Mientras en el resto del país todos están corriendo a finales de octubre por cobrar el cheque y comprar los embutidos para el fiambre, preparar el viaje al cementerio, elaborar un barrilete decente que resista los vientos de la época o bien probarse su traje nuevo de Halloween; en Todos Santos Cuchumatán la población mayoritariamente mam se encuentra envuelta en su fiesta titular, una de las celebraciones más intensas y con mayor arraigo y riesgo que se pueden observar en toda la región mesoamericana.
Los jinetes han venido preparándose durante más de un mes absteniéndose de vicios y otros placeres y aunque no todos conservan la misma mística de antaño, puede observarse en sus rostros la convicción de que están próximos a sumergirse en algo verdaderamente importante y trascendental.
Fortunato Pablo me explica que quizá el origen de esta expresión se remonte a la época colonial posterior a la conquista cuando a las poblaciones mayas no se les permitía criar ganado caballar ni vacuno, únicamente les era permitido el manejo del ganado lanar. Fortunato me explica que el Juego de Gallos es producto de una rebeldía del pueblo man de Todos Santos de saberse capaces de dominar un caballo y poder conducirlo hasta el cansancio sin temores ni dudas.
“…cada jinete celebra junto a su familia una especie de despedida, una celebración que asume la posibilidad de que la muerte les quite el brillo de los ojos a la mañana siguiente.”
Un día antes del magno evento, cada jinete celebra junto a su familia una especie de despedida, una celebración que asume la posibilidad de que la muerte les quite el brillo de los ojos a la mañana siguiente. Un exquisito almuerzo es preparado por las mujeres que integran la familia del jinete, mientras sus primos, tíos, hermanos e hijos se encargan de ayudar a vestir al jinete con un atuendo especial para participar en el Juego de Gallos. El caldo de carnero estuvo delicioso y mientras algunos rezan otros brindan con aguardiente deseando buena suerte.
El estallido de una bomba de iglesia anuncia que el jinete está listo para bajar al baile, salimos del cantón tuitnom, las mujeres llevan tamales y carne. Al llegar a la casa del primer capitán somos recibidos por una marimba. El baile termina casi al amanecer, el jinete estuvo tomando y bailando sin descanso, gritando su tristeza o llorando su alegría, nadie puede saberlo más que él.
El jinete sube a su casa para tomar un baño, baja enseguida con una cerveza en la mano y montado en uno de los caballos que trajeron de Chiantla el día anterior. Las mal denominadas “carreras de caballos” están por comenzar…