Dennis Orlando Escobar Galicia
Periodista

Este 11 de noviembre se cumplirán doscientos años del nacimiento de quien es uno de los más excelsos, aclamados y leídos escritores de la literatura mundial: Fiódor Mijailovich Dostoyenski. Nacido en 1821 en Moscú, Rusia, legó a la humanidad más de quince novelas y un gran número de cuentos, crónicas, artículos, críticas, relatos y apuntes. Muchos de sus libros están entre los mejores clásicos de la literatura universal, tal el caso de Crimen y Castigo, Los Hermanos Karamazov, y El Idiota.

A doscientos años de su nacimiento y ciento cuarenta de su muerte aún se siguen leyendo sus títulos más conocidos e imprimiéndose nuevas ediciones. Y no creo que exista alguien que se considere medianamente culto y no haya leído al menos uno de sus libros o saber algo de Dostoyevski. En un estudio de la compañía Thomson Reuters, efectuado con motivo de la proclamación de 2015 como Año de la Literatura, se concluyó que Dostoyevski se cita más que otros escritores rusos en los círculos científicos mundiales.

Sus principales novelas son tremendos mamotretos –característica de la novelística del siglo XIX- empero que enganchan al lector por su buena literatura realista que describe a cabalidad la condición humana de la Rusia zarista, muy similar a la de otros espacios y tiempos. “El escritor recurre al realismo psicológico y abarca áreas de la psicología, la filosofía y la ética”. El lector es atrapado por la descripción de los ambientes y las actitudes de los personajes. De esto último no hay nada más evidente que los tres hermanos de la obra Los Hermanos Karamazov.

Principié a leer al susodicho escritor cuando cursé la asignatura de Literatura Universal en la Escuela Normal –mi querida Gloriosa-, a mediados de la década del setenta del siglo pasado. Recuerdo que cuando el catedrático nos mostró el libro que deberíamos de leer: Crimen y Castigo, a todos nos menguó el hálito.  ¡Era un tremendo librote! Sin embargo, después de empezar su lectura quedé cautivado por la fascinante historia y la manera en que estaba escrita, hasta llegué al punto de descuidar los otros cursos con tal de llegar al final de la lectura.  Lo mismo le ocurrió a la mayoría de compañeros. Evoco que utilizábamos cualquier receso para comentar la obra y preguntarnos sobre el final de Rodión Raskólnikov, personaje principal de la novela. Gracias a esa lectura, cuando, tiempo después, en la universidad me sugirieron leer La patria del criollo no le tuve rechazo. Digo lo anterior porque el libro de Severo Martínez Peláez es otro mamotreto, pero igual de seductor por su forma y contenido.

 

Hace unos meses me volví a interesar por la vida y obra de Dostoyevski porque en la mayoría de los libros que leía y en artículos actuales de prensa siempre encontraba alusiones al escritor ruso. A continuación citaré algunos ejemplos:

En la página 187 de Noticia de un secuestro, de la Editorial Norma, dice: “Otro guardián le había quitado veinte mil pesos que llevaba en el bolsillo el día del secuestro, pero en compensación le prometió llevarle todo lo que él pidiera. Sobre todo, libros: (…) Crimen y Castigo (…)”

En Tratado de Fascinología y muerte de Mario Alberto Carrera, en la página 10 dice: “La filosofía es una actividad masoquista y, el filosofar, un laberinto infernal, que no tiene salida ni escapatoria. “Si Dios no existe todo nos está permitido”, creo (no estoy seguro) que esto lo dijo Dostoievski en Los Hermanos Karamazov”.

El Acordeón del 5 de septiembre de 2021 en La novela en carne viva de Sergio Ramírez, dice: “En Humillados y ofendidos de Dostoievski no hay una sola palabra de denuncia, y es una novela reveladora como pocas del poder que en la escritura llega a tener la injusticia (…)”.

Hasta César Montes, encarcelado en Guatemala, en su columna Cartas desde la cárcel del 1 de septiembre de 2021 y que publica por internet escribió: “Seguí leyendo a Dostoievski hasta que la vista me molestó de nuevo”.

