Por Silvia Trujillo

En las últimas semanas se han inaugurado dos exposiciones de fotografía donde se aborda un tema que choca con el pensamiento hegemónico: cuerpos desnudos, sin tapujos.

_Cul22_1BLa primera, cuya autora es Ana Cecilia Cobar Falla se inauguró el mes pasado en la galería de arte de La Casa, titulada “El que encuentra una flor”, la segunda abrió sus puertas en la Alianza Francesa el miércoles 3 de febrero, con el nombre “Guatemala se re(v)bela”, de Daniel Hernández Salazar.

Independientemente de las motivaciones que ella y él tuvieron para extender esta invitación a desnudarse y desnudarnos, hay un valor ad hoc implícito en su propuesta. Incentivar la mirada crítica sobre los cuerpos, lo que implica estar desnudo, que provoca en las y los otros y cómo han sido construidas nuestras formas de estar en el mundo, que un cuerpo desnudo aún nos genera morbo.

Me pregunto si alguna vez te cuestionaste ¿cómo han sido construidos nuestros cuerpos? Porque está claro que lo han sido y que dicha construcción no es natural ni ha sido fortuita. Moldeados. Como vasija de barro, en un proceso que fue dando forma a esto que hoy somos, como resultado de una larga historia de relaciones de poder que en cada momento histórico define formas dominantes de ser, vivir y percibir. Por tanto, será que nuestros cuerpos ¿son sólo biología? yo prefiero pensar que son construcción cultural e histórica y es por eso que cada cuerpo ha ido acumulando rastros de todos esos mandatos y lo que hoy son, trasciende en mucho nuestra biografía. ¿Qué historia cuenta tu cuerpo?, te has preguntado los motivos por los cuales lo obligas a ser cómo es, ¿en que lo has convertido?, ¿qué sabes de él?, ¿cómo te posiciona en el mundo? ¿Qué identidad te asigna?

A fuerza de signos y ceremonias ese cuerpo se ha ido acostumbrando a ser dócil, come “cuando hay que comer”, no cuando tiene hambre; llora encerrado, no cuando le brotan las ganas y, sobre todo, no tiene la forma que quiere porque lo has entrenado para que quepa en determinadas medidas. Con mucha disciplina, desde que naciste te dijeron como debías comportarte si tu cuerpo tenía genitales masculinos o femeninos, que tenías permitido y que, definitivamente, no. Si eres niña “cocinar, lavar, planchar, cuidar a otras personas”, si eres niño “decidir quién la lleva, jugar en la calle, quizás hasta con una pistola de juguete, ser rudo”. En la escuela siguió el entrenamiento, cómo pararte, cuándo y en qué condiciones tienes permiso para hablar y sobre todo cuando callarte, en qué momentos comer y cuándo está habilitado el momento para ir al baño. El mismo mecanismo que en las maquilas, ¡ah! voy muy rápido aún estas en la primaria.

Y cuando llega la adolescencia, comienza el peor momento de la tortura. Te han salido formas por todos lados y las que ya tenías crecieron o crecen súbitamente sin que tu sepas que hacer con eso. Si le preguntas a tu mamá o papá seguramente te mandan a callar, si buscas en los medios de comunicación te dicen que eres “sucio, por andar mirando esas cosas”, si vas con el cura o el pastor te castigan por andar ofendiendo los valores supremos y si vas con…. ¡no te quedan muchas salidas! Y así, prácticamente sin que te des cuenta ¡zas! te da vergüenza tu cuerpo, lo escondes, lo reprimes, nunca lo desnudas.

¿Desnudarse? esa parece ser la ofensa mayor. ¿Con qué objeto va a andar usted mostrando sus partes? Sus pudores, sus “gorditos” salidos del estándar, sus arrugas, sus penes, sus vulvas. ¡Ups! ¡nombré lo innombrable! Dije “pene”, dije “vulva”. ¡Vaya improperio! “Eso no se dice”, mejor invéntese cualquier adjetivo ridículo para nombrar sus partes “púdicas”. ¡Va pues! le acepto que las nombre, pero ¿mostrarlas?, ¿en público? ¡Eso jamás! Y, si usted es mujer, ¡ni se le vaya a ocurrir! ¡Su cuerpo no es suyo! Está ahí para complacer a otros, debe mantenerse fuerte y, por sobre todas las cosas, fértil, virginal pero a la vez erotizado, flaco pero apto para albergar siempre una vida en su vientre.

Pero ¿qué pasa cuando algunas personas se quitan el peso de la historia de encima y se desnudan para el mundo? ¿Cuándo lo que “debía permanecer oculto” se quita los velos y se muestra de forma tan “normal” como presumir del cabello o de las manos? Hay nervios, hay tensión, hay liberación, hay placer, hay erotismo. Hay en cada cuerpo una emoción distinta que queda petrificada en una imagen y en la medida que asistimos a ella nos permite ver, no sólo un cuerpo, sino toda la historia que lo precede, con sus luchas, sus triunfos, sus fracasos. En los cuerpos desnudos hay revolución, hay historia a contrapelo, hay vida.

Ojalá se atrevan a desnudarse, a verse reflejados en un espejo aunque no logren todavía colgar las imágenes en su sala, ojala al ver sus cuerpos en el espejo se animen a preguntarse ¿qué les dice ese cuerpo?, ¿qué cicatrices trae?, ¿qué significa cada arruga?, ¿qué nos dice de lo que somos?, ¿o de lo que no nos atrevemos a ser?

Mientras se anima al espejo, vaya a visitar las exposiciones. ¡Verá que no se va a arrepentir!


Exposiciones

Guatemala se re(v)bela

Abierta de 9:00 a 20:00 Hrs, de lunes a viernes, y sábados de 9 a 13:00
Alianza Francesa Guatemala
5a calle 10-55 zona 13, finca La Aurora

El que encuentra una flor

Abierta de 9:00 a 21:00 Hrs. de lunes a sábado.
LA CASA Centro Cultural
3 Calle 3-59 Zona 1


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