FERNANDO MOLLINEDO

El doctor Mariano Gálvez, jefe del antiguo Estado de Guatemala durante la Confederación de Centro América, comisionó al presbítero doctor Francisco de Paula García Peláez para que escribiera la Historia de la Capitanía General de Guatemala, desde la época de la conquista hasta 1828; lo que hizo en tres volúmenes que al parecer fueron destruidos con la asunción del gobierno conservador.


Al ciudadano Alejandro Marure, lo instruyó el presidente Mariano Gálvez para continuar la obra desde la independencia hasta el año 1834, habiendo publicado dos volúmenes que abarcaron hasta 1842. Siendo presidente Justo Rufino Barrios encargó al señor José Milla y Vidaurre para escribir la historia a partir de 1821.
En Centroamérica, el sentimiento de independencia comenzó a crecer entre los criollos, que influidos por las ideas liberales de la Ilustración, veían en el proceso de independencia de los Estados Unidos y en la Revolución Francesa un ejemplo a seguir.
George Washington fue el primer hombre que condujo a su pueblo hacia una emancipación política, económica y social en el continente americano; a su vez el triunfo de York Town asegurando la independencia angloamericana, fue el precursor de la emancipación general del Continente.
En 1800 se sucedieron acciones que marcaron la vida política de Guatemala; en 1813 la Conjuración de Belén; la declaración de la independencia en 1821; la anexión a México en 1822 y en 1823 el establecimiento de la Asamblea Nacional Constituyente y la declaración de independencia absoluta de Centroamérica.
Las ideas de libertad se propagaban de forma secreta y aunque con lentitud los gérmenes de la independencia comenzaron a desarrollarse en suelo guatemalteco. Hubo capturas y juicios contra los cabecillas de movimientos proindependencia; exilio y muerte por fusilamiento; en esa forma se llega al año 1820, con el relevo de José Bustamante y Guerra en el mando por Gabino Gaínza.
En estas acciones independentistas, la población indígena no fue tomada en cuenta, aunque algunos personajes como Manuel Tot (comerciante originario de la Verapaz) y Tomás Ruiz aunque étnicamente eran considerados como tales, vivían incorporados al sistema no indígena e intervinieron de forma personal sin que ello constituyera una representación de la población mayoritaria.
Es de aclarar que el levantamiento indígena en Totonicapán en el año 1820, liderado por Atanasio Tzul tiene relación directa con la independencia pues los criollos y españoles temían que se produjera un movimiento indígena independentista con otros objetivos muy disímiles a los suyos.
La aristocracia terrateniente, los criollos, siempre estuvieron descontentos en medio de su opulencia, veían acercarse la coyuntura en que el poder pasaría a sus manos y hacían una disimulada y mañosa labor conspirativa, principalmente desde los Ayuntamientos, evitando que un movimiento popular urbano dirigido por la capa media alta llevando tras de sí a las capas medias menesterosas, les arrebatara lo que les parecía venir rodando a sus manos
José Cecilio del Valle, abogado, político e intelectual hondureño, denunció en su periódico El Amigo de la Patria las reuniones secretas que Pedro Molina mantenía con la familia Aycinena, y lo acusó públicamente de defender los intereses económicos de los grandes comerciantes de la Nueva Guatemala de la Asunción.
La palabra pueblo, fue utilizada por los criollos en un doble contexto para identificar a los estratos de la población con determinada posición social y económica; es decir, a quienes poseían la categoría social de criollos y en algunos casos de mestizos, entre estos últimos los propietarios de talleres, profesionales, comerciantes, importadores, exportadores y terratenientes; y en alusión peyorativa directa a la plebe, a la mayoría de la población.
Por ello es importante analizar el contenido racista y discriminatorio del artículo 1 del Acta de Independencia, donde se consignó: “Que siendo la independencia del Gobierno Español, la voluntad general del pueblo de Guatemala, -quienes promovieron la independencia- y sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el señor Jefe Político la mande publicar para prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”, refiriéndose a la población inconforme con el estado de cosas imperante, o sea la mayoría de la población indígena. El subrayado y entre paréntesis es mío.
El vecino pueblo de Jocotenango ubicado en lo que hoy es el Parque Jocotenango y aledaños, fue el lugar a donde acudieron Basilio Porras y la señora Dolores Bedoya de Molina a traer varias decenas de personas indígenas para que gritaran en las afueras del palacio de gobierno las consignas favorables a la independencia mientras se celebrara la sesión donde se dispuso independizarse de España.
La Capitanía General de Guatemala, conformada por las provincias de Honduras, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Chiapas, proclamó su “independencia” del dominio español sin rupturas revolucionarias, ni actos heroicos. Quedaron las élites criollas y ladinas rentabilizando el régimen de despojo establecido por la Colonia. Los primeros se aglutinaron en el partido conservador, y los segundos, en el partido liberal.
La motivación de aquella “independencia” sin cambios revolucionarios no fue ningún proyecto político, sino las ansias de legalizar el comercio de contrabando que ya se practicaba durante la Colonia.
La independencia en sí, fue una victoria de la oligarquía comercial guatemalteca y el sector intelectual; la idea de la separación fue de los criollos y españoles que formaban el círculo importante de la sociedad, no hubo participación indígena ni de las mujeres.
Como dato curioso, indico que los criollos precursores de la independencia, utilizaban el término “la plebe” para dirigirse a la población mayoritaria de indígenas; sin embargo, a raíz de la independencia, principiaron a denominarlos “el pueblo”

