Alfonso Mata
Hoy todos tenemos muy claro que hay que impulsar la vacunación; pero para hacerlo en una forma masiva adecuada, seamos francos, no contamos ni con la infraestructura adecuada ni con el recurso humano. Carecemos todavía, de una estructura que coordine y aglutine todo lo que se hace necesario hacer en esta campaña y que debe cubrir todo el territorio nacional, pues si no se hace se corre todo tipo de riesgos: desde mutaciones hasta aumento de morbimortalidad por SarsCoV-2.
Por otro lado, si ponemos a vacunar a todo el personal de salud –cosa que evidentemente deberá hacerse- también problema: se descuidarán actividades rutinarias tan necesarias de mantener en un sistema nacional de salud en que reina la desigualdad y la inequidad. En estos momentos, no aparece dentro del plan nacional de vacunación (PNV) u otro proceso de planificación del MSPAS, una estrategia que garantice el funcionamiento de los sistemas rutinarios de atención primaria a lo que se suma que habrá en las fases que siguen a la primer del PNV, que identificar y salir a buscar pacientes frágiles y una buena proporción de población que no puede movilizarse por sus medios.
De igual manera es muy probable que el MSPAS carezca del personal suficiente para realizar las labores de asesoramiento técnico, científico y de evaluación a la campaña de inmunización y de darle el correcto seguimiento a la Estrategia que demanda la campaña y para atacar los problemas que exigen solución inmediata. Es claro que al día de hoy, existe un déficit en los programas regulares de salud de una buena conexión de inteligencia en Salud Pública y buenas prácticas. En este momento se convierte en una necesidad urgente y no aparece claro su proceso de ejecución en el PNV. Tampoco se habla de contratar personal técnico para hacerlo.
Una buena campaña de vacunación, necesita de buena promoción. El MSPAS en estos momentos no ha establecido ni cuál es la situación a nivel de la población de aceptación de la vacuna y no sólo eso, sino que los esfuerzos al respecto no son claros. No parece casualidad que la improvisación en este campo se haga patente demasiado tarde y eso obligue al personal de salud a la búsqueda individualizada -no despreciable en su proporción- de personas y además a impulsar la promoción de la vacunación con criterios de coacción que puede traer serios problemas.
Dentro del PNV, la descripción y manejo de presupuestos su planificación, ejecución e información resulta poco precisa y en tal sentido, muchos de los elementos planteados en el PNV podrían entenderse más declaraciones de intenciones, y al convertirse probablemente a partir de medio año la campaña de vacunación en epicentro del trabajo salubrista (fase 3-4) se ignora el impacto que ello tendrá en el manejo de otros programas necesarios. Tampoco se conoce como se hará entonces, el reordenamiento en la distribución de los recursos humanos y económicos destinados a los programas, y ante lo imprevisible en todo ello, es muy posible que se den problemas en la atención primaria y hospitalaria a partir de medio año, mayores que los actuales. Creo que no solo se debía haber tratado de elaborar un PNV masivo, sino una estrategia institucional y nacional de salud y de crear su debida estructura, que contemplara una readecuación de todo el sistema de salud, de lo cual hasta donde se nos ha informado, no existe evidencia: adecuar los servicios y dispositivos del gobierno ante esa emergencia nacional.
El otro déficit claro del proyecto es el manejo trasparente de elementos que resultan medulares ante la opinión pública y la prensa como son los costos y gastos de las vacunas y de todo el proceso de inmunización, desde el precio de la vacuna y del material para inocularla hasta su administración en el brazo de la gente ¿Cuánto costará vacunar a una persona? No hay detalle de nada de eso, a pesar de que es un elemento clave trasparentar, ante la corrupción que reina en el ministerio de salud. La cuestión ahora es saber cómo se articulan presupuestos e inversiones, con el plan y por supuesto la gran interrogante: cómo se articula ya en números ello, con el logro de inmunidad colectiva. Eso significa otro elemento que ha estado rondando cual fantasma en otras latitudes y del cual el programa no hace una aclaración suficiente y clara; me refiero a la equidad e igualdad en distribución y uso de las dosis en el momento adecuado y a las personas adecuadas. Todo lo que se obtiene del MSPAS en este momento es un “estamos trabajando en la estructura y en la naturaleza de organización para que se pueda cumplir con agilidad los mandatos”. En esta línea, es indudable que resulta fundamental la auditoria social. De ello, en el proyecto no se menciona tampoco nada claro.
El trabajo actual del sistema de salud se dirige a realizar acciones que están muy por debajo de las necesidades de atención a la morbilidad existente. No se tiene información de cómo esto se podrá superar ante la emergencia de vacunación y tampoco se habla de cómo reforzarán las estructuras estatales y privadas –de hecho esto debería de existir ya- la coordinación para hacer frente a este desafío que está llegando a adquirir proporciones gigantescas (manejo de desnutrición, dengue, pacientes crónicos, accidentes, salud mental entre otras). No hay un plan paralelo al de vacunación de cómo rescatar a personas enfermas cada vez más en peor situación. No hablamos de lo que sería ideal lograr -como lo será la vacunación para el caso de la COVID-19- de más políticas de causas y menos políticas de consecuencias, para mejorar la salud de la población en esos temas de enfermedad.
Todo lo que hemos mencionado creemos que permanece inédito dentro del hacer del MSPAS como órgano rector del sistema de salud, o al menos no lo suficiente y vemos que el plan de vacunación viene a ser apenas un elemento -desgraciadamente con visión unilateral- de las necesidades de salud que tenemos. Bajo esa visión el PNV aparece como una estrategia “de acuerdos” para sacar adelante la COVID-19 pero a expensas ¿de qué? De lo que está ocurriendo en la otra morbilidad nacional: salud de la mujer e infantil, enfermedad crónica. Ni aun en la pandemia, hemos tenido respuestas rápidas y eficaces del sistema de salud para controlar su propagación. El gran problema es que nuestro sistema de salud siempre ha trabajado sobre emergencias tratando de aliviar, jamás bajo un plan realmente nacional de salud y de esa suerte se ha cumplido aquel dicho tan cierto dentro de los salubristas, conocido como la paradoja de la medicina preventiva “si cuando estamos bien invertimos en estar mejor será más difícil que estemos mal; si invertimos cuando estamos mal se nos va todo” como está ocurriendo ahora. Hay pues, mucho que demostrar y eso necesita de transparencia en el actuar y coordinación no solo política sino social. Recordemos que es un error el querer aplazar y dejar para más adelante los problemas epidémicos nacionales. La implementación de nuevas políticas de trasparencia y eficiencia en estos momentos, no solo ayudaría al PNV sino una mejor oportunidad de manejar el problema de salud.