Por Edgar Barillas
Un día de marzo de 1934 el Instituto de Señoritas de la ciudad de Guatemala se vistió de gala, pues se inauguraba el proyector de cine con toda la pompa y circunstancia que podía esperarse.3 Para la ocasión, el Departamento de Cinematografía preparó una edición especial de una película producida hacía pocas semanas. Esta primera proyección llevó a las estudiantes imágenes de Puerto Barrios, Río Dulce, los Cayos y Livingston “con sus panoramas llenos de encanto”, como escribieron sus realizadores. Las imágenes de la costa atlántica guatemalteca cautivaban a los espectadores pues descubrían parajes solo esperados en el Paraíso: embarcaciones surcando el mar, el sol ocultándose en el horizonte para luego volver a resurgir el día con ágiles remeros en sus estrechos cayucos, las bandadas de aves marinas, la exuberante vegetación a orillas del Río Dulce, los garífunas como seres exóticos en su propia patria. Bien se veía que eran imágenes para prender a “los tiernos corazones”, para inculcar el “cariño… sobre todo a Guatemala”. Eran un poderoso vehículo para la construcción del sitio elegido para la nación en el imaginario social.
Pero la película iba más allá de construir una oda a la grandiosidad de nuestros paisajes y de consolidar el orgullo patrio pues, salpicando las escenas idílicas, surgía la regia figura del protagonista: el General Jorge Ubico, presidente de la república. Don Jorge preparando el anzuelo. Don Jorge pescando. Don Jorge en yate. Don Jorge recorriendo las calles de Livingston. Los retratos de Don Jorge. El vestuario adecuado a la escenografía. Y el intertítulo (rótulo) que fijaba por escrito lo que las imágenes habían sugerido: “El C. Presidente de la República, General Jorge Ubico, visita el pueblo (de Livingston) y se da cuenta de sus necesidades y marcha administrativa”. Al final de la cinta, quedaba la sensación de que gobernante y país eran uno. El cine del ubiquismo fue un poderoso ingrediente de la construcción del imaginario nacional y eso se puede afirmar sin dudarlo mucho porque este mecanismo se usó durante los 14 años del gobierno de Ubico. Si no hubiese funcionado habría sido desechado. Pero no lo fue.
No se crea que era una estrategia diseñada y patentada en Guatemala. El historiador español Emeterio Diez Puertas, al hacer un balance de la producción cinematográfica de los noticieros gubernamentales en la España de Franco encontró que los temas de su aparato propagandístico (especialmente luego del triunfo sobre los republicanos), eran, entre otros, la exaltación al ejército, el culto a la personalidad del Caudillo, la difusión de la obra del partido, las tareas de reconstrucción y pacificación del llamado Nuevo Estado, el pasado histórico, misas, procesiones, Navidad…4 Un simple repaso a los filmes de la Tipografía Nacional nos desvela que los principales temas son las conmemoraciones de fechas históricas (desfiles escolares y militares incluidos), las fiestas inventadas de nueva acuñación (como la Feria de Noviembre, llamada Feria Nacional, para festejar el onomástico de Ubico y fundir su imagen con el destino del país) y las tradicionales (como la del 15 de agosto, el día de Guadalupe), las giras del presidente (carreteras, paisajes, pueblos), en donde el centro de la atención recae en el gobernante y su partido Liberal Progresista; los desfiles y prácticas militares (festejos tanto en la academia militar -aquí llamada Escuela Politécnica-, como en los cuarteles), los eventos religiosos (tal la inauguración del Templo de El Calvario o la Coronación de la Virgen del Rosario, con sus misas y sus procesiones), las obras sociales y campañas de salubridad y ornato por parte del Estado. Todo esto presentado dentro del marco de un país que se encaminaba a pasos agigantados hacia el progreso bajo el liderazgo de un visionario, el General Ubico. Parece que, al revés de lo que se acostumbra a incluir en las obras literarias y cinematográficas, cualquier semejanza con el cine franquista NO es coincidencia. O sea: el guión estaba escrito. Era solo cuestión de echar a rodar la cámara.
