Mario Gilberto González R.

Ese reconocimiento hace –desde entonces- que jóvenes provenientes de todo el país, cursen sus estudios en tan prestigiado plantel y se distingan por el eficiente y excelente desarrollo en las diversas disciplinas académicas, donde dejan huella imborrable.

_cul7_2aAsí llegaron a sus aulas, J. Antonio Villacorta Calderón, Federico Hernández de León, procedentes de la ciudad Capital: los jóvenes hermanos Ponce Sierra del lejano Cobán; los hermanos Díaz Samayoa de Amatitlán; Humberto Porta Méncos de Chiquimula y otros de los demás departamentos del país.

Corría el año de 1924, cuando los jóvenes estudiantes Alfonso y Max R. Cuenca, Mardoqueo Ponce Sierra, José Gordillo, Víctor Manuel Castro, José Luis Aceituno, Carlos Nájera, Miguel Ángel Archila, Humberto Porta Méncos, Conrado Tercero y Joaquín Soto, apoyados por los demás estudiantes, crearon el Reinado Estudiantil.

Fue un acontecimiento que, por su originalidad, despertó gran entusiasmo, no solo entre los estudiantes y autoridades educativas del Instituto, sino que la sociedad antigüeña se hizo eco y prestó su concurso para el éxito.

La candidata tenía que ser escogida entre las alumnas de la Escuela Normal para Señoritas –llamadas en el argot estudiantil: las Normas- o dicho con más elegancia, del jardín afectivo de los estudiantes instituteros.

Fue electa, como la primera reina, la agraciada señorita Graciela Menéndez. A las ocho de la noche del 13 de Septiembre de 1924, llegó al Instituto la nueva Soberana, acompañada de sus Damas de Honor: señoritas normalistas: Victoria Orive, Julia Moreira, Raquel Palomo Aragón, Elisa Larrañaga y Delia Nájera.

Fue gentilmente recibida por el Director del Instituto vestido de frac y de los estudiantes creadores del reinado estudiantil. Entre vítores fue conducida al Salón de Honor donde se levantó un trono y con gran solemnidad fue coronada con el título de Graciela I, ante la presencia de las Autoridades del Departamento y del Municipio, de estudiantes e invitados especiales en representación de la sociedad antigüeña.

La salutación la hizo el estudiante Alfonso Cuenca con un poema de su cosecha literaria.
“Si es tarde mi llegada no fue la culpa mía
fue porque atento estuve al nutrido clamor
de tus vasallos. Uno aquí me decía:
sus dientes son de perlas entre su boca en flor.

Y aun tiempo otros gritaban: sus manos son liliales,
blancas como los lirios, puras como la grata
dulzura de las hostias de divinos misales;
su frente es escultura prodigiosa de plata.

Sus ojos ¡Oh sus ojos! en ellos la infinita
negra alma de la noche está toda diluida;
su pecho es una copa blanca de agua bendita,
Un nido de ternura de dulce religión –cuando llegues-
dijo otro: dirás que en cada vida hay un palacio,
y templo en cada corazón.
Listo, puse mi audacia sobre el lomo de ensueño,
mi corcel más veloz: busqué perlas, fui a la luna,
busqué país de lirios y el imperio del sueño;
y las perlas, luna y lirios negaron su fortuna:
Sus dientes son más bellos; la plata de su frente
es de vetas celestes, tan divina blancura
no saben mis corolas. Y así perennemente
buscando, hallé tu reino de mágica hermosura.
Y hoy que feliz arribo a tu trono galano,
me acerco reverente imitando figuras
que empleo en edades ideas el pasional Cyrano;
Al par que ante tu corte y absorto en tu belleza
deshojo mi saludo cual blancas rosas puras,
mi corazón, tus plantas, arrodillado besa.”

Acto seguido se desarrolló el baile en su honor en los corredores del Instituto. Los comentarios de la belleza de la nueva Soberana y de sus Damas de Honor, así como la solemnidad del acto de coronación y la elegancia que lucieron los estudiantes que derrocharon su caballerosidad, fueron a cuales más elogiosos.

Los fundadores del Reinado Estudiantil, dejaron para la posteridad, el segundo número de su revista LEDA, totalmente dedicada a su Majestad Graciela I. Consta de treinta y dos páginas. Es un florilegio a la belleza de la mujer en la juventud. Cada estudiante se tornó poeta o prosista y exalta las cualidades de su Majestad estudiantil.

El nombre de la Revista no puede ser menos elocuente de la mitología griega. Zeus bajó del Olimpo en forma de Cisne, para seducir a la bella Leda cuando caminaba junto al río. De esa unión nacieron Helena y Dioscuros.

“No enviamos letras de oro esculpidas en mármol de Carrara –dice la dedicatoria- tampoco pedazos de piélagos cerúleos, ni un reguero de estrellas a tus pies, y, ¿para qué? Si todo eso se encuentra en tus ojos y en tu rostro. Tan solo nuestras almas y nuestros corazones impresos en estas páginas, verás: Vasallaje, Sinceridad, Admiración y Amor”.

Guardo un ejemplar que siendo un niño, me obsequió el Barbero de mi Barrio, don Rafael Tejeda Jacinto y lo conservo como una joya bibliográfica, porque considero que es el único ejemplar que existe.

Cuando me interné en la investigación de la historia del Instituto de los Eternos Valores, conocí a la primera Reina Estudiantil convertida en la señora de Dardón y lucía las huellas de su belleza personal que no la abandonaron. Emotiva fue la conversación al recordar ese precioso e inolvidable pasaje de su vida, que se repitió al segundo año por haber sido reelegida.

Desde la primera coronación de su Majestad Graciela I, el 13 de Septiembre de 1924, a la coronación de su Majestad Sofía Hernández, Agosto 2014 – 15, han corrido noventa años de Reinado Estudiantil.

Bellas señoritas han ocupado el trono estudiantil. Cada una ha dejado la huella de su encanto femenino, exaltado con la caballerosidad que ha distinguido a los estudiantes invalistas.

La nonagésima reina -2014- es la señorita Diana Sofía Hernández. Este es un capítulo de oro, en la fecunda labor del Instituto Normal para Varones “Antonio Larrazábal”.

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