POR JENNER SANTOS

“Señas particulares y cicatrices” es un manual de observación participante; una guía que invita a fijarnos en esa línea del presente, esa herida que atraviesa nuestras manos, que hace llaga y se aplaca en la cotidianidad. Este libro es el embellecimiento de una caverna que guarda una batalla; una ciudad fantasma, incendiada hasta sus ruinas a la que Vania Vargas le gusta volver para nunca olvidar esa cicatriz, que guarda en el puño y sangra en sus letras.

El tercer libro de poesía de Vania nos atrae desde la portada, una niña que tiene historias que le cuenta a las ruinas y a los esqueletos de sus fantasmas, espectros que guarda celosamente en algún lugar de su memoria.

En medio de la nada es el primer capítulo del libro, en el cual Vania narra las experiencias más hermosas que ella colecciona; un ornato de los personajes infinitos y las historias que inventa al recorrer una ciudad exhausta, acabada por la violencia y la celeridad.

El epígrafe de este primer capítulo es una tajante recriminación, señalando con el dedo índice que nos hemos quedado impregnados en “esa ciudad” construida a base de soledades y ruinas de los recuerdos; a pesar de que el tiempo y el espacio sean diferentes, siempre regresaremos a las mismas calles con sus mismas historias, porque las llevamos para adentro y para siempre. No conoceremos ya nunca otra realidad porque hemos agotado en experiencias, hasta el último de sus rincones.

El olvido y la indiferencia no existen en el mundo de las señas particulares, hay una distinción inequívoca en cada individuo que se cruza en su camino, una cicatriz que atraviesa la mano, evidencia de un naufragio en el mar de la imposibilidad y el recuerdo. Escoge a su víctima, o su víctima la escoge a ella, y al más digno estilo de un duelo western apunta y dispara una palabra que muere en su pecho y se funde en la realidad.

Si en caso ignoramos la primera advertencia, en palabras propias Vania nos muestra el camino hacia esa bóveda de su mente, lacerada y custodiada por un demonio en particular, un perro de tres cabezas que vive en la ira que nunca estalla del todo, porque las historias, los sentidos y las experiencias le hacen sacudirse de a poco esos recuerdos; pero nunca hay que decir nunca porque de cuando en cuando arde Troya y ella deja que ese incendio la consuma, hasta que la paz reine de nuevo en su pecho, el cual, ahora tiene más cuentos que narrar.

En sus textos Vania colecciona momentos, selecciona pequeños espejos que reflejan la cotidianidad para luego abandonarse a los sentidos y desnudar los más importantes; microhistorias que ella convierte en matrioshkas, es decir, historias dentro de las historias, reconstruyendo una realidad en la cual, Alejandro exista para siempre.

Pero también sabe que no pasa desapercibida, deja retazos de sí misma en la ciudad, una ciudad que se consume en el fuego del sol y le hace jurar que nunca ha intuido una imagen tan hermosa.

…Escarbarme los bolsillos
sacar con cuidado las horas
para que no vuelen
y escogerlas
tocarlas / una por una / lanzarlas
con la punta de los dedos
hacia la palma de mi mano
y dejar encima sólo
los momentos más importantes

…Ahora es tu turno
se llamaba Alejandro
era mi hijo
y de vez en cuando
sale a jugar
desde mi olvido

La nostalgia, la tristeza y la muerte es algo que este libro nos hace visitar; la violencia y la oscuridad son emisarios propios del fallecimiento que alberga la ciudad, y puede que el día tampoco sea hoy, puede que tampoco sea ella la que, de cara al cielo, despida de sus anhelos en el destino invariable de la fatalidad; sin embargo existe, existe en la sacralidad de su imaginación dándole una de las pocas certezas que guarda bajo de su piel.

El duelo es el segundo capítulo del libro, y como Juan Preciado, Vania regresa a su Comala. Traza un camino imaginario, en un mapa de la memoria en el que encontramos los vestigios de una infancia juguetona y reflexiva. Desde la niñez ella se apropia de esas voces espectrales que la atañen a ese pueblo lleno de fantasmas.

…Después del aguacero brincará sobre los ojos del abismo
con saltos infantiles
asomará a su filo la punta del zapato
nos hincaremos en el lodo
nos asomaremos a ellos para encontrar sólo nuestro rostro

¿Dónde está el abismo?

preguntará

Y luego de un momento se encontrará con sus ojos
descubrirá la oscuridad y el vacío
se quedará en silencio
Herida, pero no de muerte le habla en sus letras a todo aquel que se halle perdido y desolado, nos habla a todos los que hemos padecido el intercambio del corazón, por una caricia vacía e indolente. Llama con la voz de la tristeza y una sonrisa fracturada a refugiarnos en sus letras, esperando que su experiencia nos sirva para compartir nuestras soledades.
Vania es Isabel, Isabel es Vania, Isabel es esa niña que se esconde tras la fortaleza de una mujer que ha vivido muchas muertes que se guardan bajo escombros, en un tiempo y espacio que solo ellas transitan sin pesar. Pero a través de ese juego de escondidillas, se crea un lenguaje que traduce el miedo y la incertidumbre; la imagen del cancerbero vuelve a aparecer, -nadie sale- dice al principio y eso incluye a Isabel, una niña que anhela una libertad eterna, un momento efímero en el que ella pueda soltar amarras y salir a navegar el mundo esperando un final.
Pero después del caos y el aturdimiento, viene la paz y la tranquilidad; Después de que un detonante active los sentidos al máximo, los agite con violencia, los trague, los escupa y los vuelva a tragar, queda la espera de la siguiente batalla. Vania confiesa que ha perdido a Isabel en una ola llena de incertidumbre, y le pregunta a ella cómo explicará, las historias por venir.

…Y mientras se alejaba me pregunté en voz alta / le pregunté a ella
a mi reflejo
cómo le habré de explicar su ausencia a los que vendrán
con el transcurso de los años
a lo que vendrá y que desde ya hemos perdido


“Señas particulares y cicatrices”
Catafixia editorial 2015

Puede encontrarse en Sophos, Casa del Libro y la librería que está en el interior del Centro Cultural La Casa o directamente contactando a Catafixia Editorial.

Artículo anteriorBreve compendio de buenas costumbres, relaciones públicas y estrategias de adaptación a medios hostiles
Artículo siguiente¿Por qué me re(v)belé?