Por JAKE COYLE
NUEVA YORK
Agencia/AP

Meticulosamente creada a lo largo de tres años, con solicitudes ocasionales de financiamiento al público, la cinta de animación en stop motion «Anomalisa» era, irónicamente, la película fácil para el guionista Charlie Kaufman.

«Estuve varios años pasando por un momento difícil, tratando de que las cosas funcionaran», dijo Kaufman, el escritor de cintas divertidas y melancólicas como «Being John Malkovich» y «Adaptation». «Así que la idea de que esto iba a funcionar no me pareció realista. Lo gracioso es que era más fácil que cualquier otra cosa que traté de hacer desde el 2008».

Kaufman tenía motivos para ser escéptico. Escribió «Anomalisa» como una obra de teatro para radio, con solo sonidos y diálogo. Starburns Industries, un grupo de animadores de stop motion formado por una «Comunidad» especial, abordó a Kaufman en 2011 sobre la posibilidad de convertirla en una película animada.

Jamás optimista en demasía, Kaufman aceptó dudoso. «No estaba en contra», dijo. Duke Johnson, de la «Comunidad», se unió como director. Y mientras Kaufman tenía dificultades para sacar adelante otros proyectos, el lento y arduo trabajo del stop motion procedió.

El resultado es una de las cintas más originales del año, que ha figurado en las listas de las 10 mejores películas y en premiaciones. Tras su entusiasta debut en los festivales, fue seleccionada para su distribución no por una empresa independiente sino por Paramount Pictures, que la estrenará el 30 de diciembre.

Hecha completamente con títeres, «Anomalisa» sigue a un hombre solitario (David Thewlis) en un viaje de negocios lejos de su familia. Es un astro del servicio al cliente cuya desilusión con la vida hace que cada persona que conoce le dé igual. El actor Tom Noonan hace las voces de todos los personajes menos uno: una joven sencilla llamada Lisa (Jennifer Jason Leigh) que logra llamar su atención: una anomalía.

«Anomalisa» es una rara excepción en sí misma. En una cultura que suele inclinarse por la uniformidad, «Anomalisa» es extraordinariamente humana, escrita por uno de los máximos enemigos de la conformidad en el cine. Las emociones e interacciones (incluyendo relaciones sexuales) presentadas con muñecos en cuartos de hotel, taxis y bares miniatura pueden resultar más impactantes y reales que aquellas en películas con actores de carne y hueso.

«He lidiado con esto toda mi vida, las mentiras que nos presentan y que son insoportables o inalcanzables. Alimentan la depresión y la infelicidad y la alienación que siente la gente», dijo Kaufman. «La única manera de saber cómo luchar con eso es simplemente representarme en mi trabajo a mí mismo o mis pensamientos, mis preocupaciones, mis sentimientos. Si uno se muestra y alguien más se siente conectado con eso, entonces está conectado con algo que es real. Cuando experimento eso con el trabajo de otra persona, me hace sentir aliviado».

Podría decirse que Kaufman, de 57 años, es uno de los guionistas más renombrados de una generación, y Johnson, un cineasta emergente de 36 años, no comparte tanto su sensibilidad como su ímpetu por ignorar, subvertir y distorsionar lo convencional.

Mientras la animación suele ser movida por la fantasía, Johnson se emocionó con la mundanidad de «Anomalisa». La mayoría son escenas que jamás se animarían, como una llamada telefónica de ocho minutos hecha desde una cama de hotel.

«Es como lo primero que los libros dicen que no se anima», dijo Johnson. «Y nos tomó meses hacerlo».

Pero el stop motion, en particular, tiene sus propias cualidades únicas, agregó, como su propio humor, espacios reales, luz, gravedad.

«Hicimos lo opuesto de lo que normalmente se hace con la animación», dijo Kaufman. «Mantuvimos cosas como respiros y todo tipo de superposiciones de voces».

Era un mundo nuevo para Kaufman, pero el cineasta estaba familiarizado con el tema del servicio al cliente en el filme. Cuando era más joven, trabajó atendiendo llamadas al Minneapolis Star Tribune y vendiendo boletos para la Ópera Metropolitana. También trabajó en un depósito de libros y fue portero de un edificio residencial.

«Nadie miraba a nadie», dijo al recordar la naturaleza impersonal de aquellas labores.

«He lidiado con esto toda mi vida, las mentiras que nos presentan y que son insoportables o inalcanzables. Alimentan la depresión y la infelicidad y la alienación que siente la gente»
Charlie Kaufman

Artículo anteriorLibro de Hitler regresará a las librerías de Alemania
Artículo siguienteFallece el fotógrafo Haskell Wexler, ganador del Oscar