Por Danilo Lara

Desde el principio—una toma de un Cristo en madera clavado en medio de una nevada, la cual se va abriendo despacísimo, en sintonía con una composición de Morricone soberbiamente intrigante—LOS 8 MÁS ODIADOS te recuerda que no es cualquier lica, es una lica de Tarantino, y como tal, se va a tomar todo el tiempo que le dé la gana para contarte y saborearse la historia.

_Cul7_1BEn ese momento los fans de Tarantino pensamos «¡Por esto es mi mero gallo!», los que no lo conocen piensan «¿Qué está pasando? Esto es diferente y creo que me gusta» y las peores personas del mundo piensan «Esto es aburrido. Voy a whatsappear tres horas y a encender la luz de mi teléfono tan fuerte que parecerá que acabo de abrir un cofre pirata y no me importa si los demás que están aquí tienen ojos».

Poco a poco los personajes se van montando en la trama de este western y toma un par de capítulos para que tengamos reunidos a Los 8 Más Odiados, atrapados en una cabaña en medio de una tormenta de nieve en Wyoming, algunos años después del final de la Guerra Civil Americana.

El título no miente. Esta mara es terrible. Gente de lo más basura. Personas ruines que estoy seguro que whatsappearían en el cine, entre otras cosas repugnantes.

Sabemos lo genial que Tarantino es presentando humanos amorales envueltos en ciclos de extrema violencia, pero en esta lica el director está yendo detrás de algo más que violencia por puro shock: va tras nuestro instinto básico de buscar lo bueno en cada ser humano. Los 8 Más Odiados es un juego en el que el director nos revela a un set de tipos podridos, pero a los que les agrega la suficiente pizca de esperanza de redención, nomás pa’ que nos ilusionemos.

A través de la película mi lealtad fue mudándose de personaje en personaje. Creía en alguien solo para que minutos después hiciera algo espantoso y me decepcionara. Una sensación que me recordó a todas las elecciones chapinas.

Los 8 Más Odiados es, en sus mecanismos, una película de horror—las fascinantes conexiones con The Thing de John Carpenter abundan en el internet—con todo y cabaña en medio de la nada, al estilo The Evil Dead. La diferencia es que acá la maldición no es un ente demoníaco o un parásito extraterrestre, sino el puritito odio.

Más que todo, la película es acerca del vehículo para ejercer el odio: el poder. En este caso, el poder casi siempre es un arma de fuego y Tarantino llena la lica con fuertes comentarios socio-políticos, a mi parecer, bien puestos, respecto a los casos de violencia con carga racial que ha habido en Estados Unidos.

Entiendo por qué algunos pudieran procesar la lica como una celebración más de la violencia (en especial, la violencia hacia las mujeres). Pero para mí, es Tarantino usando su lenguaje predilecto—y diálogos de los más finos—para hablarnos de las tensiones raciales, la interseccionalidad, la exclusividad a la violencia que unos grupos (los hombres blancos) tienen sobre otros (las mujeres, las minorías, etc.) y de cómo los oprimidos a veces adoptan (e incluso perfeccionan) las tácticas del opresor para sobrevivir.

Dicho esto, mi recomendación para el fin de semana se divide entre Los 8 Más Odiados y la también excelente Creed.

Una buena idea es fabricar dos clones de uno mismo. Uno para que vaya a Los 8 Más Odiados, otro para ver Creed y otro para cultivar sus órganos, por si algún día uno se despierta en un western de Tarantino y requiere de un pulmón extra en substitución del que le acaban de reventar de un escopetazo porque así es la vida.

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