Por MARK KENNEDY,
NUEVA YORK
Agencia AP
La última vez que estuvo en Broadway, al director Mike Nichols le preguntaron cuál era su secreto para sacar lo mejor de sus actores.
«Si lo puedes hacer bien no hay misterio», dijo en una sala de ensayos para la reposición en 2013 de «Betrayal» protagonizada por Daniel Craig y Rachel Weisz. «No se trata del misterio, ni siquiera es algo misterioso, se trata de nuestras vidas».
Nichols, quien murió el miércoles a los 83 años, era un enemigo de los acertijos, de lo inescrutable, de las farsas. En una larga y brillante carrera en las artes, que incluyó teatro, cine y televisión, Nichols buscó la verdad, el humor y celebró los defectos humanos reales.
El tranquilo Nichols expresó que quería que el trabajo se presentara de una manera «en la que seas parte de él y él sea parte de ti». Quería encontrar las relaciones entre la gente, para demostrar que cualquier cosa que estuviera pasando en pantalla o en el escenario no era diferente de lo que el público experimentaba.
«He visto obras sobre Sudáfrica en la que he sentido eso. Todos somos gente y si alguien puede encontrar el meollo de lo que están haciendo y el porqué podemos decir ‘sí yo también, yo también»’, dijo. «Me encanta eso, es divertido».
E inevitablemente dijimos «yo también» tras ver su debut como director de cine de 1966 «¿Quién teme a Virginia Woolf?». Lo dijimos tras ver su «Angels in America» de HBO y su «Death of a Salesman» y «Wit» en Broadway. También lo dijimos tras ver «Working Girl» de Nichols y «El graduado».
Nichols era una de las pocas personas ganadoras de un Emmy, Grammy, Oscar y Tony. Lo logró con un don especial de humor y drama obscuro en busca de la honestidad.
Explicó que una obra como «Hamlet» no necesitaba ser aterradora o sobrecogedora. Era en esencia una obra sobre un hombre engañado desde el nacimiento: «Se puede hacer de tal manera que te des cuenta que nadie necesita ayudarte a entenderla. Simplemente obsérvala, se trata de ti».
El tema constante en su carrera era el adulterio. Muchos de sus proyectos — «The Real Thing», «Carnal Knowledge», «Closer», «Primary Colors», «Heartburn» y «Who’s Afraid of Virginia Woolf?» — están marcadas por los males de amor y los corazones rotos.
«Hablando de forma realista, el sexo y el matrimonio son los grandes temas de su obra», agregó el productor de teatro y cine Scott Rudin en 2013.
Nichols, quien se casó tres veces, se enamoró del teatro a los 15 años cuando la madre de su entonces novia les regaló boletos para una obra. Vio la segunda noche del estreno de «Un tranvía llamado deseo» con Marlon Brando en 1947. Quedó prendado.
«Me sorprenden nuestras vejigas porque no fuimos al baño y duraba unas 3 horas y media o 4 horas. Nunca nos levantamos en el intermedio. Estábamos noqueados, impresionados. No hablábamos entre nosotros. Estábamos sentados como dos personas medio inconscientes. Era tan vívido, tan real».
Durante su carrera algunos de los mejores actores adoraban trabajar con él: Richard Burton, Elizabeth Taylor, Jack Nicholson, Meryl Streep, Emma Thompson, Gene Hackman, Robin Williams, Harrison Ford, Sigourney Weaver, George Segal, Tom Hanks y Julia Roberts.
Lo buscaban porque Nichols creaba un ambiente seguro y le gustaba explicar a profundidad el trabajo, entregándolo y permitiéndoles encontrar la verdad interna. Era educado, inteligente, astuto y tranquilo cuando lo necesitaba.
«Lo que hace es muy delicado, imperceptible, casi invisible, impulsando la obra en cierta dirección», dijo Rudin. «Es por inferencia y por implicación, narración y análisis y gradualmente, a lo largo de la construcción y el ensayo, logran entrar a la obra».
A Nichols le encantaban los caballos, era jinete en la universidad y se convirtió en un criador de caballos árabes. Durante una visita a los ensayos de «Betrayal» — y cuidándose de que no lo oyeran Craig y Weisz — reveló que solía usar sus habilidades ecuestres con los actores.
«Hay caballos que tienes que dominar, hay caballos que tienes que acompañar, hay caballos de los que eres socio y si piensas en algo lo harán», dijo. «Así la historia va cobrando forma».