por camilo villatoro
En ciertas circunstancias los guatemaltecos, costarricenses y demás hispanoamericanos, hablan en una variación anglosajona del castellano. Otras veces simplemente inglés.
El inglés evolucionó de primitivos dialectos germánicos hasta convertirse en la lengua franca del mundo contemporáneo. El uso globalizado del inglés ha ido de la mano del desarrollo del capitalismo. En el siglo XX, los avances técnicos y las condiciones geopolíticas, hicieron posible la gestación del emporio comunicacional de Estados Unidos, propagador del mal llamado modo de vida americano. El consumismo y la banalidad son dos de los valores más representativos de este modo de vida.
Aunque no nos guste, necesitamos aprender inglés, por razón de acumulación de «capital cultural»: ventaja a la hora de vender nuestra fuerza de trabajo a transnacionales; a call centers, por ejemplo. No importa cuán poca cultura general poseas, si sabes inglés, tienes más posibilidades de ser explotado, con mejor salario… comparado al de tus colegas monolingües.
Aparte de la mera necesidad, hay quienes asumen el idioma inglés con gusto, como el idioma a elegir si de pequeños nos preguntaran qué idioma queremos aprender (ocurre lo contrario, la cultura y el sentido común se imponen en esos casos).
En el suplemento cultural de la semana pasada se publicó un artículo tendente a «defender la legitimidad» de los compositores de convicción angloparlante. Se basaba en que la típica pregunta hecha a estos personajes, «¿por qué cantan en inglés?», es ridícula y por ello no se responde.
Resulta normal que, si una persona guatemalteca, ladina, empieza a componer únicamente en cierto idioma maya, se le pregunte: ¿por qué cantar en quiché? Es un fenómeno atípico que sin duda causa curiosidad.
Me causa curiosidad la razón de los muchachos para cantar en inglés, pero no deviene de la animadversión de aquellos compatriotas seudonacionalistas que no reparan un segundo en pensar que Guatemala es cualquier cosa menos una unidad cultural inalienable. Nuestras contradicciones como sociedad nos superan a diario.
Hay diferencias entre los guatemaltecos que componen estrictamente temas en inglés y los que son compositores ocasionales de letras en inglés. Los segundos, me parece, exploran nuevos sonidos, prueban su capacidad de componer en otro idioma, o bien lo hacen porque se les ocurrió y les da la gana.
También hay diferencias entre los artistas que copian veladamente la parafernalia de bandas extranjeras (no sólo el idioma sino todo el quehacer estilístico) y los que, a pesar de cantar en otro idioma, tienen consistencia estética, mestiza o lo que sea, pero original.
La vez que le pregunté a un amigo el porqué de componer temas en inglés, sólo dijo sentirse cómodo con el idioma.
¿Por qué hay guatemaltecos que se sienten más cómodos escribiendo en inglés que en su idioma natal? La pregunta no sólo no es ridícula, sino que hay varias posibles respuestas.
Habría que empezar exponiendo las condiciones socioculturales de Guatemala. País muy desigual, producto de una colonización violenta, estructuralmente racista, de soberanía virtual, satélite comercial de las televisoras mexicanas, parte de la estrategia geopolítica estadounidense desde el siglo pasado hasta el presente (hay que ver el papel de la embassy en los acontecimientos actuales). En fin, república bananera hasta nuevo aviso.
Somos además un chirmol de identidades. Ninguna de éstas es superior a las demás. No se trata de alegar purismos, sino de reflexionar sobre nuestros matices. No existen purismos cuando nuestro instrumento autóctono tiene más orígenes africanos que americanos, stricto sensu.
Pero cuando se le pregunta a un guatemalteco por qué compone letras estrictamente en inglés, su reacción tiende a ser defensiva, cual si no hubiera una respuesta más allá del «¿por qué no?» y demás argumentos solipsistas que no revelan mucho, sino sólo lo natural, espontáneo e inconsciente que resulta componer en inglés.
No se trata de hallar culpas; las culpas son muy viejas y poco originales. Pero mi teoría apunta a que algo inconsciente suele esconder evidencias concretas: experiencias individuales, sociales, económicas, culturales, etc. Tiene que ser así, ¿sino cómo?
No siempre, pero nuestro grado de adhesión poco consciente hacia un rasgo cultural extranjero, puede ser inversamente proporcional al contacto con los elementos culturales «nacionales». Pero el concepto de nación ya de por sí es ambiguo para los homínidos guatemalensis. Sigue pendiente la definición de “nuestra Guatemala”.
“¿Por qué hay guatemaltecos que se sienten más cómodos escribiendo en inglés que en su idioma natal? La pregunta no sólo no es ridícula, sino que hay varias posibles respuestas.”
https://www.youtube.com/watch?v=4DKG3Z6XUZ4
https://www.youtube.com/watch?v=NNYHUrA7ocw
https://www.youtube.com/watch?v=DIAulTMlIQE