Por Salazar Ochoa

“Desvistiéndonos de normas y convenciones para saber quiénes somos”, es así como el fotógrafo guatemalteco Daniel Hernández-Salazar reflexiona alrededor de un proyecto que reta a la personas a retratarse sin y con ropa para verse y mostrarse tal y como son. Con esta propuesta el artista nos invita a explorarnos por medio del despojo de los convencionalismos que llevamos, la manera cómo nos vestimos y, por tanto, nos representamos.

cul4¿Cuáles son los antecedentes de “Guatemala se reb(v)ela”?
Hace ya algún tiempo me invitaron a participar en una exposición que se llamó “Desnudo en Guatemala”, ese título lo tomaron los directores de la galería El Attico; entre ellos Willy Monsanto, de la primera exposición de arte de desnudo que se hizo en Guatemala a principios del siglo XX por la pintora Antonia Matos. La exposición a la que me invitaron estaba parafraseando a la exposición de Matos. Me dijo Willy Monsanto algo que nunca se me olvida: “ahora tráete una gruesa, una foto fuerte porque es el momento”, “¿Seguro?”, le dije, y él dijo “Sí, yo voy a salir de viaje pero se va a quedar fulanito y es cuate, vos llévale la pieza y se acabó”.

Fui a buscar una de mis fotografías que se llama “Fuego en la oscuridad”, un desnudo masculino de alguien que está en erección, está recostado con una erección como si estuviera fantaseando. La llevé la mañana del día de la inauguración y la colgué precisamente a la par de una de González Palma, ahí se quedó. Cuando regresé en la tarde ya no estaba la foto, me pareció raro y empecé a buscar por toda la galería pensando en que de repente habían reordenado. Fui con el encargado y le pregunté por mi foto y me dijo “ahh mirá con vos quería hablar, estoy con mucha pena, fíjate que la tuve que quitar porque hubo personas que protestaron diciendo que eso ya era pornografía”, Yo le dije que no, que cómo iba a ser así, eso es arte, le dije “a mí Williy me pidió que trajera una foto heavy porque de eso se trataba la exposición, como va a ser que la vas a quitar”. Discutimos un rato y la volvió a colgar.

Avanzó la exposición y me quedé a unos metros viendo cómo reaccionaba la gente, el ¿Qué pasaba? Y la miraban como veían todas las obras sin ningún problema. Al día siguiente ya la habían quitado otra vez entonces le dije al encargado “vos ¿Estamos jugando o qué fregados?”. En ese mismo edificio vivía Danny Schafer, le fui hablar y le conté lo que estaba pasando. Me acompañó a la exposición, hablamos nuevamente con el encargado, discutimos hasta que le dije “vos no querés que la foto se mire y yo quiero que la foto esté colgada, ¿Qué te parece si la tapo con papel y la dejo colgada? Vos estás tranquilo y yo estoy contento”. Al final la envolví en el papel, la colgamos, me paré a un lado y Danny Schafer me tomó una foto. Como a los tres días me llamaron de Prensa Libre para hacer una entrevista que la periodista tituló “Un adán controvertido” que produjo una discusión interesante. Entonces dije este es momento de hacer una exposición del tema porque veo que hay resistencia y hay trabajo que hacer. Hice en aquel entonces una exposición basándome únicamente en el desnudo masculino, como a los seis meses expuse en la galería El Sitio en Antigua Guatemala, se llamó “Ecce homo”.

Luego seguí trabajando, trabajando y aunque el desnudo siempre me había interesado, yo al cuerpo lo veo no solo como un tema estético-artístico sino también político. Me metí a otras cosas como memoria histórica, exhumaciones, fotografía documental y periodística. Hacía tiempo que tenía ganas de hacer un proyecto como este pero siempre estás con eso de que hay otras que hacer, y esto requiere mucho trabajo, un esfuerzo muy grande que te permita tomar aire porque realmente no es algo sencillo por decirlo así.

¿Qué terminó de convencerte para emprender este proyecto?
Hace aproximadamente seis meses, hubo en el Centro Cultural de España una retrospectiva de la Galería “Imaginaria”. Recuerdo que cuando empecé como fotógrafo junto a Luis González Palma y otros, todos hacíamos lo mismo, Luis le pedía a cuates y cuatas que posáramos para él y yo posé en algunos de sus trabajos. Hay varias de sus fotos donde yo soy el modelo y precisamente en esa retrospectiva que se hizo en el Lux había trabajos de Pablo Swezey, trabajos de Isabel Ruiz, de todos los que pertenecían a “Imaginaria” y de Luis por supuesto. Había una foto de un desnudo de alguien que tiene una máscara de la muerte que le cubre solo la mitad del rostro y ese soy yo.

