Por Jenner Santos

Natalia LaFourcade nos lleva a la gracia divina en su quinto álbum de estudio: «Hasta la Raíz», un álbum que fuera de ser un delirio musical es una crónica de su viaje a lo más profundo de los instintos y los sentimientos, en donde se cuestiona esos ideales que se le otorgan a la pareja; una serie de pequeñas historias que reavivan la herida latente de una separación, enterneciéndonos con algo que en diferentes dimensiones todos hemos experimentado.

«Hasta la raíz», es una joya que apela a la nostalgia y el amor en su estado más natural; un disco que difícilmente describe el amor bajo conceptos formales y más bien los destruye y los reduce a lo más básico e instintivo del sentimiento.

Natalia resucita de manera hermosa y dolorosa el desapego a la cotidianidad, donde experimenta el relámpago de ladrillo y granito que es la tristeza y la nostalgia repentina. La muerte simbólica de una persona que impacta en el pecho y que de manera sorpresiva invita a las lágrimas a ser parte inherente de su historia.

Entre otras cosas Natalia nos explica lo difícil que fue para ella entender lo que realmente significa el amor y la desdicha, que más que solemnes beatificaciones de rituales en la monotonía, son emociones que constituyen al ser y la distancia que marcan a una persona para siempre; con no muchos arreglos y sí mucho corazón Natalia desnuda su dolor y lo abraza comprendiendo finalmente que no ha dejado de vivir y que a partir de ese dolor forma lo hermoso que lleva imprimado “Hasta la Raíz”.

Tendríamos que estar «emocionalmente estables» (si es que eso existe) para experimentar las más escondidas inquietudes del corazón que nos trae este disco; Me atrevo a decir que todos hemos estado en ese lugar favorito que se desvanece súbitamente y que luego se ruega por mantener algo que se sabe destruido, que hemos extrañado lo inexistente en el tiempo y que solo existe en el recuerdo.

“Hasta la raíz” es y será esa narración de la destrucción del mundo como se conoce… el derroche indiscriminado de las lágrimas y el incendio de todo lo que nace y vive entre su pecho y su espalda, para luego soltar las cenizas en ese mar de recuerdos que llevará por siempre atado a ella; claro, después del fuego y el llanto quedan la nada y el sollozo, después de la destrucción y el caos llega el orden y el reacomodamiento del mundo, y es precisamente eso lo que nos transmite Nataliamiamor en sus letras, la autoconstrucción de una nueva identidad temeraria y lista para abrazar y explorar la soledad.
En cada canción se esconde una armonía inocua que enlaza lo dulce de la melodía con las fracturas emocionales; separaciones del sentir que solo el tiempo y la reflexión han podido sanar. Con doce canciones Natalia nos facilita la entrada a lo más puro de su alma y su dolor.

“Hasta la Raíz”
Con una entrada suave en guitarra acústica nos envuelve en un círculo de armonía musical, nos prepara para describirnos lo que tal vez sea lo más sobresaliente y significativo de todas sus letras en el disco. Desde las primeras estrofas de la canción Natalia nos relata un camino lleno de bellezas y que, a través de estas, diluye las memorias de ese pasado que en forma de espinas se aferran a su ser, el no saberse dueña de sus pasos y su destino le hacen resguardar ese sentimiento desgarrador que cuidará para siempre, que llevará para siempre en la memoria, debajo de la piel… Hasta la raíz.

“Antes de huir”
El súbito cambio en la música es inexplicable. Nostálgico y lento empieza la melodía que destapa el pecho y revela un dolor que hace unos momentos no estaba. Un piano hermoso y ella, perdida y vacía en una oscuridad inmensa y silenciosa; alcanzando los agudos preciosos, nos sumerge en la música y trata de convencerse a sí misma que regresar a la casa es inútil porque ya no es de ella; ahora ella debe recorrer el mundo, en busca de una nueva luz que la haga brillar.

El sufrir es inherente al ser humano, y por qué no hacerlo de una manera tan bella como escuchando dulces melodías con una voz angelical como la de Natalia LaFourcade. Pero no todo es sufrimiento y nostalgia; al final de esta crónica que busca la esencia propia y la reconstrucción de un mundo arrasado de improvisto, existe una luz bella y enceguecedora. Una canción que seca todas esas tristezas desparramadas por el suelo, y nos regala un halito de vida y esperanza.

Nadie ha sido tan valiente como el valiente de la lotería, excepto Natalia que se atreve a pensar que el mundo es vasto y que aún existe algo para ella; está lista para descubrir exactamente qué es y la manera en que lo relata es soberbia.

“Estoy Lista”
“Pom, pom, pom, pom, pom” Suena el bombo de la batería mientras nos prepara para esa despedida inminente, un cierre perfecto para un renacer hermoso. Sin rencor, sin reproche, sin un dejo de tristeza, sabe que es tiempo de irse lejos, pero que a pesar todo agradece la oportunidad de haber experimentado un amor tan agraciado y sincero.

– “Pom, pom, pom, pom, pom” pausa, un golpe al crash y empieza la fanfarria. – Dejar que el tiempo a su momento, me cure toda de ti. Dejar que el tiempo a su momento me lleve volando sin fin. – Natalia se despide a lo grande, en un globo aerostático acompañada de un desfile lleno de colores y formas inimaginables, dispuesta a mostrarle al mundo esa nueva mujer que ha nacido, una mujer que no dice que ya nunca tendrá miedo, pero que ya no le teme al mundo en soledad.

Después de un largo recorrido por la introspección y la autoconstrucción, la sensación de un círculo cerrado, Natalia ha logrado armar las piezas del rompecabezas, por fin ha logrado pegar su alma quebrantada y que, a pesar de la extrañeza, del llanto, el ruego, a pesar de llevar una herida latente que cicatriza y se vuelve a abrir en cada visita a la memoria, ahora se sabe lista para descubrir ese mundo nuevo que se le presenta, y que, sobre todo, sabe que no estará sola realmente, porque el espectro de esta experiencia lo lleva dentro, lo lleva para siempre, lo lleva, hasta la raíz…


Jenner Santos (Guatemala, 1990) Le gustan más los paches que los tamales y vive atormentado porque Selena murió el día de su cumpleaños. Honesto y vil antes que cae bien. No sabe qué decir cuando le preguntan si es antropólogo o escritor.

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