Por Federico Bagnato
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Esto es una carta, o pretende serlo, puesto que como todavía no hay destinatario, el formato cambia. Es decir, no puedo comenzar diciendo “Querido Richard…” o algo así porque no existe tal cosa. Y quizá te siente bien porque así sea tu nombre, pero sería una coincidencia y no me gustan las coincidencias. Pero ahora, en este momento de mi vida, siento que eres la persona indicada. No quiero que pienses que estoy loca o que soy accesible. Tengo mis pretensiones. Pero la respuesta es sí. Me aventuro al riesgo de que seas un psicópata. Pero esa idea tampoco me disgusta. Oye, tampoco quiero que pienses que soy una sádica. Es solo que me gustaría que sepas quién soy. Si vas a venir, que sea con gusto. ¡Ah! Antes de olvidarme, mi dirección es Av. Stohelm 347, apartamento 7. Eso es importante. Y ahí estaré esperando a que llegues, lo que será, calculando el correo y que lo pienses bien, como en unos 2 o 3 días. Te prepararé una rica cena, algo como spaghetti con carne y croquetas de acelga. Espero que te guste… Pero es que no lo sé. Si me dijeras… pero no hay tiempo. Entonces croquetas, sí. Y si no te gustan podemos hablar. Porque no me gustan esas cenas donde la gente no se habla y se limita a comer. Yo quiero que me cuentes algo. Qué te gusta y porqué viniste, por ejemplo. Pero tenés que venir entonces, así hablamos. Me parece justo. Y si no te gusta, juro que no voy a acosarte. Aunque esa idea tampoco me disgusta. Pero ojo, tampoco quiero que pienses que solo me interesa “eso”… ¡Ay! La vergüenza que me da… ¡si me vieras la cara! Estoy roja como un tomate. Es solo que no he estado con muchos hombres. Me da fobia hablarles de frente. Pero eso me pasa con todos. Pero no quiero que pienses que estoy mal de la cabeza o que tengo fobia social. Es solo que creo que mienten. Todos mienten siempre para sentirse mejor o escapar de algo. Y yo no tengo nada que ocultar. Pero es que es más fácil así, por escrito. Una tiene tiempo de pensar bien y borrar para decir otra cosa. Por ejemplo, quería contarte algo más íntimo… algo de chicas, pero me pareció que todavía no, que primero quiero que nos conozcamos y después nos decimos todas esas cosas. Digo, después de que estemos saliendo y nos digamos “te quiero” o algo así. Y ahí sí, no hay secretos. Pero ahora no. Tenemos que hablar de otras cosas. Yo quiero que me cuentes cosas tuyas, como cuántas novias tuviste, si te gustan las películas y si fuiste a la universidad.

Espero que seas un hombre lindo, que no fumes y que te guste cualquier mujer. Eso dicen de mí, a veces… que soy una mujer cualquiera. Y es cierto, no tengo nada que no tenga otra: hablo mucho, me gustan los espejos y tengo fragilidad por los niños. Soy como cualquiera, como tú para mí. Eres un cualquiera, pero te elijo. Y como tal, espero que no estés mal, como loco… tú sabes, tocado de la cabeza. Y si así no fuera no saldrías con cualquiera. Yo soy cualquiera. Y si eres inteligente no me responderías, aunque espero que lo hagas, incluso para rechazarme, así lo sé. Ya me pasó antes, y entonces te escribí. Puede volver a suceder, ¿quién sabe? Si no, te espero. Dos o tres días. Mejor tres, para que lo pienses bien.
Hasta pronto.

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