Por Heidy Gramajo

Mauro Osorio es un artista autodidacta que inicia su proyecto estético en 1986. Primero como dibujante ilustrador en diferentes instituciones y principalmente en el Suplemento Cultural Tzolkin, del “Diario de Centro América”. Su carrera se ha definido entre el dibujo de corte dramático-existencial (con series como “Ecce Homo”, “El circo de la tragedia”, “Espejo”, “Variaciones en torno a un difunto”, etc.) y la pintura abstracta en formato grande. Asimismo, fotografía y fotomontaje digital.

_Cul7_1BEn sus imágenes deconstruye la realidad, para luego integrar lo inconexo entre lo abstracto y lo concreto. Toma distancia del esteticismo –movimiento artístico inglés de finales del siglo XIX, basado en la doctrina de que el arte existe para beneficio de la exaltación de la belleza–. Despoja a la realidad de su aparente lógica y se sumerge en universos caóticos, oníricos, delirantes…

Al apreciar la fotografía titulada “Apetencias” se pueden observar grupos de tenedores confinados en vasos de cristal con amenazantes sombras de los mismos artefactos desde lo alto. Los utensilios que se separan del grupo y por ende, están solos, se encuentran contra la pared o están abatidos en el suelo. Esto bien podría ser una especie de alegoría de un sistema deshumanizador que ve al individuo como pieza de una monstruosa máquina de reproducción, en la cual, el que intenta ser distinto, es decir, un sujeto crítico de su entorno, consciente de sus actos, en constante cuestionamiento de lo preestablecido y asimismo obtener una libertad de pensamiento genuina –no ilusoria– es marginado, reprimido, estigmatizado… pero el deseo de transgredir la realidad es más intenso que cualquier etiqueta y forma de represión impuesta por un régimen de producción en serie.

El arte necesita o soledad, o miseria, o pasión.
Es una flor de roca,  que requiere el viento áspero y el terreno duro.
Alejandro Dumas, hijo.

El autor baja de la “Torre de Marfil” para retratar lo inmoral, lo deforme y el conflicto de una sociedad históricamente lacerada. Al ser un artista comprometido con su entorno social, la cultura guatemalteca inevitablemente se va a filtrar en su obra. Osorio manifiesta que tiene una gran comunicación con la cultura mestiza, por lo tanto, guarda un profundo respeto por lo ancestral; sin embargo, el abanico de sus motivaciones es aún más amplio.

_Cul7_1CEn sus fotografías vemos como pone de manifiesto la creencia popular que le otorga propiedades fantásticas a las mariposas. A través de una mirada se refleja el desencanto del caer en cuenta de lo efímero y fugaz del tiempo y de la existencia, el desengaño ante un inminente fin. El miedo ante esa metamorfosis o transmutación hacía una incierta y desconocida dimensión.

Otra de las facetas alucinantes de Mauro es su pintura, por eso mismo surgió la interrogante sobre si alguna de sus creaciones o alguna de sus etapas artísticas, ha sido concebida bajo estados alterados de conciencia. Ante esto el artista expresó lo siguiente: “Ninguna obra realizada por mí, ha sido resultado de un estado alterado de conciencia, que entiendo como consumo de drogas. He recuperado sueños, eso sí. Sucede que no se me da, cuando estoy así, hacer algo…”

Al cuestionarlo sobre cómo permea el erotismo y la sensualidad en su vida y en su obra, él dice considerarse un ser invadido por estos dos elementos. Su trabajo alcanza estas formas y contenidos, especialmente en la fotografía y en la escritura: “Vivo y respiro la sensualidad de mi entorno, por muy sórdido que sea… un antro, una calle abandonada, el cementerio y sus flores secas. La luz es para mí un recurso de sensualidad”, concluye Osorio.

”…Devino el silencio. La caricia y el susurro fundadores.
El mundo había sido creado.
No Eva, si no cerbatana implacable
Que derriba galaxias,
No Adán, si no bodoque de barro
untado de futuro y besos de pezón magnificado.
Desde entonces cazar lunas en el fondo de tus ojos,
es un simple acto de desnudez sudada,
de pétalos rabiosamente líquidos
acurrucados sobre mis manos”.

“Rituales de savia y semilla” de Mauro Osorio.

Artículo anteriorLos de la foto
Artículo siguiente“Qué Loquera”, un domingo con Poesía Callejera