La abundante obra literaria del gran Dostoyevski –clásica por su gran calidad- ha sido adaptada a los más diversos medios de comunicación, a los de antes y a los de ahora: teatro, radio, historieta, cine, series televisivas, audiolibros y… otros. En el cine hay muchas adaptaciones, creo que Crimen y Castigo es la que más versiones tiene.  Recuerdo que la primera que vi fue la mexicana estrenada en 1951; dirigida por Fernando Fuentes y con la magistral actuación de Roberto Cañedo, encarnando a Rodión Raskólnikov. Desgraciadamente por ser de un país de Latinoamérica a veces ni se le menciona. Esto mismo ocurre con la excelente versión de 1994 del peruano Francisco Lombardi y que tituló Sin compasión; ambientada en la Lima, Perú, de los noventa.

Tampoco puedo dejar de mencionar la versión cinematográfica que Richard Brooks, estadounidense, hizo de Los Hermanos Karamazov; con las brillantes actuaciones de Yul Brynner y María Schell.  Y cómo no aludir a El Idiota, versión llevada a cabo por el gran cineasta japonés Akira Kurosawa. Bueno…todo esto es cuestión de gustos y conocimientos porque también hay quienes aseguran que Dostoievski “parece que no ha tenido mucha suerte en el cine”, tal el caso de Ángel Fernández Santos, crítico español de cine, ya fallecido.

Conversando con un joven conocedor de cine y asiduo lector: José David Reyes Fernández – pronto a ser graduado de ingeniero mecánico. ¡Vaya paradoja! – me dijo que el cineasta estadounidense Woddy Allen es gran admirador de la obra del escritor ruso y que ha realizado películas que se basan en la idea de Crimen y Castigo de Dostoievsk. Por el momento me dio Match Point (2005) y Crimes and Misdemeanors (1989). Me dispongo para verlas pronto.  Él mientras tanto está leyendo Memorias del Subsuelo, libro de Fiódor que le proporcioné.

A decir verdad la vida y obra de Fiódor Dostoievski es portentosa, al punto que ha influido en la literatura mundial, tanto la literaria como la científica. No podría dejar sin escribir que Sigmund Freud estudió la psicología del escritor ruso a través de su obra y biografía.

Dostoievski falleció a los cincuenta y nueve años de un ataque epiléptico, una de las tantas enfermedades que padeció en su corta pero extraordinaria existencia. El mismo que escribió “El secreto de la existencia humana no sólo está en vivir, sino también en saber para que se vive”.         

PRESENTACIÓN

La memoria que hacemos del bicentenario del nacimiento del Fiódor Mijailovich Dostoyenski no es de poca monta.  La universalidad del quizá más grande escritor de todos los tiempos hace que en los ambientes culturales se festeje su gloria por medio de estudios, certámenes, conferencias y ciclos universitarios para destacar el valor de su obra.  En La Hora compartimos esos sentimientos.

Por ello es oportuno el texto que nos comparte Dennis Escobar Galicia en el que, al tiempo que celebra al autor de Crimen y Castigo, alude a su propia experiencia de lector en los años de iniciación literaria.  Su contenido nos invita a acercarnos a la producción del escritor ruso cuya valía estética es portentosa.

Como es bien sabido, Dostoyenski cumple en sus novelas una función que supera el entretenimiento.  Lo suyo es también la filosofía presentada a través de artificios narrativos.  Así, sus personajes, la caracterización del ambiente y la problemática abordada, parecen pretextos en su afán por profundizar el drama humano de la vida, su complejidad y también su tragedia.

En ese sentido, la experiencia divina no le es ajena.  Sus protagonistas a veces derivan las actitudes morales desde un plano impregnado por la vivencia religiosa que los condiciona.  Esto le permite unos esbozos filosóficos únicos, de alto valor teórico, y, según algunos, también teológicos.

Que la lectura de nuestra edición le sea provechosa.  La mesa está servida.  Esperamos saber de usted la próxima semana.  Nosotros llegaremos puntualmente, según el ánimo por hacer brillar la verdad y suscitar una realidad plena de justicia y oportunidades para todos.  Que así sea.  Hasta pronto.

 

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