Por Teresa Dapp
Dublín/Zúrich
Agencia/dpa

Fue uno de los escritores irlandeses más notables e influyentes, pero para acercarse a James Joyce se necesita tiempo y capacidad de comprensión.

En teoría, el libro más famoso de Joyce comienza de una forma muy inocente. «Majestuoso, el orondo Buck Mulligan llegó por el hueco de la escalera, portando un cuenco lleno de espuma sobre el que un espejo y una navaja de afeitar se cruzaban». Pero para «Ulises» (y algunos opinan que es imprescindible en la cultura literaria), se necesita un esfuerzo: son casi mil páginas para compilar lo que acontece el 16 de junio de 1904.

«Lo mejor es dejarse llevar de forma fresca por la aventura y no verlo como un examen de inteligencia», aconseja Fritz Senn, presidente de la Sociedad James Joyce en Zúrich, la cuidad suiza donde murió el escritor un 13 de enero de hace 75 años.

Aun cuando Joyce sea uno de esos escritores que casi todo el mundo conoce, realmente son pocos los que han leído sus obras. Lo que sí que es cierto es que es una figura de culto. El «Bloomsday», que recibe el nombre por el personaje principal de «Ulises», Leopold Bloom, es un día festivo en Dublín.

Las personas que han leído «Ulises» y las que afirman haberlo hecho acuden en peregrinaje a los escenarios de la novela, comen pan con queso gorgonzola, llevan bombín y lo unen todo con un paseo por los pubs irlandeses.

Y el hecho de que Joyce perpetuase el 16 de junio de 1904 no es ninguna casualidad: al parecer fue el primer día en el que salió a pasear con la que después sería su esposa, Nora Barnachle. Ese mismo año dejó su tierra natal, Irlanda.

James Augustine Aloysius Joyce nació en 1882 en una localidad a las afueras de Dublín. Estudió en la capital irlandesa, comenzó temprano a escribir y se planteó ser religioso. Cuando tenía 20 años se marchó durante un tiempo a París, donde vivió también después de su boda, pero también residió en Zúrich y Trieste.

Trabajó como periodista, profesor y escritor. En 1922 se publicó en París «Ulises». En Inglaterra y Estados Unidos el libro fue prohibido al principio.

Pero la obra de este hombre menudo con gafas y bigote, quien sufría una enfermedad ocular, es mucho más amplia. A ella pertenece la colección de relatos cortos «Dublineses» y la novela «Finnegans Wake», una obra experimental desde el punto de vista del lenguaje que durante años fue calificada de intraducible y que para algunos lo sigue siendo.

Senn, un experto en Joyce, desaconseja la traducción, pero también reconoce que si no se tiene el inglés como lengua materna o un amplio conocimiento de la lengua, apenas hay posibilidad de leer la novela en el idioma original.

Con el carácter experimental del lenguaje y el humor como instrumentos, Joyce rompió con todas las normas y costumbres del lenguaje en «Finnegans Wake», su última gran obra. En escritos anteriores ya había roto otras normas y mostró el interior y el subconsciente de sus personajes sin tabúes. Se saltó a la torera las formas convencionales de narrativa.

Acercarse a la literatura de un escritor del siglo XX que rompe moldes y a la vez es tan controvertido vale la pena para todo aquel que valore el idioma, asegura el director de la fundación Senn. Para leer a Joyce, concluye Senn, «se necesita tiempo y concentración».

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