Al final del evento me despedí y cuando iba saliendo estaba un amigo, Bernardo Euler, estaba tomando fotos de la mara que habíamos asistido a la exposición, yo solo pasé despidiéndome y me dice “¿No te vas a tomar una foto?” , Está bien, le dije ¿Qué hay que hacer?, él tenía unas máscaras hechas con parte de las obras de los artistas de “Imaginaria”, la cara del chucho de Pablo Swezey, una de las caras de Isabel Ruiz y la máscara de la muerte a la mitad. Cuando vi la máscara empecé a pensar y dije “de acuerdo, me la voy a tomar pero de una vez te advierto que si me la tomo, lo hago con el mismo traje que tenía en la foto de arriba ¿te acordás?”, Sí dijo, “vos dale”. Yo estaba entacuchado, me quite toda la ropa y me subí al banquito y me puse la máscara en pelota. Luego Bernardo Euler subió la foto a su página y a la del CCE. Fue entonces cuando dije “Este es el momento, son babosadas, ya no le doy más vueltas”. Fue ahí cuando comencé a trabajar en Guatemala se Reb(v)ela.

Este definitivamente es un momento de rebelión y si lo perdemos otra vez nos vamos a quedar cien años bajo la pata. La coyuntura política del país fue lo último que terminó de empujarme. Uno tiene que saber leer el aire de los tiempos y decir ¡Ahorita! Tenés que reconocer el impulso de la historia.

¿Por qué decidiste usar ese título?
El nombre salió de varias cuestiones. A mí me gusta mucho jugar con las palabras de una forma picante e irónica pero siempre motivando a la gente a elucubrar cosas o bien a recordar algo. En mi trabajo siempre quiero incidir, entrar en diálogo con la gente, con la sociedad, no solo con un par de personas o con una élite. Por eso se llama Guatemala, porque me estoy dirigiendo a todos y “se reb(v)ela” viene de varias ideas. Revelar es mostrar pero también revelar en el proceso tradicional de fotografía, es revelar fotos y aunque en la actualidad trabajo 80% digital, nunca quiero abandonar el otro tema porque yo respeto mucho los oficios, el arte hecho con las manos, siempre trato de reivindicar ese tema y me considero como un obrero, como una especie de ejecutante de ese tipo de trabajos. Por otro lado revelarse si le cambiás la v, es un acto de rebeldía y para mí la rebelión y la revolución siempre han sido un tema que me ha movido. Entonces con la coyuntura que está viviendo el país esto me pareció muy interesante y muy motivante para puyar el hormiguero, de ahí viene el nombre.

¿Cuáles son tus influencias?
Dentro del tema netamente fotográfico hay un autor norteamericano de mediados del siglo XX, se llama Irving Penn, aunque nunca lo conocí, lo considero uno de mis maestros. Siempre he visto y leído mucho de su trabajo. De alguna manera me ha influido no solo en esta serie sino que además en trabajos anteriores, he aprehendido de él. Agarré la idea de utilizar el tipo de escenario que usé en “Guatemala se reb(v)ela “ de una serie que él hizo de fotografías de celebridades con un escenario similar. Es todo un ejercicio aunque es bastante sencillo, consiste en una esquina nada más pero es algo que te da soporte como modelo pero al mismo tiempo resulta siendo como angustiante, te abstrae de la realidad, le da mucho volumen a la persona porque el propio cuerpo refleja pequeñas sombras ya que se usa una luz difusa, que es la misma que él usaba.

¿Cuál fue la metodología que usaste en este proyecto para retratar a cada persona?
Agarrás a una persona en un escenario bastante sencillo y empezás a trabajar variaciones de ese sujeto, muy parecidas unas de otras. Sin embargo, estas variaciones son muy reveladoras de la personalidad del individuo. Yo lo que quiero es revelar a la persona, que se suelte el chongo como decimos pero también uno como fotógrafo busca revelarlo a él o a ella, tratar de meterse en la persona y que eso se vea en la imagen aunque yo no sé si lo logro pero eso es mi rollo. No se trata de esos retratos, que he visto en muchas series donde vos sentís que el sujeto está allá y el fotógrafo está aquí, no hay una interacción, no sé si decir comunión, un enlace de almas, eso no existe. En cambio aquí y en otros retratos que hago trato de que haya una conexión fuerte conmigo, esa es la idea del trabajo.

Viene además el tema del cuerpo, el uso del cuerpo es un tema político, si sos hombre o sos mujer o si sos otra opción, todo eso es una batalla política. Todo ese tema del cuerpo y la persona es un terreno político donde las ideologías chocan, sobre todo las más conservadoras que son las que siempre quieren mantener el control, mantener las cosas simples y bajo su égida, entonces por ese lado es que me gusta tanto también el tema, aquí la gente se libera. Es curioso porque vestidos posaban de una forma y cuando se quitaban la ropa realmente se soltaban y es así, no hay nada de que agarrarte, no existen convenciones, si sos rico o pobre, de izquierda o de derecha, etc., mucho de eso se refleja en la ropa que te ponés, te ponés tu personaje por decirlo así, la forma en que te cortás el pelo, si te rasurás o no y en qué forma, si tenés un arete o un tatuaje, todo eso es parte de tu personaje. Al desnudarte, salvo los tatuajes o los aretes, todo lo demás lo botás y las cosas que vos agregaste pero que ya son parte tuya como serían los aretes o los tatuajes te muestran con muchísima más fuerza.


En total Hernández-Salazar retrató durante las sesiones que se realizaron durante tres días a 61 personas. Los modelos que aparecen en las fotografías son Isabel y Andrés. Actualmente Hernández-Salazar se encuentra en la etapa de post producción de la exposición la cual será exhibida en los próximos meses en ciudad de Guatemala.

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