Una colaboración de Pablo Rangel | Barrancópolis

Si había alguien a quien la música de Venom le gustaba en Guatemala era a Rony López. Todas las noches llegaba a su casa a poner a todo volumen las canciones de la banda británica. Las escuchaba una y otra vez, se sentía hipnotizado por Cronos, el bajista, que cantaba con una voz poco afinada pero con presencia y fuerza.

Black Metal era la canción que lo traía loco. A pesar de ser un hit de 1982, diez años antes de su nacimiento, para él era como haber descubierto un tesoro musical. Retrocedía la canción una y otra vez, hasta 50 veces para oír la introducción y el pedazo que decía algo como “Entrega tu alma a los dioses del rocanrol… Black Metal”, con una voz gutural, infernal.

Los vecinos de arriba, abajo y de los lados, pues vivía en un pequeño apartamento en un condominio multifamiliar no opinaban lo mismo. Incluso, le habían llamado la atención con el Comité de Vecinos, todas las noches retumbaba el mismo estribillo, la misma canción, los gritos de Rony y hasta las 2 de la mañana que se iba a dormir, mientras tanto, había espantado el sueño de grandes y pequeños.

Y es que Rony no tenía familia, su mamá vivía en Sololá, y apenas se veían una vez al mes, cuando tenía feriado de su trabajo en el banco. No había forma de encontrar a alguien “responsable” que le hiciera entrar en razón. Nadie podía hablarle porque salía tan temprano en la mañana que nadie estaba despierto y en la noche no escuchaba el timbre de la puerta porque desde que llegaba retumbaba la música.

Los vecinos de los apartamentos del piso de abajo se quejaban del ruido de pasos tan fuertes, una señora fue al comité a decir que Rony parecía que tenía un zoológico, se escuchaban pasos y golpes en el piso que no parecían humanos, eran más como que hubiera un animal con cascos. En todo el corredor empezó a encontrarse pelo de animal. Como dijo don Ariel, originario de Quetzaltenango –Ese pelo es de cabra–.

¿Qué estaba pasando? se preguntaban los vecinos, y nadie se atrevía a poner un pie cerca del apartamento de Rony, algo instintivo mantenía a la gente alejada de aquel lugar que en los últimos días se había tornado aún más tenebroso.

Invitaron al pastor de la iglesia del condominio, le contaron todo y dijo que él pensaba que Rony estaba haciendo sacrificios y algún tipo de rito satánico. Al decir eso la tensión creció aún más. La mayoría de personas que asistían a la iglesia de este señor creían ciegamente en sus veredictos y además funcionaban como caja de resonancia, es decir, lo que decía él estaba a un paso de ser Palabra de Dios. Para darle solución al problema, el pastor con su séquito se iban a apersonar en el condominio el próximo sábado en la noche y cuando Rony estuviera en el clímax de lo que estuviera haciendo iban a intervenir sorpresivamente. Los iban a acompañar los guardianes que andaban armados y si había que derribar la puerta lo harían.

Llegó la hora. El sábado Rony subió rápidamente a su habitación y empezó a sonar Black Metal a todo volumen. El grupo de personas ya llegaba a 30 y se habían reunido en la entrada del edificio. Llegó el pastor con los guardianes y se fueron acercando, las ventanas en el tercer piso donde vivía Rony retumbaban. La música se hacía cada vez más intensa a medida que la turba se acercaba a la habitación.

Tocaron la puerta unas 10 veces, gritaron y dijeron de todo, solo se escuchaba la música a todo volumen. Los dos hombres más fuertes del grupo tomaron impulso y derribaron la puerta. La chapa voló hacia adentro. Empezaron a entrar y el apartamento estaba enteramente desordenado y había un olor fuertísimo como el de un establo. No veían a Rony hasta que entraron a la habitación principal y vieron un cuadro que jamás, ninguno de ellos va a olvidar en toda su vida.
De espaldas, parado en dos patas, se veía un animal gigante, parecía un búfalo, en realidad era algo cercano a un “fauno” o un “macho cabrío” antropomorfo pero sin pies sino que con cascos, Rony, estaba sobre el piso en una estrella de cinco picos dibujada con sal y con veladoras en cada uno de los picos. Él, completamente desnudo, con los glúteos viendo hacia arriba. En su espalda varios símbolos marcados con cuchillo en su piel.

Una de las “hermanas” del grupo desconectó las bocinas que reproducían una y otra vez el estribillo de la canción. En ese instante el animal se percató de la presencia de mucha gente en el lugar. Se dio la vuelta, caminó frente a todo el mundo, al hermano David se le aflojaron los esfínteres y defecó ahí mismo. Todos los demás estaban petrificados. El animal se acercó a la ventana, se subió a la baranda y brincó al vacío unos 10 metros. Rony gritaba que no se fuera, que esperara que era el fin del proceso, y como no se detuvo, corrió él también y salto los 10 metros.

Después de esto el cuerpo sin vida de Rony quedó en la acera del condominio, no soportó una caída tan alta.

Desde ese momento, nunca más se escuchó Black Metal.


Pablo Rangel (Ciudad de Guatemala, 1975). Su infancia y adolescencia fueron cercanas al gnosticismo, esoterismo y magia. Desde 1997 se formó en las Ciencias Sociales en la Usac, Noruega y FLACSO. Se dedica a la docencia y escribe desde análisis políticos hasta pequeñas historias de terror y medicina natural.

… algo instintivo mantenía a la gente alejada de aquel lugar que en los últimos días se había tornado aún más tenebroso.

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