Por Fernando Chuy

Voy camino al IGA a ver el pre-estreno del musical “Scrooge”, una pieza teatral basada en la novela “Cuento de Navidad” de Charles Dickens. Llego tipo siete treinta y cinco, busco dónde dejar el carro y aparece el clásico extorsionista callejero que me dice “¡Dele, dele, hay parqueo!», mientras empieza a quitar sus botellas vacías de doble litro de coca que reservan el espacio.

_Cul2_1BNo dudé en estacionarme siguiendo sus instrucciones: ¡Atrás-atrás, retroceda, dele-dele! ¡Ahí no más! Me bajo del carro y me dice le cobro los 20 de una vez; le digo que le voy a dar “sus 20” al regreso y agarro para el Teatro Dick Smith imaginándolo semivacío pero una gran cola me sorprende en la entrada. Mientras hago fila, más gente entusiasmada se suma. En la entrada me piden el nombre y menciono “Fernando Chuy”, el taquillero dice “¿Fernando cómo?”, “Chuy”, respondo, mientras él encuentra mi nombre completo, lo marca y sólo entonces suelta un muy bien, disfrute de la obra, pase adelante.

Me afligí por un instante y la duda de si mi apellido asiático habría ocasionado cierta confusión ridícula me llenó, pero que si siempre no. Una vez dentro del recinto (era mi primera vez en aquel teatro) veo un montón de gente esperando ansiosa el comienzo del musical: niños inquietos, adolescentes sumergidos en las pantallas luminosas de sus teléfonos, abuelitos a punto de caerse del sueño… Me siento y espero mientras una voz misteriosa hace las tres llamadas, las luces se apagan, ¡Que comience la obra!

Transcurre frente a mi merced un musical de Natividad, la gente canta y ejecuta sus coreografías, vestidos al estilo de la época victoriana. Mientras observo me digo a mí mismo “Qué rápido pasó el tiempo, ni se sintió y ya va a ser Navidad ¡qué huevos, va? ¡Volver a comenzar todo otra vez!”. Sigo viendo el musical mientras el señor Scrooge hace como que trabaja prestando pisto, todo enojado él durante la Noche Buena, no siente alegría por la Navidad, solo le interesa ganar pisto. Caen unas personas a su negocio y le piden un donativo para los pobres, Scrooge los manda al carajo y añade que todos los pobres deberían de morirse de una vez para así acabar con la sobrepoblación. Después su sobrino lo invita a pasar la Navidad en familia pero Scrooge le dice que no, que tiene mejores cosas qué hacer, ya ustedes saben cómo fluye la historia, si no, vayan a ver el musical.

Al salir de la función me fui pensando en lo que había pasado ese día, cuando sacaron a todos los comerciantes callejeros de la Sexta Avenida de la zona 1. No sé por qué pero asocié al alcalde de la ciudad, don Álvaro Arzú, mezquino y amargado heredero oligárquico, neoliberal consuetudinario, con el señor Scrooge. El mismo que reduce carriles desde la Aguilar Batres hasta la Bolívar e inaugura pasos a desnivel, incapaces de evitar embotellamientos, pero muy útiles para los centros comerciales… No sé, pero me cae mal el señor, siento que es un gran prepotente con eso de la “ciudad del futuro”, debería preocuparse por la gente de a pie para tener una ciudad más humana e integral.

Bueno, cada quien pasa una navidad triste o alegre. Hay quienes no creen en la Navidad ni la celebran y la miran como otra fecha de consumismo. A partir de la influencia de los gringos, la mara se dirige en bandadas hacia los “malls” para aprovechar el “Black Friday”, día que inaugura la temporada de compras navideñas, supuestamente con unas grandes rebajas. Ellos son “libres” de gastar su pisto en lo que sea, pero son unos grandes incautos además de codos. Ya no tarda en venir diciembre y muchos lo esperan emocionados desde ya. Hasta yo, siendo un asiático que celebra la navidad, sé esperar las fechas oportunas de celebración, pero en fin…

Las presentaciones

El musical «Scrooge» estará presentándose en el Teatro Dick Smith del IGA los viernes y sábados, a las 20:00 horas, y los domingos, a las 17:00 horas, del 18 de noviembre al 4 de diciembre. La admisión es de Q125 en preventa, entrando a culturales.iga.edu y Q140 en taquilla.

El domingo 27 de noviembre se efectuará una función especial a beneficio de la fundación Aldo Castañeda, con un precio de Q250 por entrada (preventa y taquilla).

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