Raúl Hernández Chacón
Educador
El 25 de junio se conmemora el día del Maestro, como un homenaje a tantas y tantos educadores que han gastado su vida con el ejercicio de una docencia maravillosa. María Chinchilla fue asesinada en esa fecha, en los años de la dictadura de los 14 años. En octubre de 1999, hace ya 22 años, se realizó un Seminario-Taller de Educación Católica, en Santa Fe de Bogotá, Colombia, en el que participaron aproximadamente 16 países de todo el continente americano.
Con ocasión del día del maestro, es oportuno reflexionar, en el contexto actual, en medio de la pandemia del covid-19, sobre la acción que el Profesor desarrolla en la sociedad guatemalteca, que lucha incansablemente por cambiar las estructuras injustas, que no facilitan todo lo necesario para realizar plenamente una educación de calidad para todas y todos los guatemaltecos.
Una idea fuerza de aquel seminario-taller dice: “Dios ha dado a cada educador y educadora la oportunidad y la capacidad de acercarse sensiblemente a la realidad concreta de los niños, jóvenes, adultos y sus familias, respetando el proceso personal y comunitario de cada uno, poniéndose a su lado, dejando atrás lo que es él mismo, para entrar al mundo del otro con ‘pies descalzos’, y ‘el alma de rodias’, viviendo y proclamando la buena Noticia del Amor de Dios. A través de la educación”. Idea central que se comparte de manera transparente, cuando los educadores se identifican plenamente con sus estudiantes. Es decir, los aman. El 16 de marzo de 2020 el gobierno guatemalteco anunció la necesidad de que los estudiantes no podrían asistir en forma presencial a sus establecimientos educativos.
Significó un cambio radical en los procesos de enseñanza-aprendizaje, cuyo reto y desafío aún sigue presente en la mayoría de los profesores, particularmente del sector público en donde las condiciones son sumamente precarias. Po ello apuntan en el seminario-taller inspirador de esta reflexión: “Además, si sabemos escuchar y preguntar de verdad y desinteresadamente a nuestros hermanos y hermanas, -en este caso los estudiantes-, se abrirán en ellos y en nosotros mismos educadores, nuevos horizontes de entendimiento de nuestra propia realidad y de discernimiento de los signos de los tiempos, hasta llegar a una posición crítica y madura frente al mundo globalizado y neoliberal”.
Esta idea hace alusión al mundo del siglo XXI con todas sus ventajas y desventajas, pero caracteriza al profesor que está consciente de “su” realidad y desde esa visión educa, no sólo transmite conocimientos, es decir educa, muy a pesar de las circunstancias generalmente adversas con las que tiene que lidiar siempre. Porque sabemos que una educación con visión crítica, o no es educación, es “nadar contra la corriente”.
La pandemia del covid-19 trae consigo, un dolor y una tragedia nunca antes vista en el mundo, con las características y los índices tan elevados de personas afectadas, con todas sus consecuencias. Por eso apunta este taller: “Entendemos que Dios está presente en todos los acontecimientos de la vida humana, también en la pobreza, en el desempleo, en el hambre, en el dolor y en el sufrimiento. –Como si se hubiese reflexionado hoy-, es allí en aquellos momentos de una humanidad crucificada, donde Jesús nos quiere acompañar, liberar y humanizar, para darnos finalmente la esperanza de superación de las ‘situaciones de muerte’ personal y social por medio de su resurrección.” Es realmente asombrosa esa reflexión escrita hace 22 años, por maestros visionarios y proféticos. Luego de la incertidumbre, el asombro, el miedo y la angustia de esta situación, los profesores en todos los ambientes en donde les ha tocado vivir esta experiencia de aprendizaje, toman una actitud asombrosa de enfrentar, con nuevos instrumentos, herramientas, donde es posible y con creatividad hacer lo que siempre hacen: crear, crecer y ayudar a crecer a sus estudiantes.
Qué dicen aquellos profesores en el este taller que nos ocupa: “No olviden que en sus personas como educadores, Jesús se hace realidad como el Buen Pastor que se ocupa de cada uno de sus hermanos y hermanas y les pregunta: ¿qué puedo hacer por ti? Lo importante para Jesús-pastor era buscar a la persona, conocer su situación de vida, sobre todo bajo qué condiciones sociales y religiosas existió, y, respetando su libertad de decisión, ofrecerle caminos para mejorar y cambiar de vida.” Esto ilustra de manera increíble, la actitud asumida por muchos profesores guatemaltecos en este ambiente cambiante y de incertidumbre. Porque la pandemia del covid-19 vino para quedarse. Asimismo se puede apreciar la actitud esperanzadora de los profesores, asumida en su vocación de servicio, decimos, pese a las circunstancias. Aquí caben los principios, puestos en práctica, de San Jerónimo Emiliani en su Proyecto Educativo: el trabajo, la devoción y la caridad.
