Por JAKE COYLE
TORONTO /Agencia AP
Para un actor que ha tenido una carrera ecléctica e irregular, por lo general en papeles menores, «St. Vincent», que se estrena el viernes en Estados Unidos, es su papel más desafiante en años. Es demandante a nivel técnico, ya que incluye un acento ordinario de Brooklyn además de retratar los estragos tras un derrame cerebral. Su personaje, Vincent, es un mentor gruñón y a la vez tierno para un niño tímido que vive junto a su casa (Jaeden Lieberher), a quien le enseña como pelear y cómo apostar a los caballos.
Mientras comía frijolitos de jalea en una habitación de hotel, Murray reflexionó sobre su ambición revivida, sus esperanzas de ganar un Oscar y cómo se mantiene relajado.
AP: Este es quizá tu papel más importante desde «Broken Flowers», de Jim Jarmusch, de 2005.
MURRAY: Es ambicioso y es más grande, simplemente he estado aceptando trabajos como si en realidad no tuviera ningún tipo de plan. Este fue en verdad un gran papel protagónico. Pensé: ‘Dios, no he sido el personaje principal en un tiempo’.
AP: Interpretar a una persona que sufrió un derrame cerebral y está en rehabilitación, además de tener problemas para hablar, me asustaría si fuera un actor.
MURRAY: A mí también me asustó, me choca actuar como una persona sin todas sus facultades, eso es como de escuela de actuación y yo no quiero hacer cosas de escuela de actuación nunca. Eso es como hacer matemáticas o quitar pintura de una pared con una navaja. Es el peor tipo de trabajo, como limpiar a profundidad. Y a pesar de eso no tuve un derrame cerebral. La vida podría ser peor. No me quejo, yo podría ser ese tipo con un derrame.
AP: Esta película podría haber caído fácilmente en sentimentalismos, algo que has evitado en toda tu carrera.
MURRAY: El sentimentalismo es para mí una señal de que hemos dejado el planeta. OK, bye bye. Me avisas cuando regreses porque ya no estás aquí. Simplemente te fuiste. Me recuerda a estar en un funeral, como si mi papá muriera y la pena fuera apabullante. Y todo lo que te puede decir la gente es «bueno, quizá está en el cielo jugando a los bolos con el tío George». Y uno dice «Sí, probablemente es eso. Está jugando a los bolos con el tío George». Pero está muerto, ya no está aquí. ¿Qué voy a hacer? Por favor dime algo. No inventes tu ensueño, quédate aquí conmigo, por favor, no te vayas.
AP: Por mucho tiempo has evitado separarte del público.
MURRAY: La mayoría de la gente está bien. Los porcentajes son los mismos en tu vida que con la gente que conoces. El rango de experiencia es el mimo para todos nosotros, creo. Sólo que yo tengo más, muchas más.
AP: ¿Por qué no te rodeas de los representantes que tienen la mayoría de las celebridades?
MURRAY: La primera vez que me dieron un guardaespaldas pensé: «Por Dios me van a asesinar». Me hizo pensar que me iban a disparar. Así que nunca me gustó, nunca me gustó esa sensación.
AP: Seguramente Harvey Weinstein te buscará una nominación al Oscar por este trabajo.
MURRAY: Sí, eso es lo que hace Harvey. No le va a gustar lo que diga, pero no me voy a subir al poni para ir de un pueblo a otro, no lo creo. Las películas son mágicas o se supone que deben ser más o menos así. Si le cuentas a la gente cómo funciona eres un idiota. Eres un perdedor que no sabe cómo hacerlo. Pero eso de correr detrás de los premios, estuve involucrado con eso alguna vez. Es como un virus con síntomas no tan graves, es como una infección cuando realmente lo buscas. Pero es divertido ganar los premios, porque tienes la oportunidad de subirte al escenario y hacerte el gracioso.
AP: Parece que disfrutas eso, como en una entrevista tras la presentación de «Los Cazafantasmas».
MURRAY: Es muy sencillo. Puedes hacer cosas con algunos cientos de personas. Puedes divertirte bastante, puedes impactar a mucha gente al mismo tiempo. Tienes la libertad increíble de no cumplir con todo lo que se espera de un hombre ante un micrófono.
AP: Hablaste de la importancia de mantenerse relajado, ¿te sale bien eso?
MURRAY: Sólo cuando lo recuerdo. De hecho he comenzado a decir ‘no soy una persona que se preocupe’. La gente dice ‘no te preocupes’ y yo digo, ‘yo no soy un preocupón’. Eso me ha ayudado mucho. Ayuda a que las cosas entren en una bolsa psicológica que me estás dando. No me den una cuerda enredada, dénmela derecha.