Una colaboración de Victoria Castañeda | Esquisses

Cuando uno piensa en la vida circense, lo primero que se le viene a la cabeza son payasos, trapecistas, fuego y malabares. Algo que muchas veces quisimos experimentar, el sueño de todo niño, ser parte de un circo. A mediados de este año, nuestro querido Panchorizo dio a luz la primera escuela de formación en artes circenses, un lugar donde niños, adolescentes y adultos pudieran llegar a divertirse y formarse en ejercicios que uno consideraría fáciles de aprender. ¡Al fin podemos hacer nuestro sueño realidad!

Llegué a este rinconcito ubicado al lado del famoso Cerrito del Carmen, desde lejos podía ver el curioso cartelito indicando “martes y jueves yoga de 6:30 a 8:00 pm” y el pavimento lleno de dibujos, garabatos de colores y muñecos, “sí, aquí debe ser” pensé.

Al subir las gradas ya se escuchaban las risas y la música clown/jazz sonando y deleitando las instalaciones. Ilustraciones, recortes y dibujos de circos fue lo que me dio la bienvenida a tan acogedor lugar. “¡Pancho, pancho!” sonaban varias voces. Al pasar la puerta, vi un aproximado de 15 niños rodeando a Panchorizo quien con una sonrisota en su rostro, enseñaba a cada uno cómo hacer un ramo de flores con globoflexia.

Con frases como “prohibido decir no puedo” y “la vida es buena, me siento bien y cada vez mejor”, la Escuela de Circo Bat’z también se encarga de enseñar valores como limpiar el lugar que utilizas, iniciar tu jornadas con un tiempo de meditación, saber ser paciente y que las micadas no solo consisten en hacer reír a la gente o jugar, sino ser responsable con lo que haces y tomar en serio tus retos.

La mañana se pasó volando y pues dejaré que las imágenes hablen por si solas de este lindo recinto dedicado para dejar salir el niño que todos tenemos.

Victoria Castañeda. Fotógrafa de la calle, de escenarios y de la vida.

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