Por Juan Fernando Girón

El calor sofocante del verano guatemalteco, inundaba el ambiente de los estudios de la Radio Nacional. Marco Antonio oraba en sus adentros: – Señores Nazarenos y Sepultados, en el mismo orden en el que los llevo en hombros, por favor ayúdenme a convencer al Director- . Avanzó lentamente por el corredor de piso cuadriculado, en cuyas paredes se encontraban colgados los retratos de conocidos personajes y artistas de la radiodifusión nacional. Cuando por fin llegó al final, se detuvo por unos instantes, tragó saliva fuerte y preguntó a doña Bety, la gentil secretaria de Dirección si don Mario, el nuevo Director le podría recibir por unos instantes. La dama le contestó en tono ceremonioso: -Gusto de saludarlo Maco, fíjese que el señor Director estuvo ocupado en reuniones toda la mañana, y se dispone a almorzar, pero déjeme ver si puede atenderle ahorita, permítame por favor-. Segundos después, nuestro personaje era invitado a pasar al despacho de don Mario. Comprendió que debía ser muy breve, pues la portavianda con los alimentos para el funcionario y el olor del almuerzo, se encontraba ya sobre la mesa de sesiones. -¿Cómo está don Mario? Muy buenas tardes, buen provecho, me da gusto saludarlo y prometo no robarle más que unos minutos- Al escuchar el saludo, don Mario se incorporó del sillón con tapiz de cuerina del despacho y extendió su mano al locutor para estrechársela: – Gusto de verlo Marco Antonio, ¿Cómo ha estado? Desde el primer Viernes de Cuaresma en la procesión del silencio que no nos veíamos, siéntese por favor y no se preocupe, el almuerzo no se enfriará. ¿En qué puedo servirle?

Marco Antonio comprendió muy bien que al hacer el recuerdo sobre la Procesión del Silencio, con el Nazareno de los Milagros, estaba hablando de cucurucho a cucurucho. Cumpliendo con su palabra, nuestro amigo fue directo al grano y al punto; le relató los sucesos de la Semana Santa del año pasado, y a continuación expuso en forma muy resumida pero concreta su proyecto acerca del Programa de Radio con los temas propios de la Semana Santa. Al final de la charla, don Mario inspiró fuertemente y preguntó al comunicador: – Y ¿este programa sobre la Semana Mayor, qué duración tendría y a partir de cuándo? La Semana Santa es ya la próxima semana y como usted sabe el Miércoles Santo salimos del aire- . Marco Antonio replicó: – Lo sé muy bien don Mario, pero es un experimento, ¿Qué le parece si ensayamos con una franja en la emisora por siete días, de Jueves anterior a Dolores al Miércoles Santo 10 de abril? Veamos qué tal nos va- . La respuesta de su interlocutor fue: – Bien, Bien mi estimado amigo, su experimento queda autorizado, lo único es que tenemos que ver el horario, pues tengo saturada la programación y la única hora que me encaja, es después del noticiero de la noche- . Incorporándose de su silla, don Mario caminó a la puerta de su despacho y le solicitó a su asistente la información requerida: -Bety, por favor tráigame la programación de esta semana y la siguiente-. Con papeles en mano, el Director le reiteró: – efectivamente Maco, solo le puedo ofrecer veintinueve minutos a las diez de la noche- ; y antes de que terminara, Maco le replicó; – Perfecto, muchísimas gracias, que dios se lo pague, ¡No se va a arrepentir! El Director ordenó a continuación: – Bueno, Bety por favor hágame después de almuerzo la nota para cabina, autorizándole la franja de Semana Santa del Jueves 4 al Miércoles 10 de abril a las 10.00 de la noche; queda a cargo de la misma Marco Antonio como su conductor y responsable -. Luego del apretón de manos de rigor, nuestro protagonista salió del despacho con una sonrisa más grande que la propia andaría del Señor de los Milagros. En su corazón decía: ¡GRACIAS JESÚS, GRACIAS MARÍA!

En medio del bullicio de la dieciocho calle de la zona uno, lo primero en lo que pensó fue en acudir a darle gracias a Dios, por lo cual el templo más cercano lo constituía la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, Templo de El Calvario. Allí se postró de hinojos frente al Sagrario y de nuevo agradeció con todo su corazón al todopoderoso; después veneró las imágenes del Santo Cristo Yacente y de Nuestra Señora de Soledad ofreciéndoles hacer su mejor esfuerzo. Y así regresó al Edificio que albergaba a la estación de Radio.

Aquella noche, después de concluir su turno en la emisora, Marco Antonio meditó rápidamente cómo producir una franja de calidad que llenase las expectativas del público radioyente; tenía que ser un espacio hecho y diseñado para reflexionar en los días santos, sin olvidar lo que a las devotas y los cucuruchos les agrada: ¡Una buena marcha, un buen turno, un buen paso procesional! No quedaba mucho tiempo, por lo cual empezó a pensar acerca de una buena fuente para complementar la audición de música sacra, y la respuesta llegó a su mente instantes después: – Ya sé, en las publicaciones hechas por el diario El Imparcial hay bastante material que en forma dramatizada podré utilizar, y si esto lo complementamos con los discos de marchas fúnebres de la Casa Avelar, y con información propia de los itinerarios, estaciones y notas características de los cortejos, saldrá algo muy bonito- Al día siguiente y en camino a los estudios de TGW la Voz de Guatemala, Marco Antonio pasó por las oficinas del Crédito Hipotecario Nacional en la séptima avenida entre décima y once calles de la zona uno, comunicándole a su amigo, don Mario Díaz Olivero, acerca de sus planes, quien como cucurucho de pura cepa y miembro de la Asociación de Devotos Cargadores de Jesús de Candelaria, le ofreció toda su colaboración, la que cumplió en un ciento uno por ciento (101%) pues a la siguiente mañana, le entregó una cantidad considerable de fotografías, revistas, afiches, y el material tanto variado como valioso en torno a la bellísima imagen morena de Cristo Rey. Además, era propicio que el contenido de la franja fuese enriquecido con algunas meditaciones sobre textos propios de la Pasión del Señor, provenientes de literatura propia tanto de la religión católica como del devocionario popular. Los discos de marchas fúnebres fueron apropiadamente seleccionados, para no cometer ningún error en cuanto a la presentación de estas insignes piezas musicales, ya que por ser muchas podría cometerse algún error en cuanto al título, autor, dedicación, etc. De esa cuenta, con mucho entusiasmo, Marco Antonio le compartió sus logros a su entrañable amigo y compañero de mil batallas en la cabina de locución Don Polito, quien muy contento le respondió que Dirección ya le había informado de la Franja, y estaba listo para servirle como operador.

Así pasaron los días de la semana, y por fin el Jueves 4 de abril, vísperas de la Festividad de los Dolores de Nuestra Señora, en el locutorio de la estación Marco Antonio lucía muy nervioso y a la vez muy expectante; el abnegado bombero como operador, le hizo la clásica señal del “Q” bajando la mano derecha, y de nuevo se encendió la luz con el rótulo “EN EL AIRE”…

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