Por Silvia Trujillo
Esvin Alarcón Lam tiene 27 años. Es uno de los siete artistas nacionales que participa en la vigésima edición de la Bienal de Arte Paiz. En 2001 de forma independiente decide estudiar en la Escuela Nacional de Artes Plásticas Rafael Rodríguez Padilla y posteriormente entre 2009 a 2014 realizó sus estudios en Comunicación Social. Sus obras han sido expuestas en Americas Society de Nueva York, Sicardy Gallery en Houston y en Guatemala, donde vive y trabaja. Ha exhibido su trabajo en el Centro Cultural de España y The 9.99 Gallery, entre otros. Además me comenta, este año tiene programadas exhibiciones en el país y tiene proyectos nuevos a presentar el próximo año en Guatemala, Sudamérica y Asia.
Para comenzar, luego vemos por donde nos lleva la charla, ¿Cuáles creés que son los principales debates en torno al arte contemporáneo hoy?
Eso depende de a quien le hagás la pregunta. Es un asunto amplio y quizás complicado de responder, pero en realidad no lo es tanto. Cada persona de acuerdo con el lugar que ocupe en el sistema del arte te hablará desde sus preocupaciones, yo te diría que los debates del arte contemporáneo son los mismos que le preocupan a la sociedad, son análogos, desde los temas importantes a nivel mundial como el mercado, la geopolítica, etc., hasta los más íntimos y personales. Se puede hablar de la identidad, por citar un ejemplo desde lo micro -tu experiencia personal- o desde lo macro -que son investigaciones generalmente más amplias- yo veo que hay quienes lo ven desde cerca y otros que se alejan para abarcar un encuadre más amplio.
Y en este mundo globalizado y tan permeado por información de multiplicidad de temas ¿Cuál crees que es el rol que les toca a los artistas?
El rol del artista tiene que ver con articular esa información, por eso hay que seleccionar la que es pertinente para el artista. De allí la importancia de conocerse uno mismo, para no perderse en esa investigación, que es muy amplia. Entonces diría que el rol es el de investigar pero a la vez no diluirse entre toda esa vorágine. Quizá sea un convencionalismo hablar de la constancia, pero no porque lo sea deja de ser relevante, pues es bien sabido que la constancia es primaria en esta responsabilidad, que es la de tener el privilegio de comunicarte a través del arte.
Exacto, porque para mantener esa vigilancia y aplicar esos filtros que mencionas se hace necesario ser rigurosos e investigar sobre los temas, profesionalizar lo que hacés.
Estoy de acuerdo con la rigurosidad, pero a mí me parece que esto de investigar puede ser un arma de doble filo. Es decir, investigar aparentemente siempre está bien, porque vivimos bajo el precepto de que mientras más se aprende mejor se sabrá hacer las cosas pero no por eso es necesario que toda esa investigación deba traducirse en las obras que se realizan, o no de manera obvia. Digo que el artista debería tener la libertad de hacerlo o no y sobre todo la libertad de elegir cómo, que es más o menos como sucede, porque tu obra es una decisión sobre el cómo decir algo. Aunque siempre genere discrepancias. Las discrepancias en todo caso son saludables, siempre y cuando no intenten establecer recetas artísticas, es decir opiniones dogmáticas. Las visiones cerradas tienen que ver con falta de conocimiento y de allí la falta de disposición a leer cierto tipo de obras. Con falta de conocimiento no me refiero a literatura especializada únicamente, sino que en sociedades con altos niveles de frustración, la comunicación se hace complicada porque existe desconfianza hacia el otro.
Sobre profesionalizarse, esto tiene sus promotores y sus opositores, como todo aquí y en el mundo. Sobre eso siento que hay que procurar un equilibrio. Así como considero que para el proceso de creación es conveniente buscar un equilibrio entre lo que es autoreferencial y eso otro que hay que ir a buscar afuera de nosotros.
¿Cuáles son tus preocupaciones a la hora de crear?
Me atrae la idea del residuo material, razón por la cual los materiales que utilizo son metales, piedras, lazos, trozos de madera, papel y cartón. El metal que he utilizado comprende desde fragmentos que han pertenecido a buses, toneles de aceite, catres, persianas, entre otros. Lo que busco en cada uno de ellos es su historia, donde cada soporte exponga capas de historia que se relacionan a lo estético, social, político y cultural. Son interpretaciones sobre mi contexto, aunque también he estado trabajando sobre cuestiones más personales, específicamente investigando sobre la migración de mi bisabuelo, quien vino desde China hace varias décadas, pero eso da para una entrevista distinta.
