada símbolo, aunque quizá los dueños no lo perciban, encierra una relación con una parte espiritual (o inconsciente) de ellos mismos.

Hace tiempo conocí a una familia que se preciaba de ser muy racional como se describían a sí mismos. Sin embargo, una serie de situaciones infortunadas los había llevado a preguntarse seriamente sí había algo o alguien que estaba influenciando y produciendo su desgracia. No creían, ni el padre ni la madre, que algo paranormal estuviera afectándolos, no obstante, en la casa, todas las noches sucedían cosas inexplicables. Trataron de racionalizarlo, anotándolo y buscando observar cuántas veces se repetían los episodios. Al final, este ejercicio lo único que logró fue ponerlos en una tensa calma que por momento se desbordaba y hacía perder la cabeza.

Los hijos (como suele suceder)no iban por el mismo camino de los padres. Tenían dos, una joven que estaba en sus primeros años de universidad y un joven, bastante esquivo y de lúgubre apariencia, que no veía a los ojos, simplemente estaba en otro mundo, parecía que guardaba algo. Varias veces visitamos la casa, incluso me acompañaron varios amigos que documentaban sucesos paranormales. Observamos cosas extrañas en las cámaras, pero, no pudimos explicarlas. Mientras estábamos ahí, parecía que nada pasaba. Sin embargo, a la siguiente noche recibíamos las llamadas de la señora y el esposo, voces alteradas, gritaban pidiendo ayuda, el terror les hacía perder la compostura y el pánico se desataba en aquel hogar.

Cada vez que estábamos en la casa no entrabamos a una habitación pues estaba cerrada con llave, la puerta parecía invisible, estaba pintada de un color opaco que se confundía con la pared.

-¿Quién duerme ahí?

-Ese es el cuarto de Brayan, mi hijo

-¿Tendremos oportunidad de entrar?

-Mmmm eso es tema aparte… déjeme hablar con él y quizá si mi esposo le dice y le avisamos con tiempo… podrían… pero no sé aún -la señora veía al esposo como buscando que él reafirmara algo-

-Me parece bien, ¿podría ser dentro de dos días?

-Yo le aviso

-La noche del día siguiente recibí un mensaje de texto, «ya hablamos con mi hijo, pueden venir mañana».

Llegamos al siguiente día, entramos y como era costumbre nos sentamos en la sala, en esta ocasión me acompañaba mi esposa quien también es investigadora paranormal y además conoce mucho de magia, sectas ocultas, historia antigua y otros temas.

Llegamos directamente a la habitación, mientras, la dueña nos contaba que la noche anterior habían escuchado sonidos sumamente extraños en toda la casa, golpes profundos y pasos que no escuchaban antes. Entramos a la habitación. El cuarto más extraño en el que habíamos estado antes. Una cama sencilla a ras del piso. La cabecera era una pared pintada de negro. La pared contigua pintada de dorado y forrada con papel dorado, una combinación extraña. Varios posters con dibujos extraños, símbolos que parecían runas y en medio de este collage de simbología una fotografía grande con una persona parecida a Alfred Hitchcock (al menos eso me pareció a mí).
Vi de reojo a mi esposa y percibí la sonrisa a medias que significa «encontré algo importante». No dijimos nada, solamente tomé algunas fotografías y filmamos unos instantes con la cámara de video para observar si algún tipo de actividad se manifestaba. Pero me seguía intrigando que mi esposa insistía en que lo dejáramos todo, ¿no era necesario obtener más explicaciones?

Cuando nos íbamos nos subimos al carro. Ella manejaba, yo encendí el radio para escuchar las noticias, cuando ella lo apagó intempestivamente para decirme:

-Te quiero decir algo y espero que no lo tomés a mal.

-¿Qué pasó?

-No vuelvo a poner un pie en esa casa y menos viendo lo que vi ahora, te pido también que por el bien de nuestra familia y relación dejés de llegar a ese lugar.

-¿Pero por qué?, no comprendo, ¿qué viste?

-La imagen…

-¿Qué imagen? ¿la fotografía de Hitchcock?

-Ese no es Hitchcock, ni de asomo, el que está en esa foto es uno de los magos negros más poderosos del siglo pasado. Se llama Alester Crowley. Ese tipo fue la base de todo satanismo y secta oculta, magia tenebrosa y cualquier cosa relacionada con el inframundo y los planos más bajos del astral.

-¡Por la vida de la gran puta! ¿Y qué puede pasar si esa imagen está ahí?

-Pues lo obvio es que el muchachito que ni habla viendo a la cara, tiene montado un altar e iglesia satánica en su casa. Y seguramente los ruidos que escuchan en las noches son los rituales que el «nene» está realizando. No me extrañaría que incluso haya realizado algún sacrificio o hecho algo con partes humanas muertas o cualquier porquería.

-Pero, pero… y ¿entonces?

-Ya te dije, no vayas más, bloquealos de tu teléfono, porque igual ahora que entramos a la cueva del patojo diabólico ese, nos va a odiar y empezará a operar para enviarnos alguna porquería. Que ni sepa que existís ¿me entendés así o querés ir a compartir desgracias con esa pobre gente?

-No, pues así por las buenas comprendo bien. No iré más.

Años después, me invitaron a dar una cátedra introductoria a la perspectiva de Carl Jung en la Universidad de San Carlos. Fue un viernes por la noche (lo recuerdo bien). De pronto entró un mendigo al salón. Sin embargo cuando me fijé con detenimiento no se trataba de un mendigo, era un demente, alguien con la mirada perdida, vestido con harapos. Cuando lo vi aún más de cerca me di cuenta que era el papá de la familia donde vimos todo aquello que pasó. Lo reconocí y sin acercarme totalmente le pregunté:

-¿Cómo está? ¿Cómo ha estado su familia?

Él solo balbuceó

-Brayan, el Brayan, el Brayan… mató todos, mató todos, mató todos… y se mató él, se entregó a Satán.

Un escalofrío me recorrió inmediatamente. Salí corriendo del CUM (sede de la Facultad de Psicología de la Usac) llegué a mi carro con la sensación de ser perseguido por algo. Como pude salí y no recuerdo cómo pero llegué a mi casa en la zona 5 en menos de 10 minutos, entré pálido y temblando. Mi esposa me vio y de nuevo la sonrisa a medias  «¿no me digas que viste algo de aquella casa endiablada?»


Pablo Rangel (Ciudad de Guatemala, 1975). Su infancia y adolescencia fueron cercanas al gnosticismo, esoterismo y magia. Desde 1997 se formó en las Ciencias Sociales en la Usac, Noruega y FLACSO. Se dedica a la docencia y escribe desde análisis políticos hasta pequeñas historias de terror y medicina natural.

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