Por: José Carlos Reina
Dentro del terreno artístico de la Novela gráfica existen obras que nos remontan al pasado con historias de guerras y soldados, como es el caso del comando armado “Los Escorpiones del Desierto”, de Hugo Pratt. Esta historia nos introduce, por medio de una construcción entre la imagen y letras, de una aventura, en la que el teniente Koïnsky forma una parte crucial de esta trama salvaje, llena de incógnitas en las que el lector tendrá que construir de forma activa ciertos espacios para descifrar todas las piezas del rompecabezas.
En el transcurso de la novela podremos encontrar dos paradas importantes: Los Escorpiones del Desierto y el Piccolo Chalet.
En los Escorpiones comenzaremos de primera mano con una lectura a los personajes: mercenarios pertenecientes a un escuadrón que forma parte del “Long Range Desert Group”. Ellos se dedican rigurosamente al cumplimiento de misiones a conveniencia. Las aventuras, también involucran a otros mercenarios como Hassan y Kord que junto al teniente Koïnsky forman parte de este equipo cuya misión inicial es la de proteger la franja del desierto entre Libia y Egipto de los italianos con un comando que mezcla fuerzas armadas.
Como parte del trayecto el grupo decide hacer una parada con la familia de Hassan, siendo sorprendidos al enterarse que serían traicionados por su primo Abu Firas: los vendería con los italianos. El teniente Koïnsky siendo un estratega militar con sus grandes habilidades logra el escape.
Durante toda la aventura por la trampa descrita con anterioridad, sospechan de un traidor entre el grupo de los Escorpiones quien tendría que estar trasladando información al enemigo; lo cual los preocupa mucho y van en búsqueda de dicho espía, sin embargo en el camino se cruzan con la señorita Canaan, una agente especial que corre peligro y a la que deciden proteger para que cumpla con su misión de agente secreta.
En el trayecto con la señorita Canaan y la búsqueda del espía sufren más percances de alto riesgo siendo siempre la muerte una constante, sin embargo, la suerte de todos no será la misma, algunos tendrán una gracia que les permitirá continuar la guerra.
Adentrarse en Piccolo Chalet es algo emocionante, lleno de enigmas: El relato de una aventura de los Escorpiones que danza al ritmo de una canción (Piccolo Chalet) la cual forma parte de una banda sonora de la película Eravamo 7 Sorelle, de 1939; en dicha aventura el teniente Koïnsky y su pelotón tiene que realizar una compra de dromedarios en la frontera de Sudán, una frontera peligrosa en donde los traficantes egipcios quieren tomar el control.
Es interesante observar como en los diálogos, el humor no falta, las personalidades de los escorpiones hacen querer continuar dentro de la aventura. En el camino el teniente Koïnsky conocerá al teniente Stella que, después de un ataque a todo su pelotón, decide tener un dejo de misericordia interesada y lo deja vivo para proponerle un trato: ir en búsqueda de un tesoro que dejó cerca —resguardado por una mujer de la cual él está enamorado—. Al recuperarlo le ofrece la mitad, el teniente Stella piensa huir con esa mujer para hacer una nueva vida juntos.
En el camino tienen un incidente en el que un personaje llamado Crush les salva la vida, por lo cual quedan agradecidos con él y se une a la búsqueda del tesoro. Una suerte de muchas aventuras juntos hasta que llegando al final esperado de encontrar el tesoro suceden cosas que no se tenían contempladas, sobre todo para el teniente Stella.
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