Por Leonel Juracán

Han pasado ya las vacaciones, y mientras muchos padres andan desvelados como zombis en busca de la librería más barata donde puedan comprar los útiles de “La Lista” que la educación de los hijos exige cada año, hay otros que respiran aliviados: Atrás quedaron los días en que el televisor pasaba encendido de 9 a.m. a 10 p.m. Bajo el control tiránico de los miembros más jóvenes de la familia, las amas de casa pueden volver con gusto a recuperar el hilo de su telenovela, los señores de la casa, su crónica de los playoffs, y los niños, al suplicio de las tareas escolares.

Guardada en su caja ha quedado la muñeca Frankie, que muy a pesar de sus articulaciones flexibles y color verdoso, fue rechazada porque sus manos no eran desmontables como aparece en la serie animada. Igualmente arrojados en el tumulto de juguetes para armar y desarmar quedaron las herramientas del Señor Manny, porque si no hablaban como los de la tele, ni servían para construir, (al menos esto fue lo que dijo el padre muy enojado) además de una estafa, no podían ser menos que basura.

¿No sabe usted quién es Frankie, la estrella de “Monster High”, o El Señor Manny, sucedáneo de “Bob el constructor”? Ya sea porque sus hijos hayan crecido lo suficiente para no ver caricaturas ni pedir juguetes, o bien porque siga soltero y no tenga planes de hacerse padre-madre de familia, la situación es ésta, y en la ley del marketing está prohibido alegar desconocimiento.

Por supuesto, la educación de los más jóvenes, no está de más repetirlo, sigue siendo pilar fundamental para construir el futuro de cualquier sociedad y la manera correcta en que deben ser educados, un tema de discusión que a algunos como Sócrates los ha conducido al suicidio, y a otros, como Hitler, al genocidio. Cada generación que crece con menor capacidad de decisión, que las precedentes, representa un paso atrás en la escala evolutiva. ¿Olvidamos acaso que el cerebro humano es una masa maleable, que sirve para mucho más que ver televisión, comprar, vender y manejar músculos en pro de empresas que en nada nos interesan?

De la educación de los niños depende la sociedad que seremos mañana, pero esa responsabilidad ha sido arrebatada de los padres por los medios masivos de comunicación y producción. Demasiado agotado para atender a los hijos, y con demasiadas preocupaciones para dedicarle unas horas a su enseñanza, la mayoría preferimos que nos dejen en paz, y se entretengan viendo la televisión, enviarlos a la escuela, donde alguien más se haga cargo de corregir los malos hábitos que se hayan formado a nuestras espaldas.

Si bien la escuela es responsable de impartir conocimientos, la familia es responsable de formar el carácter, y ya que últimamente ninguna de ambas instituciones funciona, ¿se ha detenido a pensar qué información y qué patrones de conducta reciben los niños por televisión?

Hace aproximadamente unos 70 años, un biólogo suizo llamado Jean Piaget se tomó el trabajo de anotar minuciosa y detalladamente todos los cambios de comportamiento observables en los niños, desde el nacimiento hasta inicios de la vida adulta, demostrando científicamente que la inteligencia, personalidad y consciencia humanas son resultado tanto de la interacción con otras personas, como de las condiciones físicas y orgánicas presentes en cada individuo.

Obtuvo resultados tan buenos y pruebas tan evidentes, que sus estudios se convirtieron pronto en la base no sólo de diferentes sistemas educativos, sino también publicitarios, propagandísticos y hasta métodos de tortura. ¿Cómo se construye la visión del mundo? ¿Cómo aprendemos a reconocer la realidad? ¿Cómo se transmiten los códigos morales?

Piaget dividió el desarrollo humano en cuatro etapas: Etapa sensomotriz, Etapa Pre-operacional, Etapa Operacional Concreta y Etapa de Operación Formal. Comparemos lo que dice esta teoría, con los programas infantiles para tener algunas conclusiones:

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¿Olvidamos acaso que el cerebro humano es una masa maleable, que sirve para mucho más que ver televisión, comprar, vender y manejar músculos en pro de empresas que en nada nos interesan?

¿Cómo se construye la visión del mundo? ¿Cómo aprendemos a reconocer la realidad? ¿Cómo se transmiten los códigos morales?


Leonel Juracán. Un tipo que nació hace como 34 años, salió del IGSS de Pamplona en brazos su madre. Juracán lee, camina mucho, dizque estudia, a veces ciencias y otras veces pajas humanistas, se embriaga con facilidad y se apasiona por la cultura, sea ésta alta o baja. kakchikel desclasado, según linaje y racismo guatemalteco.

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