Por Donald Josué Urizar Miranda

Como muchos jóvenes conscientes de su papel histórico en la reciente coyuntura política, había estado presente, sábado a sábado participando en las marchas, caminatas, vigilias y demás acciones contra el gobierno del depuesto presidente otto pérez molina (con minúsculas) y roxana baldetti elías (también, con minúsculas).

Sabía de muchos amigos que habían atendido el llamado de la Galería Erre, Editorial RARA, Nómada y el estudio de Julio Zadik enviando su material a la convocatoria promocionada vía facebook y tuiter para aportar fotografías tomadas durante las manifestaciones pacíficas en las plazas y calles del país. Ellos anunciaban una curaduría previa a la exposición y quería saber finalmente qué criterios utilizaron para plasmar la historia a través del lente fotográfico de los artífices de la masa crítica que salió, sábado a sábado, a las calles durante estos últimos meses.

Después de una hora de tráfico en una rotonda, llegué finalmente a la Galería La Erre. Al ver las fotografías, no pude alejar el sentimiento que significó ver esa Plaza de La Constitución abarrotada un 25 de abril en la ciudad de Guatemala y un Parque a Centroamérica en Quetzaltenango inundados con voces vituperando la renuncia de otto y baldetti; esas lágrimas derramadas de mi parte cuando vi descender por la 12 avenida de Xela a la histórica – pero durmiente – Universidad de San Carlos de Guatemala junto a sus alumnos, profesionales conscientes y sociedad civil hermanada después de años de segregación social.

Después de esa regresión mental, comencé a buscar las fichas de las obras expuestas, la cronología de las marchas a través de los lentes, las manifestaciones de los departamentos del interior que acudieron al llamado bajo la consigna #RenunciaYa y sobre todo, los nombres, o las impresiones de los propios fotógrafos que exponían sus fotografías. No encontré nada de ello.

Sólo vi una especie de «puzzle» desarmado y desproporcionado con relación a las diversas proporciones del papel fotográfico expuesto, sin un orden, sin cronología, sin narrativas, sin mensajes: solo los rostros crudos, las mentadas de madre y los rostros de personajes destacados y emergentes dentro del acontecer sociopolítico- cultural y la coyuntura derivada de las marchas, documentando en un 99% – me atrevo a decir – lo vivido SOLAMENTE en ciudad de Guatemala.

Me tomé la tarea de recorrer y rebuscar entre el material fotográfico esa cohesión y ese despertar de un país que derrocó, por la vía democrática, un gobierno pro militar que nos tiene sumidos en la peor crisis económica y social de la historia democrática de Guatemala. No encontré nada de ello. Sin embargo, pude hacer estas lecturas:

Noté DEMASIADAS alusiones al Palacio Nacional de la Cultura y lo que significaba en el ideario colectivo: el derrocamiento, por la vía pacífica de un gobierno opresor, corrupto y ladrón. NO vi fotografías de un Parque a Centroamérica en Quetzaltenango que fue inundado masivamente dos veces: el 16 de mayo y el 27 de agosto, NO vi fotografías de la valiente Antigua Guatemala que impidió que Manuel Baldizón diera su mitin en mayo.

No encontré fotografías de Sumpango Libre, ni fotografías de Despierta Huehue, ni fotografías de #HagámonosElParo, ni la histórica unión de campesinos y estudiantes en mayo, ni la histórica fotografía de #UniversidadEsPueblo ondeada por alumnos de universidades privadas y la Usac, ninguna alusión a las grandes marchas multitudinarias para el #ParoNacional del 27 de agosto, ninguna alusión a los pueblos indígenas que se manifestaron junto a las juventudes urbanas en diversos episodios de la coyuntura nacional.

Lo que sí encontré -en vastedad- fueron: DEMASIADAS alusiones a la «Revolución de los Carteles» -como algunos académicos denominaron la gesta- con mentadas de madre demostrando la rabia, DEMASIADAS «selfies» frente al Palacio Nacional de la Cultura o la Catedral Metropolitana, la alegre batucada que amenizaba los desfiles y las marchas, retratos de júbilo, alegría, rabia, descontento, gozo, o -por qué no- la moda de ir al parque y reconocer la plaza como centro de intercambio e interrelaciones humanas.

