Los niños necesitan cuidados que promuevan la salud y el bienestar emocional positivo y que respalden su salud mental en general. Foto la hora: AP.

Alfonso Mata
lahora@lahora.com.gt

FUNDAMENTOS

Somos un país bastante intolerante, de conflictos no solo políticos sino sociales entre individuos y grupos, al igual que ente individuos y género que desemboca entre otras cosas en problemas de salud. El problema de salud tiene su raíz desde la forma en que criamos a nuestros hijos y es importante que políticos lo tomen en serio y plateen respuesta a una pregunta ¿qué niñez queremos? Pues es ella, la que en un futuro cercano hará los futuros cambios y para eso debemos partir por definir los aspectos fundamentales de la crianza, que son positivos para ello.

La salud y el bienestar del niño, están interconectados dentro y a través de diversos campos de su desarrollo. Son el resultado y se mejoran, de las primeras interacciones positivas y de apoyo que dan los padres y otros encargados de los niños. Buenas o malas interacciones tempranas, tienen un efecto duradero en el desarrollo a lo largo del curso de la vida, por lo que los diversos campos del desarrollo, interactúan entre sí a lo largo del tiempo.

En palabras de los especialistas: “La efectividad en un dominio de competencia en un período de la vida se convierte en el andamio sobre el cual se desarrolla posteriormente la competencia en los nuevos dominios que van emergiendo en la vida la competencia (como capacidad) genera competencia”.

Muchos han indicado que cuatro resultados son fundamentales para el bienestar de los niños.

SALUD FÍSICA Y SEGURIDAD

Los niños necesitan ser atendidos de una manera que promueva su potencial físico con que viene dotado y su capacidad de prosperar y garantice su supervivencia y protección contra lesiones y maltrato físico, sexual y ambiental. Si bien estas necesidades de seguridad son importantes para todos los niños, son especialmente importantes para los niños pequeños, que generalmente carecen de los recursos individuales necesarios para evitar peligros. En este aspecto y en buena parte, los niños pequeños dependen de los padres y otros cuidadores primarios, dentro y fuera del hogar, para actuar en su nombre y proteger su seguridad y desarrollo saludable y a la vez, los padres en buena parte dependen de lo completo de las prestaciones del Sistema de Salud operante.

En el nivel más básico, los niños deben recibir la atención adecuada y de manera permanente, en una serie de protecciones emocionales y fisiológicas, necesarias para cumplir con los estándares normativos de crecimiento y desarrollo físico, como: las pautas para un crecimiento saludable, la recepción de las vacunas recomendadas, la detección y atención temprana de enfermedades. Hay que entender que la salud física y la seguridad son fundamentales para lograr todos los demás resultados que se espera de un crecimiento y desarrollo adecuado que se describen a continuación.

COMPETENCIA EMOCIONAL Y DE COMPORTAMIENTO

Los niños necesitan cuidados que promuevan la salud y el bienestar emocional positivo y que respalden su salud mental en general, incluido un sentido positivo de sí mismo, así como la capacidad para enfrentar situaciones estresantes, moderar la excitación emocional, superar los temores y aceptar decepciones y frustraciones. Son los padres, el recurso esencial para los niños en el manejo de la excitación emocional, afrontamiento y manejo del comportamiento y un divorcio entre el hogar y la escuela y otros cuidadores, constituye un disparador de conductas anómalas posteriores. Sirve para ello que los padres proporcionen afirmaciones positivas, transmitiendo amor y respeto y generando un sentido de seguridad. La provisión de apoyo por parte de los padres, ayuda a minimizar el riesgo de interiorizar comportamientos como los relacionados con la ansiedad y la depresión, que pueden afectar la adaptación y la capacidad de los niños para funcionar bien en el hogar, en la escuela y en la comunidad, han señalado muchos. Síntomas como el miedo extremo, la impotencia, la desesperanza, la apatía, la depresión y la abstinencia, son indicadores de dificultades emocionales que se han observado entre niños muy pequeños que experimentan un cuidado parental inadecuado.

COMPETENCIA SOCIAL

Los niños que poseen una competencia social básica, pueden desarrollar y mantener relaciones positivas con sus compañeros y adultos.

La competencia social está interrelacionada con otras áreas de desarrollo (por ejemplo, cognitiva, física, emocional y lingüística) e incluye la capacidad de los niños para llevarse bien con los demás y respetarlos, como los de una raza o etnia diferente, religión, sexualidad, actividades, orientación, o antecedentes económicos.

Las habilidades sociales básicas incluyen una variedad de comportamientos prosociales, como la empatía y la preocupación por los sentimientos de los demás, la cooperación, el intercambio y la toma de perspectiva, todos los cuales se asocian positivamente con el éxito de los niños tanto en la escuela como en entornos no académicos y deben ser fomentadas por los padres y otros cuidadores. Estas habilidades, están asociadas con el éxito futuro de los niños en una amplia gama de contextos en la edad adulta, por ejemplo, escuela, trabajo y vida familiar.

COMPETENCIA COGNITIVA

La competencia cognitiva, abarca las habilidades y capacidades necesarias en cada edad y etapa de desarrollo, para tener éxito en la escuela y en el mundo en general. La competencia cognitiva de los niños se define por las habilidades en lenguaje y comunicación, así como la lectura, escritura, matemáticas y resolución de problemas. Los niños se benefician de los entornos estimulantes, desafiantes y de apoyo, en los que pueden desarrollar estas habilidades, que sirven de base para prácticas saludables de autorregulación y modos de persistencia requeridos para el éxito académico.

Para el logro de esas “capacidades” una política adecuada de salud, debe tener claro que es necesario incidir sobre tres aspectos de los padres:

Sus conocimientos: “Conocimientos” entendiendo por esto a los hechos, la información y las habilidades adquiridas a través de la experiencia o la educación y la comprensión de un problema o fenómeno, que deben tener a su alcance los padres.

Sus actitudes: “Actitudes” se refiere a puntos de vista, perspectivas, reacciones o formas de pensar establecidas sobre aspectos de la crianza de los hijos o el desarrollo infantil, incluidas las funciones y responsabilidades que tienen como padres.

Las prácticas: «prácticas» se refiere a los comportamientos de crianza de los hijos o los enfoques para la crianza de los hijos que están dando forma al desarrollo de un niño.

En términos generales, el conocimiento se relaciona con la cognición, las actitudes se relacionan con la motivación y las prácticas se relacionan con formas de participación o comportamiento. Los tres pueden provenir de una fuente común: cultura, organización social, atención social del Estado. Estos tres componentes son recíprocos y se entrelazan de manera teórica, empírica y bidireccional, informándose mutuamente y dan en buena parte lugar a Conocimientos, actitudes y prácticas adecuadas.

En nuestro medio, un sólido cuerpo de investigación nacional e internacional demuestra una gran variación en el conocimiento actitudes y prácticas de los padres sobre la crianza de los hijos. Varios de estos estudios, sugieren que en nuestro medio, la desigualdad en esto es descomunal, por lo que la importancia de la crianza adecuada de los hijos, que va mas allá de la nutrición, debería de ser una política prioritaria de cualquier gobierno, si es que queremos apuntar a una verdadera nacionalidad.

 

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