Por Juan Calles
Estampitas brillosas y jubilosas, una ciudad, un país, su gente y su cultura encerrados en una maqueta bonita, bonita; un niño juega con su colección de Hot Wheels por esas calles de cartón piedra. Cuadros sin costumbres es un libro para jugar a la comidita sin mancharte de lodo, sin correr riesgos.
Julio Serrano Echeverría, el autor, un hábil conjugador de palabras, irónico y burgués nos cuenta desde una nube de primicia intelectual cómo somos, cómo nos vemos, cómo nos comportamos, Serrano Echeverría es un objeto frente al espejo, pero no se ve, nos ve y nos describe.
Historias muy humanas y entretenidas; una narrativa ágil, sin giros psicológicos, sin profundizar en las dimensiones de los personajes, están allí, hablan, trabajan, beben, cogen, viven, unidimensionales, descritos en apenas algunas líneas; llegamos a conocerlos y quererlos, simpatizamos con ellos. La mayoría hombres-engranajes de esta ciudad.
Un viaje en camioneta, en taxi, un experimento antropológico, Cuadros sin costumbres es un compendio de acuarelas para turistas fatuos. Sin embargo el valor de su humanidad debe ser embarrado en los panes con frijol de los niños de primaria. Los niños deben leer este libro, reconocer sus calles, a sus padres, a sus tíos, a sus hermanos, a ellos mismos. Un espejo abusivo para reconocernos, amarnos u odiarnos. Los niños necesitan acercarse a este espejo, recibir un baño de su propia saliva y si salen ilesos que lo vuelvan a leer.
Estamos sólo en la primera parte del libro.
Luego de viajar por la ciudad y de un paseo hasta Xela, el autor considera que estamos listos para adentrarnos en su poesía largos textos que al principio te parece que pertenecen a otro libro, que no tienen nada que hacer allí. Sin embargo van tomando forma, te van diciendo en voz baja que todo va a estar bien. Que el viaje no ha terminado, que la ciudad espera por vos.
En efecto, la segunda parte del libro finaliza, como inició sin mucho sentido, sin muchas razones, además no son necesarias, la propuesta del autor la aceptás o no, adelantás las páginas y buscás lo que te interesa, o seguís pegado a esos textos lentos y aletargados, que con muchos adornos no terminan de indicar el camino.
La tercera parte del libro titulada acertadamente “CALLE”, te abre la puerta a eso que en la primera parte te emocionó y querés más. Y así es, Serrano Echeverría no te falla, no te deja vendido. Con unos textos entre el ensayo, el periodismo y la ficción te lleva de paseo a esos lugares emblemáticos de la ciudad. Lo imagino como un guía turístico posmoderno, que te mete zancadilla para que sintás el olor del asfalto gris y sucio de la ciudad. Pero buena onda, te lleva y cuida que te fijés en los detalles.
No se involucra, no es parte del paisaje, está allí para guiarte, para señalarte los detalles sórdidos y “novedosos” es el tío buena onda que te lleva a ver a las mujeres medio desnudas en la línea del tren.
Cuadros sin Costumbres es un libro muy entretenido, suave, bonito, sin complicaciones; un viaje por las comisuras de los labios de la ciudad, un viaje seguro, como esos que organizó la municipalidad para que la gente bien visitara el centro histórico desde la seguridad de un bus para turistas urbanos. Aún recuerdo su ropa de marca, su trago en la mano y sus caras estupefactas “no parece Guatemala” decía una señora rubia con chalina de seda al rededor del cuello perfumado, mientras miraba a unos patojos patinetos hacer piruetas en la banqueta del parque San Sebastián.
Juan Calles. Periodista, documentalista, lector de tiempo completo, ha facilitado el taller de narrativa del Centro Histórico. Autor de “Triciclo”, libro de cuentos cortos. Nació en mayo del 73, pero no está seguro de ello.