Gener Godínez Orozco

Corría el año de 1990 y a mediados del mes abril llegué a la ciudad capital, procedente de San Pedro Sacatepéquez, San Marcos. Venía de vivir mi noche oscura. Tenía treinta años. En aquella época el ambiente cultural en la ciudad era interesante, porque ofrecía diferentes actividades entre ellas: conferencias, obras de teatro, exposiciones de pintura y cine, todas presentadas en la Alianza Francesa, ubicaba en cuarta avenida de la zona 1. Por esa época también me dediqué religiosamente a leer por las tardes en el desaparecido café “Peñalba”, luego en el famoso y sobreviviente “Fu Lu Sho” y actualmente lo hago en “Café León”.

El pasado viernes 17 decidí escribir un artículo sobre el maestro Mario Roberto Morales, recientemente fallecido, hecho que constituye una gran pérdida para nuestro país. Morales fue un escritor irreverente y comprometido con su pueblo. Mi primera reacción fue no hacerlo, sin embargo, recapacité y me prometí que lo intentaría. Y vinieron a mi mente muchos recuerdos y uno de ello fue cuando Mario Roberto Morales, me autografió su primer libro: “Los Demonios Salvajes”, hicimos una larga cola para lograr el autógrafo del maestro Morales.

Años después conocí a un grupo de escritores del Centro Pen Guatemala que se reunía a almorzar en una cafetería del Ritz Continental de la sexta avenida y luego en un café Traviesos del edificio Packar de la octava calle, donde funcionaba el Organismo Naleb’ y tenía su sede el PEN. Todos los jueves se armaba aquella tertulia sobre diferentes temas, donde se disfrutaba de la charla, la camaradería y el sarcasmo de los participantes. Entre ellos: Mario Roberto Morales, David Pinto Díaz, Guillermo Paz Cárcamo, fallecido también este año; Víctor Muñoz, Juan Antonio Canel, Dennis Escobar, Eduardo Blandón, Carlos Rene García Escobar y Mario Rivero, entre otros.

Escribir sobre Mario Roberto Morales, es para recordar sobre todo a una persona que vivió de acuerdo a sus ideales, y que por tal motivo generaba roncha entre la intelectualidad guatemalteca. Más aún cuando empezó a usar los adjetivos calificativos de las izquierdas “rosada” y “lila”. Guatemala, pesa menos, al perder a uno de sus intelectuales más capaces, productivos y comprometidos con la transformación de nuestro país.

Extrañaremos sus ideas y reflexiones escritas en su columna de El Periódico y en el Suplemento Cultural de La Hora que todas las semanas disfrutábamos en compañía de una café. En paz descanse Mario Roberto Morales, Premio Nacional de Literatura. Hasta pronto Maestro.

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