Juan Juárez

Desde el martes 18 quedó abierta al público en la galería El Túnel la exposición
Parafernalia del artista salvadoreño Santiago Valladares. Se trata de una serie de obras de gran formato en las que el artista explora, en clave onírica, el territorio sin límites creado por la fantasía imaginativa propia de la literatura y el arte.

_Cul21_1bLa pintura de Santiago Valladares, en efecto, nos hace pensar no sólo en la Historia del Arte sino también en la de la Literatura. Su técnica, demorada, asombrosa y sutil, pareciera haber reencontrado los antiguos secretos de la pintura flamenca, el gusto por los delirios de los iluministas medievales y los colores luminosos de los pintores venecianos del Renacimiento. Los escenarios y las historias que recrea, por otro lado, están envueltos en la atmósfera exótica de la literatura de Oriente y la libertad imaginativa de la que, en Occidente hacen gala los niños y algunos pintores y escritores de finales del siglo XIX y principios XX: invenciones y mecanismos ingeniosos que producen efectos mágicos y misteriosos de inesperada poesía, a salvo aún de las distorsiones propias de las interpretaciones psicoanalíticas.

Su actitud artística es, en cambio, muy contemporánea (aparte, claro está, del hecho de que en El Salvador existe especie de tradición de este tipo de pintura, entre académica e imaginativa, entre realista y onírica). Su conocimiento de la historia del arte y la literatura no desemboca, en efecto, en la solemnidad y la erudición de quien quiere mantenerse dentro de una tradición inflexible y de un círculo infranqueable de iniciados y conocedores, sino en el juego, en la ironía y en la irreverencia del que no se toma muy en serio su sabiduría, lo que, por otro lado, le permite desmontar con humor e ironía, pero sin insolencia, rituales despojados de misterio, creencias carentes fuerza mítica y fábulas que se ahogan en su propia fantasía.

Lo de él, más que conocimiento de la historia es una conciencia histórica que lo sitúa en el núcleo de la contemporaneidad. Y es precisamente lo que allí encuentra —o, mejor dicho, lo que no encuentra— lo que lo ha empujado a esas investigaciones fantásticas y desmesuradas en la historia del arte y la literatura que desembocan en las narraciones minuciosas, refinadas y absurdas que encarnan en sus cuadros con pasmosa naturalidad.

Así, dentro del asombro que abre su obra, el hecho que nadie se sorprenda, por ejemplo, de que las frutas se fusionen y den lugar a una pistola o de que en el interior de los huevos se gesten mecanismos minuciosos y en la superficie naveguen en diminutos barcos de vela personajes con bigotitos de gato y traje de arlequín, habla mucho de nuestra disminuida capacidad de asombro y de nuestra carencia del sentido del absurdo. Si es cierto que el arte refleja la realidad, la realidad que se refleja en la pintura de Santiago Valladares es de verdad más inquietante que sus cuadros, pues el absurdo que él se imagina y al que puede entregarse con aparente deleite y desenfado es el que el resto de los mortales, sin darnos cuenta, vivimos cotidianamente, absortos en —o absorbidos por— la fantástica irrealidad del mundo contemporáneo.


Galería El Túnel, 16 calle 1-01 zona 10 Plaza Obelisco
Ciudad de Guatemala

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