Que el cine de la dictadura podía ser un instrumento poderoso para lograr la adscripción de la población, en especial de la niñez y la juventud, a las causas de sus patrocinadores no era un invento criollo o de raíz hispana. Ya en la Alemania Nazi el ministro de educación, Dr. Rust, hacía notar que para que las ideas del nacionalsocialismo penetraran en las escuelas no había nada mejor que el cine. “El Estado nacional-socialista –decía- ha escogido deliberadamente y de manera definitiva, hacer del filme el instrumento para la trasmisión de su ideología”. En España, un ideólogo del franquismo, Ernesto Giménez Caballero escribía que el cine era un arte político y las salas cinematográficas las nuevas catedrales de la humanidad. Las películas, decía, eran un arte al servicio de la conquista de voluntades.5
Durante la dictadura ubiquista el cine acompañó al presidente en sus giras, en las festivas conmemoraciones de su cumpleaños (Feria Nacional), los aniversarios de su ascensión al poder (14 de febrero), sus mensajes a la Asamblea Legislativa (1 de marzo), las fiestas patrias (30 de junio y 15 de septiembre) por él encabezadas, con lo que se buscaba, tanto trasmitir la ideología del sistema, como conquistar la voluntad del pueblo. Que cumplía funciones de dominio ideológico de las masas por la vía de la manipulación lo certifica el hecho de que sus realizadores trabajaban en la Tipografía Nacional, una dependencia del ministerio encargado de la seguridad (el Ministerio de Gobernación y Justicia) junto con dependencias como la Policía Nacional y las Jefaturas Políticas de los departamentos. Esto tampoco era algo original. De igual manera, en la España franquista el cine estatal estaba encargado al Ministerio del Interior.
Ahora bien, el cine fue un elemento más en la trama de la creación y reproducción del mito ubiquista, que se había iniciado desde la magnificación de la figura del candidato a la presidencia para las elecciones y que se acrecentó cuando el 14 de febrero de 1931 asumió –por vez primera- la presidencia. La creación del mito fue producto de una coordinación de acciones en donde el boato de las giras y los festejos se vieron alimentados por los medios de comunicación y el aparato estatal con la escuela como punta de lanza. La cultura de masas, como juguete nuevo, servía para comunicar a todo el país lo que ocurría en cada localidad. Cada cigarrillo que encendía Ubico en una gira, con cada palmadita en la cabeza de algún cofrade durante el obligado ritual de la sumisión, sucesos vistos únicamente por los que le rodeaban, era conocido por el pueblo gracias a la labor vulgarizadora de los medios de comunicación. Y si el cine no creó “en exclusiva” el mito, lo que sí hizo fue llevarlo al imaginario social como no lo podrían haber hecho ni la prensa en un país de analfabetas ni la radio en un país de pobres (incapaces de adquirir tan sofisticado bien) y con una mayoría que no dominaba el castellano como su idioma materno. En Estados Unidos ese fue el éxito del cine mudo entre las millonarias audiencias de inmigrantes que ni leían ni hablaban inglés. Lo paradójico fue que en Guatemala no eran ajenos en vías de aclimatación sino guatemaltecos propios que se adoctrinaban con las imágenes en movimiento sin banda sonora. Y en cada gira y en cada evento del dispositivo estatal, los proyeccionistas de la Tipografía Nacional exhibían en cualquier pared blanca las bellezas del país y las hazañas del caudillo, mientras los camarógrafos ya rodaban las imágenes que se verían al año siguiente. El mito naciendo cuando se impresionaba la película y luego en los laboratorios de la imprenta nacional para renacer en aquellas improvisadas pantallas o en los cines urbanos. Lo que no se lograba con la fuerza, se remataba con la persuasión. Y vaya que lo lograron: el mito sigue vivo hoy, según parece.
Datos
1. El presente texto ha servido como planteamiento inicial para la preparación de la exposición que sobre el mismo tema están preparando Isabel Rodas Núñez, Gabriela Grijalva y el autor, en un trabajo colaborativo entre la Cinemateca Universitaria “Enrique Torres”, la Comisión de Investigación del Arte –CIAG- y el Instituto de Investigaciones Históricas, Antropológicas y Arqueológicas, de la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Se espera que la exposición se inaugure en los primeros meses del 2015.
2. Historiador. Investigador del Instituto de Investigaciones Históricas, Antropológicas y Arqueológicas de la Escuela de Historia, USAC.
3. La película fue rodada del 7 al 9 de marzo, aunque no tenemos la fecha exacta en que se proyectó en el Instituto de Señoritas.
4. Emeterio Diez Puertas, El montaje del franquismo. La política cinematográfica de las fuerzas sublevadas, Andalucía, LAERTES, 2002.
5. Citado por Diez Puertas, op. cit., pp. 252-3.