Por Gustavo Maldonado

Y mientras pienso en esto, regresa en forma de memoria aquel diálogo con mi hermano/
cuando nos fumamos un puro de marihuana, que no era cualquiera, porque era la segunda o tercera vez que aquel fumaba mota/
y que me decía que nos quedáramos otro rato y que aquel momento era eterno, tan eterno como lo puede ser un relámpago, una muerte o cualquier instante/
pero que no nos fuéramos de ahí porque ese instante iba a durar para siempre y no valía la pena regresar y verle la cara al mundo/
porque entonces el gesto efímero (como todo) de algunos rostros del mundo, podría, en su mediocridad intentar permanecer para siempre en nosotros/
por el solo placer de eclipsar la eternidad de aquel momento que nosotros sentados sobre la grama, al lado del barranco, bajo las estrellas intentábamos eternizar/
Aquel instante iluminado en que mi hermano y yo disfrutábamos del efecto placentero de la mariguana/

…nacidos de la hierba, de la basura, de la coincidencia de un óvulo y un esperma en el año 67, mi hermano/
y de otro polvo perdido en cualquier calentura y que germinó en mi nacimiento sin planificación en el año 74/
porque los condones eran algo raro seguramente, porque los métodos anticonceptivos fueron algo penado por las normas morales/
porque el aborto no era siquiera una opción/
porque era en ese contexto mejor hacerle huevos a otro patojo, que cargar con el peso de la condena moral de los vecinos, de la sociedad/
los parientes los amigos/
el peligro y el dolor de una condena en proceso penal sin haber sido citada, escuchada y vencida en juicio/
porque el solo hecho de considerar una opción el que una pareja o una mujer sola se tomase la atribución de decidir sobre su cuerpo/vida/
hubiese, en aquella época, causado demasiado resquemor…

Entonces nacimos nosotros, hijos de la guerra, de la vergüenza, de la doble triple falsa moral/
…hijos de la incapacidad de la mujer de decidir sobre su cuerpo vida, de la falta de educación, de información y esas cosas/
de las calenturas, acaso borrachas de un hombre que conquistando a una mujer como ella conquistaba el universo/
un pequeño y cómodo universo de particular hedonismo/
de un hedonismo negociado, como decir que aceptás la esclavitud para conseguir un poco menos de un tercio de lo que soñaste para la vida/
…o sea que viviendo dentro de este mecanismo, tus sueños son siempre los de un esclavo que se ha tomado la licencia de soñar con libertad/
…Acaso no es de la represión que surgen muchos de nuestros sueños?/
podemos solamente soñar cosas mejores, en situaciones peores…

Y aun no descubro la razón por la cual no puedo escribir nada en orden, pensar nada en orden, hacer nada en orden, nacer algo en orden/
…pero entonces, regresando…la charla aquella tarde- noche, versó acerca de una de mis preocupaciones fundamentales: el afán de trascendencia/
…que no es una de mis fundamentales preocupaciones porque a mí me preocupe trascender/
…más bien lo que me preocupa es el afán de trascendencia de docenas de mortales que conozco/
…Entonces, le decía yo a mi hermano, aquella vez en que él acababa de fumar por segunda o tercera vez un puro de marihuana/
que el afán de trascender era la cosa más inútil…si el sol habría en algún momento cósmico de convertirse en una enorme estrella roja/
y para ese entonces ya no estaremos acá, ninguno de los que estamos acá ahora/
o sea que el sol se va ir a la mierda, y ya no servirá ni para calentarnos las ideas porque tampoco habrán ideas que calentar/…

Y, ponele, si el sol se va a expandir, la tierra, con suerte, se habrá de convertir en una pieza de carbón flotando en el espacio/
…entonces, qué sentido puede tener el pendejo afán de trascender en el tiempo?/
…la trascendencia es algo relacionado con que los demás te recuerden, etcétera, y el recuerdo pierde todo sentido cuando no existe razón que interprete los recuerdos/
…o sea, si el sol se expande y luego se apaga y todos nosotros desaparecemos/ desaparecen los recuerdos, la memoria, la razón y todo ese cúmulo de sueños macabros que intentan la trascendencia en el tiempo…

*Canto de la intrascendencia es un fragmento del poema Estrella Roja
(Profecía En Cuatro Cantos) del 2013.

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