Por: Nhat Esteban Marcus
Está en lo cierto Juan Domingo Argüelles al decir en la primera solapa: “Este tomo ha sido de gran utilidad para estudiosos e investigadores”. Pero Las vanguardias literarias en Hispanoamérica. Manifiestos, proclamas y otros escritos, del letrado uruguayo Hugo J. Verani (adepto y adicto a las caminatas solares de Octavio Paz) –impreso hace casi medio siglo en Roma por Bulzoni Editore y cuya 5ª edición difunde hoy el Fondo de Cultura Económica– va mucho más allá. Es un clásico de 456 páginas en las que “La humanidad verá realmente lo nunca visto” (para decirlo a lo Macedonio Fernández).
Es un clásico que, a las primeras de cambio, en la p. 54, cita a los maestros sancarlistas Catalina Barrios y Barrios y Francisco Albizúrez Palma: “En Guatemala la labor renovadora se realizó sin formarse núcleos de escritores con un ideario afín. Hay figuras de resonancia continental que no se adhirieron a ningún ismo determinado y no escribieron manifiestos o proclamas vanguardistas. No está de más recordar –agrega Verani, ya por su cuenta– que muchos escritores guatemaltecos (Miguel Ángel Asturias, Luis Cardoza y Aragón, Arqueles Vela) no permanecieron en Guatemala durante los años veinte, sino que se encontraban en París o en México. Asturias funda en París la revista Ensayos (1920), para convertirse, desde Leyendas de Guatemala (1930), con prólogo de Paul Valéry en la versión francesa de 1932, en uno de los precursores de la narrativa hispanoamericana contemporánea”.
Ornamentado con 11 nostálgicas ilustraciones mexicanas/ argentinas/ cubanas/ peruanas/ parisinas, a partir de tridestilar ¡90 páginas de bibliografía! en Las vanguardias literarias… son tajantes tres párrafos:
1: “Los movimientos de la vanguardia propiamente dicha ya son centenarios. Sin embargo, su fervor iconoclasta, su audacia creativa y sus sueños utópicos no han dejado de fascinar a los lectores”.
2: “La vanguardia es el nombre colectivo dado a las diversas tendencias artísticas (los llamados ismos) que surgen en Europa en las dos primeras décadas del siglo XX. Es el inicio de una radical insurgencia contra una cultura estancada que deja paso a una nueva sensibilidad que se propagará más allá de las fronteras europeas”.
3: “A pesar de su fugacidad, los ismos no son historia abolida y estéril; son, por el contrario, un hito fundamental en el proceso evolutivo de la literatura del siglo XX, de imprescindible consulta”.
De la actualidad de los Manifiestos, proclamas y otros escritos incluidos por Hugo J. Verani en Las vanguardias literarias en Hispanoamérica hablan estas líneas de hace un siglo que, por lo visto, fueron redactadas el próximo fin de semana:
“La antigua posteridad con todo el tiempo que se tomaba para pensarlo consagró multitud de nulidades como gloriosos artistas”. (Macedonio Fernández, Argentina).
“La actual generación de América no anda menos extraviada que las anteriores. La actual generación de América es tan retórica y falta de honestidad espiritual, como las anteriores generaciones de las que ella reniega. La retórica de Chocano, por ejemplo, reaparece y continúa, acaso más hinchada y odiosa, en los poetas posteriores. Hoy, como ayer, los escritores de América practican una literatura prestada, que les va trágicamente mal. La estética –si así puede llamarse esa grotesca pesadilla simiesca de los escritores de América– carece allá, hoy tal vez más que nunca, de fisonomía propia. Un verso de Neruda, de Borges o de Maples Arce, no se diferencia en nada de uno de Tzara, de Ribemont o de Reverdy. En Chocano, por lo menos, hubo el barato americanismo de los temas y nombres. En los de ahora ni eso. Acuso, pues, a mi generación de continuar los mismos métodos de plagio y de retórica, de las pasadas generaciones pasadas, de las que ella reniega”, (César Vallejo, Perú).
“¡Qué idea de reposo daría un rascacielos / acostado en el suelo!”, (Alfredo Mario Ferreiro, Uruguay).
“Nuestra labor, en su mayor parte, es extemporánea y se desarrolla incoherentemente sin producir casi nada perdurable que responda al vigor de nuestras grandes facultades raciales”. (David Alfaro Siqueiros, México).
“Queremos renovación espiritual. Queremos que a nuestro empuje y al ardor convencido de nuestra misión, desaparezca tanta farsa, tanta chochez literaria, tanto fantoche de papel, tanta vejez conservadora, tanta roña mental cínicamente extendida en lo que hemos dado en llamar nuestro ambiente literario y artístico”. (Prólogo-Manifiesto de la revista Flechas, Perú).
“Odio a los panegiristas sistemáticos. Es necesario defender nuestra juventud que han enfermado los merolicos exegísticos con nombramiento oficial de catedráticos”. (Manuel Maples Arce, México).
“Dios se ensaña con los pobres. La literatura siempre merece elogio; es cuando menos un derivativo; el sujeto que la ejerce podría molestarnos con otra actividad más deplorable. Es buen escritor el que usa expresiones insustituibles. Los escritores se dividen en aburridos y amenos; los primeros reciben también el nombre de clásicos. Dos médicos no pueden mirarse a la cara sin reírse. Es posible calificar los pueblos conforme las interjecciones de que se valen; los romanos eran unos sandios; se animaban con interjecciones inexpresivas: io, eheu, papae. La familia es una escuela de egoísmo antropófago. El matrimonio es un estado zoológico, es el camino por el cual dos personas llegan más fácilmente a odiarse y a despreciarse. Enamorarse es una falta de amor propio. La humanidad es una reata de monos. Los hombres se dividen en mentales y sementales. (José Antonio Ramos Sucre, Venezuela).
“Se dice de mí que escribo mal. Es posible. De cualquier manera, no tendría dificultad en citar a numerosa gente que escribe bien y a quienes únicamente leen correctos miembros de sus familias. Para hacer estilo son necesarias comodidades, rentas, vida holgada. Pero, por lo general, la gente que disfruta tales beneficios se evita siempre la molestia de la literatura. O la encara como un excelente procedimiento para singularizarse en los salones. En realidad, uno no sabe qué pensar de la gente. Si son idiotas en serio, o si se toman a pecho la burda comedia que representan en todas las horas de sus días y sus noches. (Roberto Arlt, Argentina).
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