El Nacimiento es una de las tradiciones guatemaltecas llenas de simbolismo. Foto La Hora

Mario Alfredo Ubico Calderón
Escuela de Historia, Universidad de San Carlos de Guatemala

Los nacimientos  tan característicos de Guatemala en época de navidad son representaciones en las cuales formas realistas de establos, cuevas o portales  evocan el contexto material donde la Virgen María dio a luz al Salvador del mundo, junto a ellos está San José;  los ángeles y magos de oriente, pastores y ovejas  complementan  la evocación de aquel especial, momento, pero en el caso de Guatemala  se añaden a la decoración  el musgo, pacaya, manzanilla y otros productos vegetales, arenas, aserrines de colores y multitud de otras figuras usualmente de barro ya humanas como animales,  que generan escenarios periféricos al principal que es donde se encuentra la Sagrada Familia.

La hechura de nacimientos se origina en la época colonial, tradición que llega hasta el presente, no sin cambios, pero conservando su esencia: el nacimiento del Salvador del mundo. En las descripciones siguientes se conserva la forma de escribir de los autores incluidos en este aporte.

El siguiente relato de los  primeros años del siglo XVII publicado por el religioso dominico Tomás Gage describe antes de la venida del Santo Hermano  Pedro de Betancur como estaba arraigada la costumbre de elaborar nacimientos en los pueblos de la Guatemala colonial,  sobre este particular dicho relato es tan minucioso que vale la pena recordarlo:

…celebran con mucha devoción la noche buena o Navidad y las Pascuas que le siguen; para esto construyen antes en un rincón de la iglesia una cabaña pequeña cubierta de paja en forma de un establo, que ellos llaman Bethlehem con una estrella cuya cola llega hasta el lugar donde están los tres magos de Oriente. En este establo ponen un pesebre con un niño de madera dentro pintado y dorado representando Jesús recién nacido, a un lado de él la Virgen y San José del otro, complementando el cuadro con un asno y un buen que también están  a los lados. Arreglado de esta manera los que representan a los magos se ponen  de rodillas delante del pesebre y ofrecen oro, mirra e inciensos: los pastores vienen  también  a ofrecer sus regalos, los unos un cabrito, un cordero o bien leche, y los otros queso, cuajada y frutas.  Se ven allí   representados los campos con manadas de ovejas y cabras, y alrededor  de la casilla que representa el establo hay muchas figuras de ángeles con velos, laúdes  y arpas en las manos, lo que atrae una infinidad de indios a la iglesia, cuyas representaciones les agradan mucho,…”

En otros templos sin duda había un lugar especial donde año tras año era colocado el nacimiento, rememorando ese día tan especial;  pero a  nivel doméstico, es decir de la población en sus viviendas,  la información escasea, sin embargo es posible conocer algo de esta costumbre mediante datos puntuales como los encontrados luego de leer muchos materiales antiguos,  por ejemplo el mismo Santo Hermano Pedro luego de obtener  parte del terreno necesario donde erigiría el hospital de Convalecientes un 25 de diciembre se lo comunicó a fray José Moreira quién muy alegre celebró con él  esa especial bendición de Dios en un día tan emblemático,  y estando en donde habitaba  el Santo se menciona:

Entró el Hno. Pedro al desván, o alcoba, en donde de continuo

tenía las imágenes de los tres Señores, Jesús, María y José y algunos

pastorcitos de barro y ovejitas alrededor del pajarcito, y puestos allí los

dos, discurra el prudente lo que harían, los consuelos que recibirían sus

almas y las copiosas lágrimas con que darían gracias a Dios por sus beneficios…

 

Es decir ambos, el Santo Hermano Pedro y Fray José Moreira daban gracias a Dios por  tan grande beneficio que redundaría en el bien de muchas personas.

Así mismo al revisar antiguos inventarios de bienes de vecinos de la Capital Santiago y otros lugares,  es posible inferir la  costumbre  de elaboración de nacimientos a juzgar por la presencia de imaginería  pertinente, por ejemplo:

-En la mortual de don Josef Joaquín Valenzuela en Mixco se inventarió en 1777: Un Misterio de una cuarta de alto de Señor San Josef, la Virgen y el Niño.