Aquel grupo de profesores reunidos en Santa Fe de Bogotá en 1999, expresaban con visión futurista: “En este sentido estamos presentando nuestras reflexiones como aportes sencillos y humildes para que los impulsen y apoyen a seguir construyendo una educación que responda a las exigencias del Tercer Milenio: ¡ No tengan miedo, pensar y crear algo nuevo! ¡No esperen que alguien haga este trabajo por ustedes! ¡Arriésguense! Tu educadora, tu educador, tienes las posibilidades para realizar una educación que parte de la vida concreta de las personas en una comunidad educativa. ¡Acércate a los niños y niñas para entender sus sueños y deseos! ¡A los adolescentes para acompañarles en sus inquietudes e inseguridades! ¡A los jóvenes para darles ánimo y confianza en sus propias capacidades! ¡A los padres y madres de familia para que encuentren en ti una persona que sabe escuchar y entender sus problemas! ¡A todos los demás colaboradores de tu centro educativo para compartir su historia!”
Esta prolongada cita describe muy efectivamente la tarea maravillosa a la que están llamados, en su vocación y en su entrega los profesores, que han hecho vida de su profesión como maestros. Concluye el documento que sirve de base para esta reflexión del día del maestro, con el ánimo de reconocer y fortalecer su trabajo educativo, muchas veces no reconocido suficientemente. Al ubicarlos en el siglo XXI, del conocimiento, de la tecnología y de toda una nueva época de cambios vertiginosos:
“Por último: ¡no demonicen la globalización en su totalidad, sino más bien encuentren en ella los espacios donde sea posible acercarse al misterio del Dios de la vida, iluminando todo aquello que va en contra de la humanización del hombre, donde la comunidad educativa de hoy y del mañana descubra que Jesucristo es fuente y meta del sentido de su vida: donde pese a un mundo moderno que intenta eliminar la necesidad de trascendencia en el ser humano, el Espíritu del Señor siga obrando en el hombre y en la mujer y los pueblos latinoamericanos, llamándoles a ser misioneros de esperanza en un mundo contra la esperanza”.
Así se resume la labor educativa de los profesores que, inspirados en los principios de San Jerónimo Emiliani: Devoción, caridad y trabajo, celebran este año 2021, el primer centenario de la presencia de la Congregación Somasca en América, 1921, que desarrolla tres proyectos educativos en Guatemala: Colegio Emiliani, parroquia San Pedrito zona 5 de la ciudad de Guatemala, Instituto Educativo asistencial Emiliani y Hogar de Huérfanos Santa Teresa en Mixco e Instituto Emiliani Somascos, San Miguel Petapa, plan diario y plan fin de semana para adultos. Su labor educativa lleva adelante proyectos con un personal de docentes e instructores que se esfuerzan por el desarrollo de una educación de calidad, que dentro de sus ejes transversales está presente el ejercicio del juicio crítico como una herramienta indispensable en el desarrollo integral de sus estudiantes. Felicitaciones a religiosos y educadores, que este 25 de junio signifique el fortalecimiento de su gran labor educativa en favor de la niñez y juventud guatemalteca.
PRESENTACIÓN
Una de las profesiones que se ha visto más desafiada en estos tiempos de pandemia ha sido la docente. Los maestros han tenido que sacar coraje para favorecer la enseñanza y llegar, como debe ser, al corazón de los estudiantes. No ha sido tarea fácil porque las circunstancias han sido inéditas, pero es cierto que muchos han estado a la altura de las necesidades.
Con nuestra edición, queremos reconocer el trabajo denodado de los profesores -acercándonos a su día- en su noble actividad formativa de los alumnos a ellos confiados. En La Hora somos conscientes de la importancia fundamental de su obra en la construcción del espíritu humano, por ello no podemos sino valorarlos y encumbrarlos en el lugar que se merecen y a veces se les niega.
En esta línea compartimos la cita recogida por el autor del artículo central del Suplemento, Raúl Hernández Chacón:
“¡Arriésguense! Tu educadora, tu educador, tienes las posibilidades para realizar una educación que parte de la vida concreta de las personas en una comunidad educativa. ¡Acércate a los niños y niñas para entender sus sueños y deseos! ¡A los adolescentes para acompañarles en sus inquietudes e inseguridades! ¡A los jóvenes para darles ánimo y confianza en sus propias capacidades! ¡A los padres y madres de familia para que encuentren en ti una persona que sabe escuchar y entender sus problemas! ¡A todos los demás colaboradores de tu centro educativo para compartir su historia!”.
Acompañando el artículo anterior, se encuentra la reflexión del escritor maya Popti’, Santos Alfredo García Domingo, fallecido recientemente a causa del Covid-19. El también poeta y educador, lector frecuente de nuestro vespertino, nos compartió semanas antes de su partida el contenido que presentamos donde evidencia su preocupación y compromiso por una educación liberadora y portadora de posibilidades para los estudiantes.
Agradecemos su preferencia a nuestra edición y le auguramos muchas bendiciones en este mes del padre. Estamos seguros que su hábito de lectura y propensión a la reflexión crítica, redundará en provecho para todos. Disfrute su vida y vívala con intensidad, nosotros prometemos acompañarlo para que su experiencia sea más gozosa. Hasta la próxima.