Una colaboración de Ivonne Monterroso | Barrancópolis

A eso de las 20:30 horas del martes 6 de septiembre del 2016 se presentó o, mejor dicho, se llevó a cabo el tan sonado Tributo Sinfónico a Soda Stereo. Este estaba previsto que iniciara a las ocho en punto de la noche pero, supongo yo, lo atrasaron media hora por el increíble mal tiempo característico del mes de las “fiestas patrias”, lluvia y tráfico por todos lados. Me hice dos horas en el congestionamiento para llegar a la Gran Sala del Teatro Nacional “Miguel Ángel Asturias” –los polis de EMETRA no me colaboran-, pero yo dije que ese tráfico merecía la pena; era la primera vez que iba a un tributo sinfónico de una de mis bandas favoritas de la vida.

Al llegar, fui con mis acompañantes –shashaiii- y me dirigí rápidamente a mi asiento porque según yo, ya iba muy tarde al evento, vi la sala algo vacía, cosa que me pareció rarísima porque me costó hallar parqueo, pensé que de seguro el lugar estaría abarrotado porque era un Sinfónico de Soda; nadie iba a querer perdérselo. Pasaron algunos minutos, empezaron a atenuarse las luces, mi emoción cada vez se hacía más grande y ya preparaba los pulmones para cantar o hacer el intento (estuve ensayando por semanas); el público era de todos los sabores, edades y colores. Gente que iba para pasar un buen rato escuchando y compartiendo un poco del sueño stereo.

La presentación estuvo a cargo de los chiquillos de SOG –Sistema de Orquestas de Guatemala- y también de un vocalista (individuo del que ni me quiero recordar su nombre). Los integrantes del Sistema de Orquestas de Guatemala son niños y adolescentes que muestran gran talento y pasión por la música clásica, su desempeño a primera vista impresionaba a todos los que estábamos allí porque era obvio que para interpretar canciones del famoso grupo argentino tuvieron que pasar meses ensayando, sintiendo esas melodías, esas letras del maestro Cerati. Su destreza al ejecutar sus instrumentos nos dejaba boquiabiertos a varios. Los fondos recaudados con la venta de entradas son a beneficio de ellos mismos, valía la pena pagar 100 quetzales por ver a esos chicuelos, más los Q15 que te cobran por servicio esos de los tiquetes.

La presentación comenzó de una manera tranquila, sin complicaciones fuera de otro mundo o muy notorias. Una de las primeras canciones conocidas que interpretaron fue Un Millón de Años Luz, los asistentes las cantamos, gritamos y aplaudimos, pero sin lugar a dudas las que más gustaron y “prendieron el ambiente” fueron Cuando Pase el Temblor y Juegos de Seducción, ambas con intervención de marimba, cada detalle de esas intervenciones fue muy bien trabajado. Hasta ahí todo bien, sin embargo era muy notorio que el vocalista invitado no se sabía toda la letra de varias canciones. Sí, a mí no me iban a babosear, no cuando me sé –casi todas- las canciones. No sé si el no saberse todas las letras afectó su desempeño en el escenario porque desentonaba, no llevaba la melodía, armonía…en fin, como que no sentía la música, las letras. Ahí es cuando uno de espectador se da cuenta de que existen dos personas en el mundo, las que sienten pasión por su trabajo y otras que no (para no decir cosas más fuertes).

El director de la orquesta se notaba que dirigía con entusiasmo, o le hacía con más ganas, como se le dice vulgarmente, que el individuo –del que de verdad no me sé el nombre- que cantaba esas canciones. Una vocalista invitada, interpretó en conjunto Ciudad de la Furia, así, casi casi igualito al unplugged de Soda Stereo dónde cantaba Andrea Echeverri de Los Aterciopelados, aunque nada se compara con lo original, hicieron una buena interpretación aunque vacilaban un poco con las letras, o no las pronunciaban bien o cantaban estrofas que no tenían que cantar. Ese tipo de cosas fue apagando el humor de varios asistentes, incluyéndome. Todo casi se viene abajo cuando empezaron a interpretar la canción de Zoom, el “individuo” –digámosle así- no se sabía la letra, la melodía de su guitarra no iba acorde al ritmo de la orquesta, se estaba volviendo un desastre; el público comenzó a aplaudir para que no se sintiera ese silencio incómodo, muy incómodo.

Aparte de eso, la interpretación de los chicos de la orquesta estuvo muy bien, chilera diría yo, agregaría más canciones a la próxima al repertorio, me quedé con las ganas de escuchar Trátame Suavemente, Crema de Estrellas, y esas ondas, no es porque me las lleve de sensible o algo por el estilo, considero que son canciones tranquilas y que hubiesen quedado de lujo. Sobresalió una canción en particular, que no es de Soda Stereo en sí, sino que de Gustavo Cerati en su proyecto solista, Me Quedo Aquí.

Ya al finalizar el toque, un muchacho peludo empezó a gritar que quería “otra, otra” y pues, le concedieron su deseo, eso sí, sólo tocaron las canciones que les quedaron más chileras; bueno, a los muchachos de la orquesta les quedaron todas buenas, pero al vocalista…

Entre varios concluimos que estuvo chilerón pero siempre no, como el meme que anda por las redes sociales en estos tiempos, donde Rafa Gorgory (nene de los Simpson) dice que está enojado y feliz a la vez, así me sentí yo después de eso, no me sentí mal o pensé que fue una pérdida de dinero, al contrario. Sí me sentí mal porque tremendas canciones fueron interpretadas algo flat, sin sentimiento pues; esperaba un poco más, pero no a todos se nos puede complacer hoy en día.


Ivonne Monterroso. (Guatemala 1994 – …) Morena de ojos grandes, melómana, «tía cosa» por las noches, cantante de ducha.

Los integrantes del SOG son niños y adolescentes que muestran gran talento y pasión por la música clásica, su desempeño a primera vista impresionaba a todos los que estábamos allí porque era obvio que para interpretar canciones del famoso grupo argentino tuvieron que pasar meses ensayando…

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