Luciano Morales Rojas
Dagoberto Sosa
Víctor Comparini
¿Qué ve en la nueva medicina?
No ha cambiado la razón de la medicina; ha cambiado la mentalidad médica a razón de los avances de la tecnología. Los cerebros se computarizan, todo se sistematiza, se ordena y se busca la causa común. Por teléfono e internet, él paciente trata de saber que tiene. Él médico de confirmar lo que hace y darle validez. La información electrónica nos domina en lo que pensamos y cómo actuamos, nos automatizamos. Ya no es necesario cargar una biblioteca, ahora solo se apacha un botón y aparece todo, o mejor dicho lo que aparece es lo que creemos. Damos carácter de fe a lo que se nos presenta y entonces cuestionamos menos, indagamos menos, creemos más.
Las enfermedades siguen por ahí siendo las mismas, no han aparecido nuevas se han clasificado mejor las que ya existían y lo más grandioso, han aparecido nuevos y mejores medicamentos, nuevos procedimientos diagnósticos, y eso ha enriquecido los conocimientos y las prácticas del ejercicio médico en todas las disciplinas. Ahora el médico debe saber más que lo de hace sesenta o setenta años cuando nos formábamos nosotros. Algo que si es importante es que, los principios básicos de las ciencias médicas y de la clínica, se mantienen, ahí están para que de ellos se haga el debido uso.
¿Cuál es el tema más olvidado de la medicina actual?
Por mucho que se obstine y afane la ciencia y la tecnología, no se puede ni debe obviar el humanismo del ejercicio de la medicina, cosa que viene sucediendo desde las escuelas de formación, dejando a un lado ese aspecto tan importante en la evolución de la enfermedad y la curación del enfermo. Detrás de toda enfermedad, se esconde en recónditos repliegues el alma, el espíritu, la pasión del paciente, que le da características especiales a cada enfermo.
Creo que parte de la pérdida que está teniendo el humanismo en la medicina actual es por dos razones: la prioridad que se le da al factor económico y al tecnológico. No es que estos sean malos, es que se le contra resta al humanismo. Estoy seguro que dentro de poco, lo que va a haber no son residentes sino robots. Va a ser más rentable comprar un robot de residente posiblemente. Pero también esto puede traer más accesibilidad y más eficiencia, pues el robot puede asimilar más conocimientos y testar mejor las necesidades y correlacionar con mayor rapidez diagnósticos y tratamientos. Es de meditar y analizar esa pérdida de contacto humano y sus consecuencias.
Sobre la calidad de salud del médico y la sociedad
Hay cosas que deben considerarse sobre la calidad de vida del médico que olvida la sociedad y el gremio. Yo tuve la oportunidad de estar durante 16 años en la Unidad de Salud de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Y entonces nos dedicamos a explorar la salud de los estudiantes de medicina de nuevo ingreso y ¡oh sorpresa!, sólo un 10% pasaban el examen de salud y ese porcentaje disminuía a 6% cuando se graduaban nueve años después en promedio. Pensando que estábamos siendo muy exagerados, empezamos a explorar la edad de muerte de los médicos guatemaltecos entre 1960 y 1980 y encontramos que se morían en promedio a los cincuenta y nueve años y medio. El año pasado, 2018 tuve la oportunidad de revisar la edad de los últimos cien médicos muertos y encontré que en promedio se habían muerto dos años y medio más tarde que la cifra encontrada anterior, es decir, de sesenta y dos años. En otras palabras, eso quiere decir que ni el propio médico cuida de su salud y su sobrevida y está por debajo del promedio del de la población nacional y mejora más lentamente que esta.
Cuando hablamos de salud ya sea coloquialmente y en las escuelas de medicina, confundimos el término, pues en realidad muchas veces de lo que estamos hablando es de enfermedad. En Alemania, el hospital en realidad se considera “la casa de los enfermos” pero en nuestro medio, el lenguaje social y profesional ha grabado en la mente el concepto de hospital como sinónimo de Ministerio de Salud Pública y en su praxis cotidiana, los empleados lo que menos tocan son los aspectos de salud, y los centros de salud más cercanos a la población, funcionan como sanatorios. De tal manera que lo que realmente tenemos es un Ministerio de la Enfermedad Pública. Por consiguiente, si usted llega a un centro de salud, no digamos a un hospital, y usted pregunta “Mire yo quiero estar más sano” el primero que se desmaya –pues no sabe qué hacer– es el personal de salud.
Debemos luchar por un cambio al respecto y olvidarnos un poco de los culpables. Del viejo Hipócrates que sólo se dedicó a enfermedades y Galeno que tuvo la inteligencia de decir: “yo no sé si la salud es problema de medicina o de la gimnasia”. Para poder atender en las unidades de salud, debemos generar una nueva definición de salud como, tener todas las capacidades que debe tener el humano y usarlas. Acá hay dos conceptos básicos, ligados, que de no darse, pierde sentido la salud. Desarrollo de capacidades humanas físicas, mentales y emocionales y que depende de políticas sociales bien establecidas, coordinadas e implementadas y el otro término es usarlas, lo que significa medios físicos y sociales adecuados para lograr ello y esto significa pensar en todos los grupos humanos nacionales. Por ejemplo, ante las estadísticas de muerte de los médicos, es indudable que no tienen ni las capacidades ni el medio que favorezca su salud. Así podríamos hablar de otras profesiones y grupos humanos.
En nuestro medio, una política de salud con esas miras, no se ha trabajo bien ni con un enfoque adecuado. Ese cambio lo deberán hacer los futuros profesionales de la salud y por supuesto, las entidades académicas y los elementos políticos. Claro que será difícil, tenemos dos mil años de ver y atender la enfermedad como elemento fundamental de la salud, la cosa no va a cambiar con facilidad. Es difícil por ejemplo, que alguien que se entrenó con enfermos y con muertos –como lo fuimos nosotros y las generaciones que nos siguieron– piense como atender la salud y es que en eso nos ganaron los mecánicos de automóviles: Ahora sale más barato el mantenimiento que la reparación, lo sabemos todos. Atender la enfermedad es un barril sin fondo, nunca alcanza; mantener la salud es más barato, pero va más allá de una responsabilidad de médicos: es responsabilidad de todos.