El cantante de R&B R. Kelly es un depredador que usó su fama para atraer a niñas, niños y mujeres jóvenes a fin de dominarlos y controlarlos física, sexual y psicológicamente, dijo una fiscal el miércoles, mientras que una abogada defensora advirtió a los miembros del jurado que tendrán que sortear las mentiras de acusadores con intenciones ocultas para encontrar la verdad.
Las diferentes perspectivas se presentaron en el inicio del esperado juicio en un tribunal de Brooklyn, donde se espera que varios acusadores rindan declaración durante el próximo mes sobre el cantante ganador de un Grammy con ventas multiplatino cuya carrera se descarriló por cargos que lo llevaron a la cárcel y la ruina.
«Este caso no es sobre una celebridad a la que le gusta mucho la fiesta», dijo la fiscal federal adjunta María Cruz Meléndez al jurado de Brooklyn mientras explicaba las pruebas que se revelarán en su juicio federal. «Este caso es sobre un depredador».
Dijo que Kelly distribuía pases de acceso entre bastidores para tentar a niños y mujeres a unirse a él, a veces en su casa o estudio, donde entonces «los dominaba y controlaba física, sexual y psicológicamente».
La fiscal dijo que Kelly solía grabar actos sexuales con menores mientras controlaba una empresa de crimen organizado con personas leales y dedicadas a él, deseosas de «cumplir todos y cada uno de los deseos y exigencias del acusado».
«Su éxito y popularidad le ganaron acceso, acceso a niñas, niños y mujeres jóvenes», dijo.
Pero la abogada de Kelly, Nicole Blank Becker, retrató a su cliente como una víctima de mujeres, algunas de las cuales disfrutaban de la «notoriedad de poder decirles a sus amigos que estaban con una superestrella».
«Él no las reclutó. Eran fans. Ellas se acercaron al señor Kelly», dijo, instando a los miembros del jurado a examinar de cerca los testimonios. «Ellas sabían exactamente en lo que se estaban metiendo. No era ningún secreto que el señor Kelly tenía varias novias. Él era bastante transparente».
La abogada agregó que sería exagerado creer que el cantante orquestaba una empresa criminal elaborada como un jefe de la mafia.
Becker les advirtió a los miembros del jurado que tendrán que sortear «un lío de mentiras» de mujeres con motivaciones secretas.
«No asuman que todo el mundo dice la verdad», dijo.
Los abogados defensores han mantenido en documentos de la corte que las presuntas víctimas de Kelly eran fanáticas que se presentaban en sus espectáculos y daban a conocer que «se morían por estar con él». Las mujeres sólo comenzaron a acusarlo de abuso años después, cuando el sentimiento público cambió en su contra, dijeron.
Kelly, de 54 años, es quizás más conocido por su éxito «I Believe I Can Fly», una canción de 1996 que se convirtió en un himno inspirador que se toca en graduaciones escolares, bodas, anuncios publicitarios y otros.
El juicio llega más de una década después de que el cantante fue absuelto en un caso de pornografía infantil en 2008 en Chicago. Gracias a ese veredicto, su carrera musical pudo continuar hasta la era de #MeToo, cuando las presuntas víctimas se animaron a pronunciarse.
Las historias de las mujeres fueron ampliamente expuestas en el documental de Lifetime «Surviving R. Kelly». La serie exploró cómo un séquito de simpatizantes protegió al cantante y silenció a sus víctimas durante décadas, presagiando un caso federal de asociación ilícita que terminó con el encarcelamiento de Kelly en 2019.
Los fiscales de Brooklyn tienen alineadas a varias acusadoras, a las que la corte se refiere mayormente con el nombre anónimo y genérico de «Jane Does», así como exsocias cooperantes que nunca habían hablado públicamente sobre sus experiencias con Kelly.
Se espera que ofrezcan testimonio sobre cómo gerentes, guardaespaldas y otros empleados de Kelly lo ayudaron a reclutar mujeres y niñas, y a veces niños, para la explotación sexual. Dicen que el grupo seleccionaba a las víctimas en conciertos y otros eventos y organizaba viajes para ver a Kelly en el área de Nueva York y otros lugares, en violación de la Ley Mann de 1910, que declara ilegal «transportar a cualquier mujer o niña» a través de fronteras estatales «para cualquier propósito inmoral».
Cuando las mujeres y las niñas llegaban a sus lugares de alojamiento, un miembro del séquito de Kelly establecía reglas sobre no hablar entre ellas, cómo debían vestirse y cómo necesitaban el permiso de Kelly antes de comer o ir al baño, según los fiscales. Además, supuestamente se les pedía que lo llamaran «Daddy» (Papi).
Un jurado anónimo compuesto por siete hombres y cinco mujeres prestó juramento para escuchar el caso. El juicio, que comienza luego de varias demoras principalmente debido a la pandemia, se desarrolla bajo precauciones del coronavirus que restringen la cantidad de prensa y público en la sala.
El caso de Nueva York es sólo parte de los problemas legales que enfrenta el cantante, cuyo verdadero nombre es Robert Sylvester Kelly. También se declaró inocente de cargos relacionados con sexo en Illinois y Minnesota.