VOTOS FAVORABLES
En la dicha sesión del 15 de septiembre de 1821, se pidió el consenso para tomar decisión respecto al pronunciamiento de independencia; y de los asistentes se obtuvieron los siguientes votos favorables: por el Colegio de Abogados, licenciado José Francisco de Córdova y Santiago Milla; por la diputación provincial, don José Marianao Calderón, doctor José Matías Delgado, don Antonio Molina, don Antonio Rivera Cabezas y don Mariano de Aycinena; por el claustro de doctores, don Serapio Sánchez y doctor Mariano Gálvez; por los frailes recoletos, fray Mariano Pérez; por los Franciscanos, fray Antonio Taboada; por el cabildo eclesiástico, doctores José María Castilla y Antonio García Redondo; más la aprobación del oidor don Tomás O´Horán, don Francisco de Paula Vilchez, doctor Miguel Larreynaga, y los secretarios del gobierno y de la junta provisional, señores José Lorenzo de Romaña y José Domingo Diéguez.

EL ACTA DE INDEPENDENCIA
La proclamación de la independencia absoluta se verificó 297 años, 3 meses y 19 días después del 2 de junio de 1524, (fecha en que llegó Pedro de Alvarado a Guatemala con 120 soldados españoles de caballo, 300 indios tlaxcaltecas, mexicas y cholulas, acompañados de los sacerdotes Juan Díaz (diocesano) y Bartolomé de Olmedo (mercedario). Algunos historiadores indican que la llegada de Alvarado a territorio nacional fue en el mes de febrero de 1524.
El 15 de septiembre de 1821 al Palacio de Gobierno, asistieron a la sesión 53 personas, de las cuales 36 eran civiles y 17 eclesiásticos. Además de los asistentes oficiales, en la antesala del Real Palacio se encontraban el tercer marqués de Aycinena, presbítero Juan José de Aycinena y Piñol, José Francisco Barrundia, Pedro Molina, Basilio Porras y Dolores Bedoya de Molina. Otros vecinos estaban en los corredores, ventanas y en el portal. El tesorero Manuel Vela los calificaría, poco tiempo después, como una “gavilla de hombres comprados”.
El documento original fue encontrado por los investigadores Joaquín Pardo y Pedro Pérez Valenzuela en el Archivo General del Gobierno -en la actualidad Archivo General de Centro América-, donde se conserva. El Acta fue suscrita por las siguientes personalidades: Gabino Gaínza de Fernández y Medrano, Mariano de Beltranena, José Mariano Calderón, José Matías Delgado, Antonio de Rivera, Manuel Antonio de Molina, Mariano de Larrave, José Antonio de Larrave, Isidro del Valle y Castriciones, Mariano de Aycinena, Pedro de Arroyave, Lorenzo de Romaña -secretario- y José Domingo Diéguez –secretario-.
Desde un punto de vista eminentemente jurídico, el acta de independencia no ha tenido validez porque José Cecilio del Valle quien la redactó en su protocolo, no la firmó; lo cual puede considerarse un acto nulo; algunos historiadores le dan el beneficio de la duda al decir que “por un olvido” no la firmó, sin embargo, es posible que no la haya firmado porque no estuvo de acuerdo en que la independencia se realizara de forma abrupta, tal y como estaba sucediendo en la sesión. Ni la firmó en su casa, a donde llegaron al día siguiente las demás personas que asistieron a la sesión del día anterior.
Hay que reconocer, que el mismo José Cecilio del Valle en elocuente discurso pronunciado en fecha 5 de enero de 1822, ante la proclividad que se manejaba de la anexión a México, manifestó su arrepentimiento al respecto, reconociendo que Guatemala ya estaba suficientemente madura para declarar su independencia y vivir una vida sin sujeción a otras naciones.
Así mismo, para conocimiento histórico, hacemos ver el detalle que en el acta de independencia, al momento de redactarla, por motivos de nerviosismo o error humano, el orden de los numerales donde se manifiestan las condiciones de la independencia; no llevan un orden correlativo, pues del numeral 7º se pasa al 9º.
Respecto del alcance jurídico del Acta de Independencia, durante los meses que siguieron a la declaración, se sostuvieron dos interpretaciones. Primero, los republicanos, encabezados por Pedro Molina, consideraron que el pueblo declaró el 15 de septiembre de 1821 la independencia absoluta de México y de cualquier otra nación, y que el papel del Congreso era resolver la forma de gobierno y la ley fundamental. Segundo, muy distinta fue la interpretación de Gaínza, para quien aún estaba por resolver la decisión de las demás provincias.

