Alfonso Mata
Existe relación entre nutrición, infección y enfermedades no trasmisibles
El parecer actual de la ciencia al respecto es un rotundo SÍ.
La comprensión de cómo las enfermedades nutricionales, infecciosas y las no trasmisibles están relacionadas ha evolucionado con el tiempo. Esa conexión ha sido situada en dos niveles: las amenazas de la nutrición con las infecciones y las enfermedades no trasmisible (ENT); una agudiza y potencializa el estado de la otra y las amenazas microbianas y las ENT afectan cuando se instalan el estado nutricional.
Durante siglos, incluso, el pasado, el gremio médico en general mantenía la idea de que las enfermedades infecciosas eran enfermedades agudas y ya. Un catarro, se viene y se va en cuestión de días, a lo sumo algunas semanas, y muerto el chucho se acabó la rabia. Por otro lado, que las enfermedades no infecciosas tenían otras fuentes y otras razones de ser y producirse. Por supuesto había sus excepciones en ambos casos. La TB se volvía crónica si no se trataba bien y con una mala nutrición evolucionaba más rápido y a su vez desnutría. Muchos de los tumores se sospechaban que eran de origen infeccioso. Pero habrá que esperar hasta la década de los 60 para encontrar seriedad ya entre las relaciones. En las décadas de 1970 y 1980, se descubrió que el Helicobacter pylori inducía inflamación gástrica y muchos otros vínculos comenzaron a exponerse, incluidos el virus del papiloma humano y el cáncer cervical, virus de hepatitis B y C y crónica y enfermedad hepática y Borrelia burgdorferi y artritis crónica de Lyme y las relaciones fueron aumentando.
Pero -y en esto es cuando uno se da cuenta de cómo la política se queda alejada de la ciencia- después de varios años y décadas a pesar de que esa relación entre infecciones y ENT se vuelve cada vez más evidente, de que hay un reconocimiento creciente de la amplitud de sus vínculos, los dos campos continúan aislados uno del otro (al igual que el de nutrición-infección), a menudo respaldados por flujos de financiación separados para su estudio y atención, al igual que utilizando metodologías de investigación divergentes dentro de un sistema de salud vertical. Políticas, programas y preparaciones académicas, se hacen de forma separada y específica por enfermedad. Y eso se hace, ante una visión mundial que demuestra fehacientemente que las epidemias de enfermedades infecciosas y ENT hoy en día viajan paralelas, con consecuencias en la mortalidad y la morbilidad individual y grupal.
De hecho, aproximadamente dos terceras partes de las infecciones mundiales se producen en países en vías de desarrollo y, por otro lado, las ENT ya afectan a personas en países de bajos y medianos ingresos desproporcionadamente, donde casi la mitad de esas muertes, ocurren antes de los 70 años (OMS, 2018).
Algunas explicaciones
La convergencia entre problemas nutricionales, enfermedades infecciosas y no infecciosas, se atribuye a una constelación de factores.
Por principio, las migraciones humanas, alimentarias, y de productos, permite que las personas y las enfermedades infecciosas viajen rápidamente por todo el mundo, e igualmente las impulsan la rápida urbanización y las crecientes interrelaciones entre humanos, animales, plantas y el medio ambiente, contribuyendo a adaptaciones no solo del hombre sino de las especies vivientes a esos cambios de ambiente.
Los cambios sociales, económicos y tecnológicos a que se ven sometidas las poblaciones constantemente y con mayor frecuencia, están generando nuevas condiciones ambientales y de estilo de vida, en que se ven involucrados patrones dietéticos, hábitos, nuevos medicamentos y productos químicos que al alterar la composición y la diversidad microbiana en el microbioma humano propician cambios en la constitución humana que actúan como factores de riesgo de ENT como cáncer, diabetes, enfermedades cardiovasculares, renales y otras.
Finalmente, la convergencia también se está haciendo más evidente en la ciencia que con los avances en técnicas moleculares e inmunología, así como a los métodos de cultivo, la tecnología de laboratorio y las técnicas epidemiológicas, están descubriendo los vínculos entre los microbios y las ANT.
Tres hechos dejan en claro las investigaciones epidemiológicas actuales. Primero: se observan multimorbilidades en personas de edades cada vez más jóvenes. Segundo: La dinámica convergente entre nutrición, microbios, infecciones, ENT y el funcionamiento normal de la salud y factores de riesgo compartidos, son complejos y entrelazados. Y tercero: las interacciones encontradas viajan en doble sentido: es decir, algunas investigaciones muestran que las enfermedades infecciosas son un factor de riesgo para desarrollar ENT y la conexión inversa también se observa: las ENT asociadas con el desarrollo y la gravedad de las enfermedades infecciosas.
De tal forma que lo destacan las evidencias epidemiológicas descritas, es el aparecimiento cada vez más frecuente de multimorbilidades que implican diversas permutaciones de enfermedades infecciosas y no infecciosas y a ello se suma otra capa de complejidad: la perturbación del cambio de dieta, hábitos y el estilo de vida, el uso de antibióticos y otros químicos y la trasformación del ambiente hogareño y natural como otro factor de riesgo para el desarrollo de ambos tipos de enfermedades.
Pero no todo parece tan negativo. De nuevo la ciencia acude en nuestro auxilio. De hecho, docenas de ENT ya se han asociado con el microbioma humano, algunas de las cuales se han curado mediante su manipulación en modelos animales y se está próximo a incursionar con éxito en el humano.
De tal manera que el nuevo campo de investigación muestra cómo la interacción entre las enfermedades está relacionada con interacciones biológicas, conductuales, psicológicas y sociales, que exacerban el efecto de la dinámica enfermedad-enfermedad en la salud humana.
Pero lo anterior a su vez, está determinando la necesidad de crear un nuevo modelo denominado sindemico enfocado a atender el complejo biosocial de la enfermedad, con miras a entender la enfermedad como un proceso interactivo de enfermedades copresentes y secuenciales y de sus factores sociales y ambientales que promueven y mejora los efectos negativos de la interacción de la enfermedad. Esto sugiere con claridad, la necesidad de una nueva forma de hacer salud y su práctica dejando a un lado la convicción tradicional de las enfermedades como entidades distintas en la naturaleza, separadas e independientes de contextos sociales.
Bajo ese concepto, tendríamos un sistema de salud interesado en saber por qué ciertas enfermedades se agrupan en ciertos individuos y grupos de población, las vías biológicas, sociales y ambientales a través de las cuales interactúan y se multiplican; las formas en que los entornos sociales, especialmente las condiciones de desigualdad social e injusticia, contribuyen al agrupamiento e interacción, así como a la vulnerabilidad.
Por ejemplo, en el fenómeno nutrición infección, tres fenómenos clave se asocian: (a) un estado nutricional deficiente se agrupa con frecuencia y severidad de infecciones en la población de preescolares nacidos y que viven dentro de los percentiles socio económicos más bajos; (b) hay bidireccionalidad y / o interacción entre las enfermedades: una potencializa el aparecimiento y la agravación de la otra ; y (c) la adversidad social, económica, ambiental y sanitaria, promueve esta concurrencia y bidireccionalidad / interacción.
Bien, es claro que estamos a la puerta de una nueva forma de entender y aplicar la medicina y la salud pública, ojalá tomen pronto conciencia de ello las escuelas formadoras.