Después de recorrer la exposición, y mientras comenzaban a llenarse los espacios por la presentación del libro, tomé mi lapicero y escribía cada inquietud en mi agenda multipropósito. Me cuestioné:

¿Cuántos de los que comenzaron a llenar las sillas estuvieron investigando por su cuenta sobre la realidad del país? ¿Cuántos de los presentes conocían -en realidad- la línea editorial de Nómada y el quehacer de La Erre como centro cultural? ¿Cuántos asistieron porque Nómada y Plaza Pública, como periódicos de investigación y análisis digitales, fueron los primeros en visibilizar los escenarios posibles de incidencia real y política de las marchas ciudadanas? ¿Cuántos iban a la exposición porque su fotografía sería publicada en un libro y querían lucir su nombre?

¿Cuál era la intención real de la capitalización del descontento popular para La Erre al presentar la exposición fotográfica en su recinto? ¿Cuál sería el impacto mediático para Nómada al aparecer por primera vez publicados físicamente en un libro con todos los reportajes generados a partir de la cobertura de las marchas desde el 25 de abril? ¿Qué beneficios económicos le generaría al estudio de Julio Zadik esta labor altruista para evitar la amnesia colectiva que padece Guatemala?
¿Cuántos asistieron asiduamente a título personal, con amigos o en familia, con la convicción de que este sería un proceso a largo plazo y que no culminaría con el derrocamiento de otto y roxana? ¿Cuántos fueron a las marchas por la «moda de los selfies indignados» en la Plaza de La Constitución, con carente -o nula- conciencia crítica a los modelos políticos establecidos en Guatemala?

¿Cuántos se decepcionaron -aún más- del inoperante e ineficiente trabajo del Congreso de la República de Guatemala que no hizo más que entrampar una Reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos? ¿Cuántos de los presentes fueron escépticos a los cambios que efectivamente se lograron realizar? ¿A cuántos de los que estaban presentes abarrotando el espacio de la Erre les caló el mensaje que «nuestros sueños NO caben en sus urnas» y se abstuvieron de votar en primera y segunda vuelta?

Mientras dialogaba con el papel, apareció el Embajador de Estados Unidos de Norteamérica, Todd Robinson y su equipo de seguridad, en primera fila…

Fue entonces cuando comenzó el conversatorio entre Martín Rodríguez (Nómada) y algunas de las protagonistas de este movimiento social generado a partir de la indignación ciudadana, Ana Raquel Aquino Smith, de Landivarianos (Universidad Rafael Landívar), Regina Solís de Acción UVG (Universidad Del Valle de Guatemala) Gabriela Carrera (SOMOS) resaltaron puntos álgidos en cuanto a la comunicación, convencimiento del por qué salir a las calles y cómo canalizar dichos esfuerzos en un movimiento – plataforma ciudadana a largo plazo.

Resalto las perspectivas de las tres panelistas: si bien provienen de las universidades privadas que se unieron a la Usac y crearon la Coordinadora Estudiantil Universitaria de Guatemala CEUG, primeramente asumieron su rol dentro de la clase media urbana guatemalteca, capaz de articular esfuerzos y bisagras de poder entre la clase baja y la clase alta y desde ese reconocimiento pretenden impulsar las reformas necesarias para despertar a un cúmulo de estudiantes universitarios alienados y desinteresados en el acontecer político nacional. Pero mientras ellas dialogaban, a pesar de que el salón estaba lleno, siempre me seguía la duda al respecto de las convicciones de los presentes: ¿Por qué fueron a La Erre: por moda o por interés genuino?

¿Cuántos saldrán nuevamente el 14 de enero a las 14:00 horas a manifestar su repudio a la clase política que llevó al poder al comodín del sistema para que los cambios se generen para dejar todo igual, o peor?

¿Cuántos estarán dispuestos a ASUMIR EL COMPROMISO y sacrificar comodidades, rechazo social, familiar y de los adultos que propiciaron este aluvión que nos lleva al precipicio como Nación?

Por el barullo que impedía, por momentos, escuchar el conversatorio, comprendí la etiqueta (hashtag) que proclama: #EstoApenasEmpieza reflejada en el momento justo:

Y culmino con esto: Desconozco las razones por las cuales se «invisibilizaron» los logros y las luchas de otros grupos y movimientos surgidos en el interior del país…

Pero recalco: en la medida que la ciudad capital, COMPRENDA que Guatemala no abarca solamente el distrito metropolitano sino un territorio compuesto por 22 departamentos y 339 municipios, 23 grupos étnicos descendientes de los mayas, xincas y garífunas; con el mismo número de idiomas y conviviendo en 108,889 kilómetros cuadrados de primavera, el país y la historia DIFÍCILMENTE podrá cambiar y garantizar equidad a todos los guatemaltecos.

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