Una colaboración de Quimy De León | Barrancópolis

Levantarse, bañarse y cambiarse no siempre es una rutina fácil de llevar. A veces puede ser un verdadero martirio y motivo de desesperación no encontrar qué ponerse para no verse o sentirse gorda. Esta situación la puede vivir cualquier mujer, tenga sobrepeso o no y ese es parte del problema.

Desde la lógica y la mirada de la mayoría el estar gorda significa estar fea y esto genera una serie de sentimientos de odio y de desprecio que lamentablemente son socialmente aceptados. Esto se expresa desde insultos, acoso y hasta chistes. Es común referirse a una mujer con sobrepeso como “gordita”, como una manera de condescender y minimizar lo que se considera un insulto o una condición inferior y degradante, como cuando se dice “indita” o “negrita”.

La mirada dominante acerca del cuerpo femenino asocia la belleza con la delgadez y le da atributos como la delicadeza, el autocontrol, la abstinencia, la juventud y la virginidad. Un valor estético del cuerpo está asociado a estar flaca como la Barbie o las modelos de pasarela. Este valor también está asociado a otras categorías como la raza, la edad, el género y la clase. Por lo que, quien no encaja en esos estándares puede llegar a sentirse infeliz, inferior y fea. Fea porque está gorda.

En Latinoamérica y en Guatemala donde la mayoría de las mujeres tenemos rasgos y características alejadas de la blanquitud y de estos valores estéticos es increíble que la discriminación y la exclusión a los rasgos “diferentes” sean tan cotidianas. Cuántas veces nos hemos dicho, nos han dicho o escuchado expresiones de odio como “gorda asquerosa” “cerda” “cocha” o “marrana” para referirnos a una mujer que podría o no tener exceso de tejido adiposo. Incluso se utilizan para asociarlo a la suciedad de cualquier índole incluyendo lo sexual. En fin a todo lo que puede hacerse en exceso o salirse de los límites de lo establecido.

Pero… ¿qué significa estar gorda?

El miedo a la gordura es algo construido socialmente y que está enraizado e internalizado en las mujeres de tal forma que es una preocupación constante y uno de los miedos más profundos, muchas mujeres viven con frustración y culpa acerca de su cuerpo y régimen alimenticio. Otras mujeres ni siquiera se ven al espejo desnudas o no se pesan nunca para no tener que enfrentar la propia corporalidad con naturalidad. Ni pensar en desnudarse frente a la pareja y vivir este aspecto con plenitud o pasearse con tranquilidad en una playa cualquiera en traje de baño ¿Lidiar con el propio cuerpo puede entonces significar un castigo social? ¿Cómo se construye la propia identidad desde la negación y odio del propio cuerpo?

Ser, estar gorda o sentirse gorda puede ser una condición bastante subjetiva que va más allá de tener grasa de más en el cuerpo. La preocupación o la obsesión por estar delgada puede llegar a extremos en los que una mujer puede no tener exceso de tejido adiposo ni sobrepeso y sentir que está gorda.

Cada vez es más común conocer sobre mujeres jóvenes con trastornos de conducta alimenticia como la anorexia o la bulimia, con tal de estar delgadas y ser aceptadas socialmente. La discriminación contra las mujeres que son consideradas gordas parece no inmutar a nadie, para acceder a determinados trabajos y actividades en espacios públicos se excluye generalmente a quien tiene sobrepeso. Mucha de la ropa que se vende en las tiendas es confeccionada para mujeres delgadas.

La misoginia entre mujeres se expresa también con el odio a la gordura. Es común escuchar saludos que parecen inofensivos, en lugar de un “hola ¿qué tal?” se intercambian comentarios como “qué gorda estás” o “qué delgada estás” y eso basta para destrozarle o hacerle el día malo a alguien.

El orden social es esquizofrénico, cuando somos bebés o incluso niñas la gordura es signo de salud y bienestar, con el tiempo y llegada a la adolescencia y la juventud es la delgadez lo que tiene valor. Y así desde ahí muchísimas mujeres pasamos toda la vida pensando en la dieta y algunas haciendo dieta, luchando contra la gordura.

Muchas mujeres podemos pasar años y la vida entera pensando y luchando por transformar los cuerpos para llegar a la “perfección” con cuanta cosa se nos puede ocurrir, con la promesa de que una vez ahí se alcanzará la felicidad. Esa promesa tiene relación más que estar bien con una misma y con el autocuidado, con los demás, con satisfacer la demanda de la colectividad, con los hombres. La noción última o primera quizá sea agradar a los hombres, a la familia o al mundo, encontrar novio y marido. Cuerpos para otros, vida para otros.

Autoaceptarse, reconocerse y vivir sin culpas, angustias, ni vergüenza es un reto imprescindible para empezar a disfrutar el placer, los deseos y la vida. Conocer lo maravilloso que es el cuerpo en su funcionamiento, anatomía e incluso en la posibilidad de hacer de él un campo de disputa.


Quimy De León (Xela, 1973) Coordinadora de Prensa Comunitaria. Trabajadora de la salud e historiadora.

La mirada dominante acerca del cuerpo femenino asocia la belleza con la delgadez y le da atributos como  la delicadeza, el autocontrol, la abstinencia, la juventud…

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