Por: Santos Barrientos

Un acercamiento hacia la estructuración del poder y la relación que existe entre el deporte, como objeto de ocio de los ciudadanos, nos lo aporta Norbert Elias, sociólogo alemán, invisibilizado por la cultura intelectual del siglo XX —con causa o no—; redescubierto a fines de ese siglo. Es innegable el aporte sociológico hacia el comportamiento de los ciudadanos incorporando nuevos conceptos como la “sociología figuracional”, convirtiéndose, de este modo, en uno de los clásicos de las ciencias sociales y humanas.

En el libro “Deporte y ocio en el proceso de la civilización”, de Norbert Elias y Eric Dunning, publicado por el Fondo de Cultura Económica —FCE—, se propone indiscutiblemente un tema de imprescindible trascendencia acerca del desarrollo de la sociedad y su vinculación dentro del orden cultural. Parte de los modelos del desarrollo del deporte que se asocian a la Antigua Grecia hasta la época contemporánea. Es de hacer notar que el libro está compuesto por una serie de ensayos que fueron publicados de manera dispersa en diferentes revistas académicas, para luego ser reunidos en un solo volumen por lo indispensable de los aportes (que los había, pero muy pocos) en el área del deporte y la relación de la sociedad.

Norbert Elias, con la influencia de Max Weber (a propósito de “Economía y sociedad”, de Weber, su máxima obra también publicada por el FCE, donde formula la concepción de “sociología comprensiva”), construye su marco teórico referente a la “sociología de la figuración”. Posteriormente, bajo ese influjo sociológico, se acerca al encuentro de la significación del deporte y el poder, y precisamente al deporte y el rol de significancia para la civilización, tema que no se había profundizado hasta el momento; fueron Norbert Elias y Eric Dunning quienes comenzaron a construir la sociología del deporte.

La importancia del libro para esta época se resalta por el sentimiento generacional que provoca el deporte (y piénsese en la generalidad, porque cuando se habla de deporte automáticamente los individuos se circunscriben en lo reducido: pensar en el fútbol; esto se debe a la producción nociva que provocan la mayor parte de medios de comunicación), la formación de conceptos abarcadores de la violencia y el deporte, la referencia acerca de las transformaciones que ha sufrido en la historia y por las diferentes culturas por las que ha transcurrido.

Las actividades recreativas forman parte de esa estructura social y de interdependencia civilizatoria. Un tipo de interdependencia que se configura en el marco de individuos presos dentro de un complejo de polaridades —digámosle rivales—, que se subsumen en “figuraciones sociales” controladas. Por supuesto, esto no significa que toda sociedad, en algún punto, necesite de la recreación que aporta el deporte bien intencionado; es decir, las actividades tendientes a exaltar las relaciones humanas y no a despreciarlas e inmiscuirse en sentimientos de odio. Pues, el odio, conforma la tradición de nuestros antepasados y que nos alcanza a nuestro tiempo. Por ello Nussbaum nos diría que sin perdón no existiría justicia, sino su contrario: la ira o el resentimiento (véase su libro “La ira y el perdón”, publicado por el FCE).

Elias y Dunning nos explican dentro de los ensayos reunidos en “Deporte y ocio” que la recreación representada a través de los deportes es, en su conjunto, manifestación de la búsqueda de “placer” individual. Pero, de una u otra manera, es el deporte necesario para un resultado de satisfacciones personales cuando se practican e interdependientes cuando se es espectador.

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El último suspiro del conquistador, de Pedro Miguel

Jacinta una antropóloga de la ciudad de México, roba un frasco que contiene el alma de Hernán Cortés, este suceso asombroso se explica gracias a una antigua práctica indígena. La protagonista se ve envuelta en una serie de aventuras e infortunios: pasado, presente y futuro se entrelazan para explorar temas como la existencia y la persistencia del alma, el amor y la supervivencia.

Pedro Miguel (Guatemala, 1958) realizó estudios en antropología social y letras francesas. Cuenta con valiosas publicaciones. Ofrece una crítica al pasado de México y a los sucesos de la historia reciente, este libro mantiene una prosa fluida e incluye modismos de la Ciudad de México.

Una introducción a la teoría literaria, de Terry Eagleton
A través de un abordaje filosófico, el autor pone sobre la mesa un tema de interés para la ética médica, enfermedades como el sida y el VIH, mueven a la ciencia a una búsqueda constante en pro de alcanzar soluciones prácticas, estas enfermedades socialmente impactan notablemente, por el diluvio moral que envuelve a nuestra cultura. El autor profundiza sobre los problemas morales. Mark Platts (Reino Unido, 1947).

Nuestra niña, de Anthony Browne

La familia es uno de los conceptos que los niños tienen más presente en edades tempranas, es por esta importancia que Browne ha creado una serie de libros que van dirigidos a cada uno de los miembros que puede conformar una familia. Esa serie se completa ahora con Nuestra niña, que acompaña a los clásicos Mi mamá, Mi papá y Mi hermano. Este libro es una historia que rompe con los estereotipos en los que la sociedad ubicaba a las niñas hasta hace algunos años.

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