POR JUAN B. JUÁREZ

Comparada con aquella gran retrospectiva, la presente exposición tiene un carácter más bien íntimo y presenta a un artista muy cercano a sus obras en una atmósfera más personal y de más calor humano, totalmente diferente a la sensación de “gran mundo” que prevaleció en aquella ocasión celebratoria. Sin duda contribuye a ese efecto el hecho de que a la par de las obras de formato mayor se exhiben también las maquetas y bocetos que las anteceden y que ilustran no sólo el proceso creativo del artista en plena madurez que trabaja con una técnica que no se presta a arrebatos ni a experimentaciones y que lo retrata a él como un artista reflexivo y tenaz. Y es que en la lenta formación de sus obras interviene, en equilibradas dosis, tanto la imaginación creadora como el intelecto formal, armónico y exacto y el dominio de esa técnica difícil cuya ejecución no admite errores y que debidamente articuladas contribuyen a crear esas esculturas de lograda perfección formal y mesura expresiva.

Figurativas en su forma y modernas en su espíritu, las esculturas de Luis Carlos también son clásicas por los valores estéticos que encarnan en ellas. El equilibrio de los volúmenes, la simplificación de las formas, el ritmo de las líneas y la armonía del conjunto forman parte de un fluido manejo de la abstracción y del análisis de la forma resuelta en un lenguaje claro e inequívoco que se afirma con seguridad en el espacio, el tiempo y el silencio.

La naturalidad con la que sus esculturas se afirman y se instalan en el espacio no es casual sino el resultado de un estudio previo y minucioso en el que incluso lo experimental está estrictamente controlado y que incluye dibujos y maquetas en las que se define la forma final concretada en un modelo de pequeñas dimensiones en el que se encuentran ya resueltos todos los problemas técnicos y formales, como se puede observar en esta exposición. Estas maquetas, por otro lado, son obras completas y terminadas que, sin duda por sus pequeñas dimensiones y su carácter de intimidad, resultan más reveladores de la interioridad del artista, de su afectuoso trato con los materiales, del entrañable origen de las formas y sus sugerencias expresivas, del uso poético de la abstracción y de los ritmos lineales, de la tensión emotiva que se esconde tras el orden racional de la forma, etc., que luego, en las obras mayores, explican el vínculo efectivo que se establece entre ellas y el espectador.

Además de la técnica depurada y exigente del manejo de los materiales y del lenguaje claro e inequívoco de la abstracción y de la figura, las esculturas de Luis Carlos se afirman en el espacio por la claridad de los conceptos formales y semánticos que rigen en cada una de sus obras. Los valores que, por ejemplo, cobran realidad en la familia, en la maternidad o en el amor, encuentran en estas esculturas una expresión clara y transparente que los eleva no sólo al nivel de las formas puras sino también al ámbito en que los ideales humanos recuperan la intemporalidad que los coloca por encima de las épocas, los estilos y las modas.


La exposición de Luis Carlos permanecerá abierta al público hasta el 17 de septiembre y puede ser visitada de lunes a viernes de 9:30 a 13:30 horas y sábado de 9:30 a 13:30 horas, en Plaza Obelisco (16 calle 1-01 zona 10).

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