Por Juan Calles

Habitar una ciudad que no existe, o que quizá existe únicamente mientras escribís sobre ella, habitar una ciudad que vos mismo construiste y saberla fría, silenciosa, cruel y desierta, debe ser espantoso, pero no lo sé de cierto. Una poderosa duda me tomó por el cuello y no me quedó más que citar al autor de Ciudad Desierta para tomar unos tragos imaginarios y hablar de su ciudad imaginaria.

_BLuis Uip un guatemalteco apátrida viviendo entre Alemania y Austria escribió este libro titulado Ciudad Desierta, que al leerlo me pareció tener un cubo de hielo entre las manos, aceptó mi invitación y quedamos de encontrarnos al medio día en un no lugar, en un lugar virtual para platicar sobre su libro y sobre sus letras.

Parecía tener frío, «Me estoy cambiando de ciudad» me dijo a manera de saludo, yo tenía su libro en las manos, leía y podía sentir la lectura como flashazos de luz blanca, hiriente, ruido de espejos quebrándose, no le respondí, mi cerebro solo repetía para sí mismo: Si no estás atento te perdés, esto no es un juego, esto no es una fantasía, esto es poesía a raja tabla, esto es una tormenta de golpazos irredentos.

Una condición de apátrida parece dolerle a Luis, una cicatriz en el cielo, un espejo que refleja cadáveres, un blanco absoluto ocupa sus palabras que buscan la absolución de su «tener» que irse.

«Me esfuerzo para estar lejos de la tristeza, pero si soy un tipo muy solitario y estando solo no se hace mucha fiesta» comenta mientras sube el zipper de su chumpa, parece sufrir de frío, le comento que el verso de su libro que más me gustó dice: «la soledad empieza cuando veo mi reflejo al final del vaso» él solo levanta el vaso, se lo empina y luego responde: Para mi significa que lo más triste es saberse triste.

En Ciudad Desierta, Uip utiliza cortos versos para escupir las manchas de tinta que le carcomen las vísceras, hay algo en su poesía que duele, que lastima, no hay revancha, no hay odio, solo dolor, un dolor que lo ocupa todo. Las figuras que simulan manchas son su reflejo en el espejo. La naturaleza es un escenario constante para Uip, un escenario neciamente minimalista y frío, altas montañas, mares profundos evaporándose infinitamente, una desolación insoslayable.

Guarda silencio, parece estar pensando que va a responder, en realidad son las palabras que se le atoran en la garganta, tiene mucho por decir pero calcula a precisión como decirlo. «Creo que considerarme apátrida sería darme por vencido en la búsqueda de un lugar que se acople a mí. Pero si, es la falta de una ciudad que pueda llamar mía. Un lugar en el cual podría sentar cabeza. Al lugar al que siento ganas de volver sin haber estado allí. Tal vez también ese sentimiento ya es parte de mi personalidad. Pues al final me he estado mudando mucho en los últimos 7 años. Pero siempre me he mudado por inconforme. En las ciudades en las que he vivido siempre están por un lado los edificios, la repetición, la gente, los carros, la insensibilidad de la arquitectura, el control ciudadano, la denuncia de mis actos. Y por otro lado siempre están las nubes, en invierno, gris y silencioso lleno de formas, lleno de lo que quiera; por eso el libro es gris por dentro.»

Poetizar las funciones celulares no es ajeno a las funciones de la ciudad desierta de Uip, un sistema que no funciona, un cáncer que se devora así mismo, un agujero negro lleno de agujeros negros, «la tristeza universal». Creo que allí ya no estás viendo a la ciudad, sino la ciudad te mira, ¿Es posible eso? Lo miro a los ojos exigiendo una respuesta. El parcamente responde:

Sí es posible. El texto que citás es más una crítica a la ciudad convencional. Al uso rígido del lenguaje arquitectónico y a las regulaciones excesivas. Es eso lo que hace la ciudad desierta necesaria.

Caminar por la Ciudad Desierta de Luis Uip es un ejercicio de imaginación que se disfruta y se sufre, un trabajo de Ediciones Bizarras que me recuerda las publicaciones setenteras de Vértebra y otros círculos literarios que se caracterizaron por la ilustración que acompañó a las letras. En Ciudad Desierta, los de Ediciones Bizarras junto al autor realizaron una publicación que parece vieja, pero con una tremenda actualidad, una edición caótica y fría como el conjunto de los textos de Uip. La idea original fue publicar las ilustraciones en gris, eso le hubiera dado mucha riqueza visual al libro. Al hacerlo en negro se obtuvo una publicación pesada, densa, que dificulta la lectura, pero no la impide.

Hubo un silencio helado durante nuestra conversación, para romperlo pregunté como una ocurrencia si te dieran una lata de pintura en spray mientras caminas por la Ciudad Desierta a las 3 de la mañana ¿Que diría tu pinta?

Mirá a ninguna parte y responde:

«Adiós»

¿Siempre estás yéndote? «Sí, para mí huir es una acción sabia y no cobarde. Si puedo huir de mis problemas lo hago. Si mi problema es una ciudad, me mudo.»

Pedimos los últimos tragos, Uip está en Alemania y yo en Guatemala, dos ciudades desiertas, en la primera la noche avanza inexorable, en la segunda el medio día caluroso y caldoso invita a la siesta. Los últimos tragos nunca llegan, pero encuentro el mejor verso del libro «la soledad empieza cuando veo mi reflejo al final del vaso» y ya no se te antoja el último alipuz, decidís disfrutar la soledad y tristeza de Uip, en un acto sádico, agradecés que el autor esté revolcándose en su nostalgia y así obtener como lector esos versos que seguro te acompañarán una parte del viaje, de tu propio viaje por esta Ciudad Desierta que sos vos.


Juan Calles. Periodista, documentalista, lector de tiempo completo, ha facilitado el taller de narrativa del Centro Histórico. Autor de «Triciclo», libro de cuentos cortos. Nació en mayo del 73, pero no está seguro de ello.

«La soledad empieza cuando veo mi reflejo al final del vaso.»

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