En términos generales me interesa el arte como espacio, donde las contradicciones y ciertas ambigüedades en las formas -en tanto lenguaje- puedan apelar a la percepción y a la reflexión crítica. Hay cierta fragilidad en estos elementos, por duros que estos sean, me interesan además estos fragmentos por haber habitado espacios, pues traen consigo cierta energía. No es lo mismo ver una lámina nueva que una golpeada y oxidada.
En tus piezas leo tu intento de quebrar los límites establecidos además de una frontera entre lo formal y lo conceptual, ¿Qué pensás al respecto?
Es difícil quebrar los límites establecidos, digamos que en Guatemala tiene en sí misma muchas limitaciones. Sin embargo aquí ha habido una historia del arte que aunque no ha sido debidamente difundida sí que ha expandido la manera en que se ha hecho arte en estas latitudes y que a su vez ha tenido la capacidad de dialogar con lo que sucede en otras partes del mundo. Aunque claro, sí intento expandir ciertos límites, los míos al menos, pero más que quebrar un límite me interesa crear relaciones, pues tampoco olvido que mi trabajo no es un soliloquio. Algunas veces se trabaja el arte desde la realidad y eso es interesante. Pero a veces también es interesante utilizar la realidad como punto de partida y hacer una obra que no la representa tal cual, sino que te permite un espacio distinto, que si no fuese porque decidís hacer una obra de arte no existiría. Lo conceptual opera de manera distinta de acuerdo al proyecto y la forma también llega, generalmente un poco después.
¿Cómo llegaste a trabajar con metal? ¿Qué historia acompaña a esas piezas?
La primera pieza que hice algunos años atrás fue un hallazgo. Encontré esta lámina oxidada y parcialmente pintada en una azotea del Centro Histórico. La tuve varios meses conmigo sin saber qué hacer, pero sabía que había algo en ella. Luego decidí que la pieza ya estaba prácticamente finalizada, hice una especie de collage, más bien un ‘ready-made asistido’ como le llaman.
Por lo general voy recolectando materiales que sé que tienen potencia, por ello indagado al respecto, busco información en varias fuentes y eso me guía un poco. El metal particularmente me atrajo pues es un material pensado para ser durable, es utilizado para hacer estructuras fuertes. Pero las condiciones en las que convive de nuevo lo dotan de cierta fragilidad. Me atrajo el hecho de que, por un lado las láminas de casas y por otro, de los buses, son el registro de la interacción con la vida humana.
Y la pieza de la Bienal… ¿Cómo surgió?
Antes de la Bienal ya estaba pensando que quería hacer algo menos rígido y un poco más orgánico. Comencé a pensar también en trabajar con la idea de la rueda. Por eso hay cuatro círculos en total en ese proyecto. Las piezas donde utilizo los boceles de los buses se llaman «Desplazamientos». La serie se llama «Reconstrucciones» y cuando vi el espacio en reparación por parte de la Fundación Paiz, les pedí que no lo arreglasen. Finalmente es una casa y no un museo, así que me agradó el gesto de dejarlo tal y como lo deterioró el paso del tiempo y las condiciones de la ciudad, así se iba a parecer a lo que vemos afuera, pero con la intimidad de estar dentro.
Decidí trabajar estas piezas utilizando esquinas porque las esquinas son esos lugares donde dos o más planos se encuentran, como fronteras que pasan desapercibidas. Formalmente, se puede decir que son líneas, esculturas y a la vez pinturas, entonces, era una obra más compleja, sobre todo porque es una pintura que tiene que ver con esos bordes que ocupan. Para la Bienal hay cuatro piezas que juegan con el espacio, son abstractas porque están dispuestas en el espacio de tal manera que no dicen todo lo que este material contiene, existe en ello un juego entre presencia y ausencia.
Como ya mencioné estas piezas utilizan como soporte boceles extraídos de buses extra-urbanos. Estos originalmente funcionaban como buses escolares en Estados Unidos, los cuales son posteriormente exportados a Guatemala para formar parte del transporte público. Si bien estos buses no permanecen únicamente en la ciudad, sino que transitan por una serie de lugares, nos refieren a cierta urbanidad desde un espacio meramente visual y cotidiano, hasta otro más ligado a lo transitorio, como la ciudad misma y más importante aún: por quienes la habitan.
La invitación queda abierta. La pieza de Esvin Alarcón Lam se encuentra en la Casa de la esquina, 8ª avenida 12-75 zona 1 ciudad de Guatemala hasta el 3 de julio.
Encuentro con el artista
Jueves 23 de junio 9:00 – 12:00 | Casa de la esquina (8ª. Ave. 12-75 Zona 1)
Encuentro con el artista Esvin Alarcón Lam (GUA)
Caminata y visita de estudio. Cupo limitado 15 personas *reservar cupo
…en sociedades con altos niveles de frustración, la comunicación se hace complicada porque existe desconfianza hacia el otro.