Joanna Hogg sintió el impulso de hacer una película sobre la relación que entonces se desarrollaba con su primer amor, un adicto a la heroína, en un momento traumático y formativo que coincidió con su paso a la adultez como cineasta en 1979.
En ese entonces no se sentía capaz de abordar algo tan ambicioso y personal. Su carrera se desvió a la televisión y apenas cuando cumplió 47 años Hogg regresó resueltamente al cine. Después de hacer tres largometrajes que tuvieron buena acogida, sintió que finalmente estaba lista.
El resultado, «The Souvenir», que realizó en dos partes y filmó con dos años de separación, es una maravilla. La obra sublime de memoria y autobiografía, cuya segunda parte se estrena en cines el viernes, captura a una cineasta magistral que usa toda su habilidad acumulada para revisitar su vida temprana a medio formar como una joven cineasta encontrándose a sí misma.
Como cineasta, Hogg es una combinación aparentemente incongruente de fluidez y formalidad. Sus movimientos de cámara son precisos, sus cortes rigurosos. Monta sus sets meticulosamente, recreando su apartamento de Londres en Knightsbridge, y usando su ropa vieja para vestir a la actriz que la interpreta, Honor Swinton Byrne, a quien dio a conocer sus viejos diarios. Sin embargo, no escribe los diálogos. Hogg, de 61 años, utiliza un documento de 30 páginas como punto de partida y da forma a las escenas a través de ensayos y tomas variadas.
En la primera parte de «The Souvenir», vemos a Julie irritada por las estructuras impuestas por sus profesores de cine y luego, en la segunda parte, lidiando con miembros del equipo que quieren un proceso más concreto. Pero esos desafíos son sólo parte de la lucha de Julie por convocar su voz y convertir la vida en arte. Que ambas películas existan como lo hacen es una especie de prueba viviente de que el estilo de Hogg, ahora firmemente comprendido, produce algo genuino y vivo. Vemos a Julie encontrar su coraje como cineasta; la de Hogg es evidente.
Tilda Swinton, quien coprotagoniza ambas películas como la madre de Julie (Byrne es la hija de Swinton en la vida real), es amiga de Hogg desde hace mucho tiempo. Incluso protagonizó el proyecto final de Hogg como estudiante de cine. La recuerda hace cuatro décadas tomando notas detalladas y fotografiando las vistas desde sus ventanas, a modo de preparación para una futura película teórica. Swinton describe «The Souvenir» como «un faro en un nuevo tipo de cine poético».
«Cuando pienso en estas películas, me recuerda ese sentido en el que el proyecto del cine es el de un desafío al tiempo», escribe Swinton en un correo electrónico.
Las dos partes de «The Souvenir» han recibido críticas excelentes, desde el Festival de Cine de Sundance hasta los de Cannes y Nueva York de este año. Algunos de sus admiradores más fervientes son los cineastas. Martin Scorsese es uno de sus productores ejecutivos.
«Creo que ‘The Souvenir Parts I & II’ es una epopeya, a una escala completamente humana», dice Scorsese en un correo electrónico.
Si bien Scorsese recuerda haber corrido para hacer su primera película antes de los 25 años (la misma edad que tenía Orson Welles cuando hizo «Citizen Kane»), reconoce una trayectoria diferente en Hogg.
«Joanna comenzó en un momento diferente y tomó su propio camino, y comenzó con un estado de ánimo muy diferente», dice Scorsese. «Se refleja en el trabajo, creo. Hay una especie de claridad allí, una intensidad de enfoque, que no encuentras con alguien más joven; intensidad, sí, pero de un tipo diferente. Pero también, por supuesto, es la propia Joanna».
Al conjurar su propia entrada al séptimo arte, Hogg también ha guiado a Byrne en sus primeros pasos en el cine. A pesar de crecer en sets de películas, «The Souvenir» marca el debut de Byrne, de 24 años. Hogg, insatisfecha con cada actriz que audicionó para el papel, la eligió apenas dos semanas antes de comenzar la primera parte, cuando Byrne tenía 19 años. La evolución de Julie es también la de Byrne.
«Pasaron muchas cosas en esos dos años entre la primera y la segunda parte. Me fui a Namibia por 10 meses. Me gusta pensar que crecí mucho en ese tiempo», dice Byrne vía Zoom desde Edimburgo, Escocia, donde estudia psicología. «Así que creo que entré en la segunda con mucho más temple».
«Yo misma cambié», agrega riendo. «No hubo mucha actuación».
Para Byrne, la segunda parte de «The Souvenir» es particularmente enriquecedora. Después de terminar sus estudios, espera seguir actuando.
Con la ficción y la vida fusionándose tanto, Hogg a veces ha estado ella misma insegura sobre lo que es real y lo que no.
Después de haber pasado gran parte de su carrera yendo en contra de los métodos normales de hacer cine, Hogg, con su voz de directora clara como el cristal, se siente atraída a probar suerte en otros géneros prescritos. El cine negro, donde el pasado nunca acaba con nadie, le resulta especialmente atractivo en este momento.
«Ahora estoy interesada en jugar con formas conocidas dentro de mis parámetros», dice.
El año pasado, Hogg filmó «The Eternal Daughter, un misterio ambientado en Gales sobre secretos enterrados durante mucho tiempo, con Swinton. «He sido su compañera de juegos durante 50 años y ahora nos sentimos como si finalmente estuviéramos comenzando nuestro trabajo juntas», dice la actriz.
Por mucho que «The Souvenir» fue una obsesión por recapturar un pasado lejano, Hogg ya siente que estas películas se van alejando de ella. Ahora son también un recuerdo difícil de recuperar fácilmente.
«Cada vez me es más difícil hablar de la Parte II porque se ha borrado», dice Hogg. «Ellas flotan en el éter».