LA ANEXIÓN A MÉXICO
Ante la incapacidad de gestar un proyecto político independiente, la élite “independentista” anexa el territorio centroamericano al dominio del Imperio mexicano de Iturbide hasta 1823. Aunque una de las cláusulas del Acta de Independencia quedó establecida la formación de un congreso para «decidir el punto de Independencia y fijar, en caso de acordarla la forma de gobierno y la ley fundamental que deba elegir», el 2 de enero de 1822, por voto mayoritario de los ayuntamientos de las cinco provincias, con la excepción de El Salvador como principal oposición a esta decisión, todo el territorio centroamericano se incorporó al Imperio mexicano de Agustín de Iturbide.
En la Nueva Guatemala de la Asunción, los principales promotores de la anexión eran el marqués Juan José de Aycinena, Gaínza y el alcalde Pedro de Arroyave, que representaban a las principales familias de la aristocracia —los Aycinena, Larrave, Larrazábal, Echeverría, Piñol, Pavón, Croquer, Urruela, Irisarri, Arriaga, Beltranena, Batres, Asturias, Saravia, Arrivillaga, Arzú, Valenzuela, Barrundia y Nájera. De esa forma, entre finales de 1821 y principios de 1822 se consumó la anexión al Imperio mexicano.
Fue  el 1 de julio de 1823 cuando, en Asamblea Nacional Constituyente, se declaró la independencia absoluta de España, México o cualquier otra potencia, bajo un sistema político federal, y consideró la anexión a México “nula de hecho y derecho, violenta y tiránica”.
En el año 1850 el presidente de Guatemala, General Rafael Carrera inició gestiones por medio de su ministro Pedro de Aycinena, ante la corte española para suscribir un Tratado de Paz y Amistad, A los 41 años, 3 meses y 17 días de haber sido proclamado la independencia de Centroamérica. España, por medio de su Majestad la Reina Isabel II, reconoció como nación libre, soberana e independiente a la República de Guatemala, en fecha 29 de mayo de 1863.
La parte importante del Tratado de 11 artículos dice: “S:M. Católica reconoce como Nación libre, soberana e independiente a la República de Guatemala, compuesta de todas las provincias mencionadas en su constitución vigente y de los demás territorios que legítimamente le pertenecen o en adelante le pertenecieren; y usando de la facultad que le compete con arreglo al Decreto de las Cortes generales del Reino de 4 de Diciembre de 1836, renuncia de toda forma y para siempre por sí y sus sucesores la soberanía, derechos y acciones que le correspondían sobre el territorio de la mencionada República…”

GRUPOS DOMINANTES
Desde los inicios, los conservadores fueron dados a entregarse al dominio inglés, y los liberales, al dominio norteamericano. Ambas élites se sentían incapaces de “gobernar” con soberanía un territorio que jamás lograron comprender. Hasta que en 1850, estadounidenses e ingleses firmaron el Tratado de Bulwer-Clayton para no agredirse y compartir el dominio colonial en la Centro América “independiente”.
El 19 de marzo de 1823, Iturbide abdicó a la corona mexicana, dándose con esto la separación de las provincias, a excepción de Chiapas, la cual se unió a la república mexicana como un estado federado.

CONCLUSIONES
La verdadera independencia en aquella época, hubiera sido posible si los cambios hubieran afectado a toda la población para una vida mejor.
Por otro lado, en el sistema educativo se enseña lo anecdótico acerca de los personajes, sin embargo, se omite razonar, analizar y discutir los actos realizados. Un tercer punto sería que la independencia en sí, fue un acto simbólico, pues la cultura, tecnología, usos sociales, religión y sincretismo, aún perdura en la sociedad guatemalteca.
Por último, se debe realizar un análisis más profundo de la historia de Guatemala, para conocer la verdad sin hipocresías ni convencionalismos religiosos.

Artículo anteriorAl lado de un gran tenor, hay una gran soprano
Artículo siguienteMiss Lilith presenta su EP “La muerte también muere”