-Otro tanto sucede en  el caso de la dote de doña  María Ignacia Marín de Valenzuela quien en 1739 consignó en escritura el escribano Hipólito Ordoñez, allí se menciona en el inventario la existencia de: Un Nacimiento de madera con dos cajones de muchas figuras, todas vestidas,  en cuarenta pesos.

-Así mismo otro caso similar es el sucedido en 1769 en la mortual de don Vicente Santa Cruz, en el avalúo respectivo de sus bienes se mencionan las imágenes de San José, Virgen María, el Niño Jesús, cuatro ángeles pequeños y cuatro  grandes una docena de pastores, buey y mula, seis ovejas  y algunos otros adornos.

Como es lógico suponerlo la hechura de nacimientos tenía en el Niño Jesús, Virgen María y San José el punto focal de esa piadosa costumbre, y  eran acompañadas de ángeles, pastores, ovejas y los infaltables buey y mula, conforme el tiempo trascurrió a estas representaciones  se les añadió otras, que en el siglo XIX va a ser destacadas por escritores como José Milla en su obra “Cuadros de costumbres” allí para la década de 1880 se describe detalles de un nacimiento de casa particular así:

 imaginaos un polígono irregular, levantado como una vara del suelo, y sobre el cual están figurados, por medio de tablas y trozos de madera, cubiertos de papel pintado, llanuras, montes, volcanes, barrancos, y todo esto adornado con árboles y flores artificiales, con casitas, con figuras de trapo, de barro y de madera, y con otra multitud de objetos cuya descripción exacta exigiría acaso tanto tiempo como en que se ha necesitado para armar  todo aquello… prosigue describiendo los tipos de terrenos que  en ese nacimiento era posible observar y:  …la  lujosa vegetación del trópico, al lado de las plantas raquíticas de la zona frígida; hombres y mujeres más altos que las casas, vestidos con trages de todas las épocas y ocupados en oficios harto diferentes de aquellos á que se dedicaban los sencillos pastores que fueron á rendir homenaje al Salvador recién nacido.  Así mismo un contemporáneo suyo don Ramón Salazar en su obra Tiempo Viejo publicada a finales del siglo XIX, igualmente dedica parte de su aporte a esta costumbre y dice:   ¿quién no sabe entre nosotros lo que es »un nacimiento»? No es un altar por cierto. No es tampoco un monumento. Es una obra de arte, sin rito, sin antecedentes ni consecuentes. La imaginación de nuestros niños hace nacer á Jesús de Bethlem entre riscos y montañas, al pie de volcanes gigantescos, y sobre peñas y breñales. Ved un nacimiento cualquiera, y observaréis anacronismos deleitables.

En el mismo camino encontraréis á los tres Reyes Magos, seguidos de sus elefantes y camellos, y al indio Kachiquel ó Zotuhil, con su carga de cacharros al hombro; yo he visto por un lado, fusilamientos, por el otro suplicios de la cruz, por el otro guerras de prusianos y franceses, por el de más allá máquinas de vapor en un huerto parecido al de Jetsemaní; indios vestidos de moros y cristianos con el traje de sayones.

Para ese entonces las representaciones de nacimientos coloniales más bien puristas en cuanto a la imaginería donde eran perceptibles angeles, los Magos de oriente,  pastores y ovejas, coexisten ahora con otras imágenes inspiradas en la  vida común en los pueblos como son los mercados,  sus festividades religiosas, pobladores dedicados a diversos menesteres, animales locales así como cultura material representada en arquitectura, no necesariamente de formas del Cercano Oriente, sino más bien  templos, casas formales y ranchos,  lo cual es un reflejo del diario vivir  de las personas en los pueblos y la propia capital. Se presume que estas adiciones fueron paulatinamente incroporadas en los nacimientos domésticos desde la misma época colonial. Otro detalle es que en estas representaciones no tiene un especial significado la proporción de las figuras y edificios, sino lo que significan en ese esfuerzo más  bien colectivo familiar para hacer de esa representación algo propio sin desvirtuar su esencia.

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